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lunes, 14 de julio de 2014

la Copa

Los sistemas de movilidad y la Copa del Mundo


Forbes - ‎lunes‎, ‎14‎ de ‎julio‎ de ‎2014
La organización de un Mundial implica la reorganización de los sistemas de movilidad en las ciudades sede; sin embargo, esa eficiencia puede diluirse rápidamente sin un plan a largo plazo.

Leyendo el artículo “Más allá del recuerdo: ¿Qué dejará el Mundial 2014?”, recientemente publicado por Huáscar Eguino, recordé mi visita a Puerto Elizabeth (PE) en Sudáfrica, a unos meses de haber recibido al mundo futbolista, en donde pude constatar la huella que deja un Mundial.

De acuerdo con Huáscar, felizmente ha habido algunos casos de éxito en que eventos deportivos de talla mundial han dejado una huella positiva en las ciudades sede. Tal es el caso de los Juegos Olímpicos en Barcelona 1992 y Londres 2012, que hicieron grandes inversiones en zonas deprimidas y lograron aprovechar la infraestructura para brindar servicios a los propios residentes de la ciudad.

Lamentablemente también ha habido casos menos afortunados, como lo fue Puerto Elizabeth, en concreto (al menos que a mí me conste) en cuestiones de movilidad. A este respecto, la FIFA es muy estricta y exige transporte público con altos estándares de calidad y, por supuesto, en su momento el municipio de la Bahía de Nelson Mandela en PE cumplió con un flamante BRT, Libhongolethu (Nuestro Orgullo).

Durante junio y julio de 2010, Libhongolethu movió exitosamente a cientos de aficionados, pero tristemente no logró perdurar para mover a los habitantes de la bella Bahía. Los fans se fueron y se llevaron con ellos la eficiente operación del BRT.

Para noviembre de 2010, durante mi visita a PE, la infraestructura del sistema (carril confinado, modernas estaciones y equipo de recaudo) perduraba en relativamente buenas condiciones, y los autobuses ¡ni se diga!, se conservaban como nuevos… sólo con más de cuatro meses de polvo encima al estar encerrados sin poder circular por falta de acuerdo con los transportistas.

Por la naturaleza de mi viaje pude conocer el caso de Libhongolethu más a fondo, y fue así como me enteré de lo sucedido. Como mencioné, la FIFA es muy estricta con las condiciones del transporte en las ciudades mundialistas, y el no cumplir con todos los requisitos puede significar perder la sede y con ello, por supuesto, millones de dólares, en este caso de randes. Así que PE y Sudáfrica no podían correr ese riesgo, y al no poder llegar a un acuerdo de largo plazo con los involucrados, principalmente los transportistas, tuvieron que negociar un esquema provisional que atendiera las necesidades de la Copa del Mundo, bajo la promesa de un acuerdo futuro.

Y así fue: el sistema funcionó para trasladar a aficionados de Corea, Grecia, Inglaterra, Alemania y Chile, entre otros países que se enfrentaron en el estadio de la Bahía de Nelson Mandela. Pero tan pronto España se llevó la Copa y los reflectores se alejaron de PE, los transportistas volvieron a tomar las calles con su caótico sistema de vagonetas saturadas, desorganizadas e inseguras (cualquier parecido con nuestras combis es mera coincidencia), impidieron la operación de los autobuses del Libhongolethu, invadieron los carriles confinados y sin poder usar las estaciones, la carga y descarga de pasajeros volvió a su caos habitual.

Durante varios años, las autoridades no lograron llegar a un acuerdo con los transportistas, y la millonaria inversión en autobuses e infraestructura estuvo a punto de perderse. Afortunadamente, hoy, después de cuatro años y otra Copa Mundial, al parecer Libhongolethu por fin está resurgiendo, logrando beneficiar la movilidad diaria de los sudafricanos y no únicamente cubriendo apariencias ante el mundo.


Así que espero que este Mundial deje a los brasileños mucho más que el amargo sabor de la derrota y que los grandes pasos que dieron para mejorar la movilidad de las ciudades mundialistas no sólo cubra necesidades creadas temporales, sino que sean sistemas eficientes que perduren y logren mejorar la movilidad y calidad de vida de todos sus habitantes.

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