Después de todo, el Mundial fue
un éxito
Associated Press - domingo,
13 de julio de 2014
Estadios inconclusos, violentas
manifestaciones en las calles, caos en los aeropuertos. Los pronósticos más
agoreros para la Copa del Mundo, en su mayoría bien fundamentados, se diluyeron
en una lluvia de goles y dieron paso a otra realidad una vez rodó el balón: el
torneo fue todo un éxito.
Así es, Brasil se salió con la
suya.
Luchando contra el reloj desde
hace años, los organizadores locales consiguieron tener los 12 estadios listos
para el campeonato, algunos a pocos días del comienzo del Mundial. Uno de esos
fue el Itaquerao de Sao Paulo, donde Brasil derrotó a Croacia 3-1 el 12 de
junio para poner en marcha el campeonato. Esa instalación fue una de las más
problemáticas en la antesala, escenario de varios accidentes, incluyendo uno en
el que murieron dos obreros y que puso en serio riesgo el plazo para terminar
la obra.
Finalmente, apelando a ese
"jeitinho" brasileño —nadie sabe cómo, pero las cosas siempre se
solucionan— el país anfitrión montó un espectáculo digno de los 11.500 millones
de dólares que se gastaron para organizarlo, beneficiado además por un gran
nivel de fútbol que no se veía en este torneo desde hace décadas. Curiosamente,
la nota discordante fue la selección anfitriona, humillada 7-1 por Alemania en
las semifinales.
"Nunca vi una campaña en
contra tan grande, con tantas dudas, respecto al éxito de la realización de un
Mundial en un país como la que enfrentamos en Brasil", expresó la presidenta
brasileña Dilma Rousseff. "Pues pudimos acabar con las dudas de todos que
no nos creyeron".
Sí que lo hicieron, pero a qué
costo.
El Mundial más caro de la
historia deja un legado de al menos cuatro estadios —Brasilia, Natal, Cuiabá y
Manaos— destinados a convertirse en elefantes blancos. Sin clubes de primera
división en sus ciudades, estas instalaciones que costaron un total de 1.600
millones de dólares ya buscan alternativas para llenar las gradas y pagar las
cuentas.
Muchas de las obras de
infraestructura que se prometieron para el campeonato no fueron terminadas o
quedaron a medias, entre ellas un puente en la ciudad de Belo Horizonte que
colapsó a principios de julio y dejó dos muertos y 23 heridos. Los trabajos en
algunos aeropuertos fueron terminados a la carrera, aunque en términos
generales la transportación aérea, vital para moverse de sede en sede en el
quinto país más grande del mundo, no fue la pesadilla que algunos se temían.
Cientos de miles de visitantes volaron
sin mayores inconvenientes desde el Amazonas hasta la ciudad sureña de Porto
Alegre, pasando por el pantanal en Cuiabá y las playas de Río de Janeiro.
"Demostramos que nuestro
pueblo hace cómo convivir, no sólo entre nosotros, sino también con los extranjeros
que recibimos", destacó Rousseff. "Mantuvimos la paz y el orden, al
igual que un buen manejo de los aeropuertos".
Las manifestaciones, una de las
principales preocupaciones antes del torneo, no llegaron a los niveles del año
pasado durante la Copa Confederaciones, cuando cientos de miles de personas
salieron a las calles para protestar por el inmenso gasto de dinero y las
deficiencias en los servicios básicos de la población. Antes del partido
inaugural hubo algunas protestas en Sao Paulo, rápidamente controladas por las
autoridades, y después de la derrota de Brasil en semifinales se registraron
incidentes de autobuses quemados y algunos saqueos en Belo Horizonte, Río y Sao
Paulo.
En términos generales, el
campeonato se desarrolló en un ambiente de camaradería, incluso cuando decenas
de miles de argentinos invadieron cada una de las ciudades donde jugó su
selección, que el domingo enfrenta a Alemania en la final.
En Porto Alegre, la sede más
cercana a Argentina, las autoridades se prepararon para lo peor cuando
Argentina enfrentó a Nigeria el 25 de junio en el cierre de la primera ronda,
pero más allá de algunos incidentes menores, todo transcurrió en calma.
Ahora Río se tiñó de albiceleste
con la presencia de unos 100.000 argentinos, que se apoderaron de la playa
Copacabana, el Sambódromo y otros puntos neurálgicos de la zona. Las
autoridades anunciaron que 25.000 policías y militares patrullarán la Ciudad
Maravillosa para la final, en la que se espera la presencia de la canciller
alemana Angela Merkel.
Los titulares más llamativos
fueron por actos de administradores o incidentes en la cancha.
Un escándalo por la reventa de
boletos sacudió a la compañía encargada de comercializar los paquetes
corporativos del Mundial, mientras que tres selecciones africanas tuvieron
problemas por el pago de sus bonificaciones.
En el ámbito futbolístico, la
aparatosa caída de Brasil ante Alemania le restó algo del sabor local a los
últimos días del torneo, que ya había sufrido la baja de la estrella brasileña Neymar
por una fractura de vértebra en los cuartos de final ante Colombia. Además, el
uruguayo Luis Suárez volvió a generar polémica al morder a un oponente en el
cierra de la primera ronda, lo que le valió una suspensión por cuatro meses.
Colombia y Costa Rica dieron la
nota positiva en la cancha con su sorpresiva marcha hasta los cuartos de final,
y el colombiano James Rodríguez, que el sábado cumple 23 años, puso su nombre
en el firmamento de las grandes estrellas del fútbol.
"Cada vez que mis jugadores
salieron a la calle, a la playa, la gente brasileña fue increíblemente
agradable", expresó el técnico de Holanda, Louis van Gaal, después de
vencer 3-0 a Brasil en el partido por el tercer puesto. "No tengo ninguna
crítica en cuanto a la organización, siempre pudimos salir a tiempo, siempre
fuimos ayudados por la policía, cada detalle fue organizado
perfectamente".
Después de la final del domingo
en el estadio Maracaná, Brasil concentrará toda su atención en los Juegos
Olímpicos de 2016 en Río. Sedes inconclusas, manifestaciones y problemas de
transportación son algunos de los temores que preceden a los primeros Juegos en
Sudamérica.
Las obras continuarán hasta el
último minuto y, con toda seguridad, la justa será un éxito. De nuevo, Brasil
se saldrá con la suya.
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