Brasil: la economía del fútbol y
los problemas sociales
Forbes - martes, 8 de julio
de 2014
La imagen de Brasil casi todos
los días es agraviada en los medios, que a través de sus corresponsales lanzan
comentarios de sorpresa en radio y televisión ante la pobreza y falta de
infraestructura que hallan a su llegada.
Los brasileños lo intuyen. Cuatro de cada 10
consideran que el Mundial afectará la imagen de su país alrededor del mundo,
mientras que casi el mismo número dice que los beneficiará; el resto considera
que no tendrá ningún impacto tener el reflector encima.
Ser anfitriones de la Copa del Mundo le
preocupa a los brasileños: al menos seis de cada 10 consideran que se está
gastando mal el dinero que bien podría ir a educación, salud y servicios
públicos, temas comunes en las protestas populares y huelgas que comenzaron a
multiplicarse desde junio de 2013.
En la realidad, sólo 34% de los brasileños
considera que la Copa del Mundo, que se calcula atraerá 3.5 millones de
personas a las 12 ciudades brasileiras donde se desarrolla la justa deportiva,
ayudará a la economía y generará más empleos. Esos números son algunos de los
principales hallazgos de una investigación que realizó el Pew Research Center,
a través de entrevistas cara a cara realizadas entre el 10 y el 30 de abril de
este año, entre una muestra representativa de 1,003 adultos elegidos al azar en
todo Brasil.
Para ahuyentar las protestas por el dinero que
están gastando en estadios, promete que invertirán miles de millones de reales
en servicios de transporte público, y que gastarán en salud y educación decenas
de veces más que en las canchas.
¿Cuál es el reflejo de la
economía?
La situación mantiene en alerta
al gobierno. Sabe que hay malestar y el mundo los mira, mientras que su
embajador en México, Marcos Raposo Lopes, forma parte de la minoría de
brasileños que consideran que el Mundial no tendrá impacto, al menos en las
inversiones.
“Aunque un ambiente de calma
resulta más ventajoso para las inversiones, la situación social de Brasil no
ha frenado que las empresas sigan apostando por este mercado”, dice en
entrevista.
Considera que la gente tiene, pero siempre
quiere más. “Mucha gente que carecía de lo más elemental pasó a tener algo, y
al igual que la democracia, con la estabilidad económica queda por sentado que
eso ya es suyo y ahora quieren más —lo que es muy bueno—. Antes la sociedad no
tenía medios de transporte; hoy existe uno deficiente y salen a pedir uno
bueno. Antes sus hijos no tenían educación; ahora el 100% de los niños va a la
escuela, pero la educación es mala, y ahora piden subir el nivel. Antes no
tenían para comer; hoy, con esa necesidad cubierta, quieren un auto. Es un
proceso natural y es lo que hace que los países crezcan. Por más que el
gobierno tenga problemas, las manifestaciones son aplaudidas por el presidente”,
indica el diplomático brasileño.
A decir de Guilherme Ferlin, investigador de
la Pontifícia Universidade Católica do Paraná, México y Brasil, en lugar de
competir con crecimiento, ninguna de las dos crece.
Ferlin señala que el desarrollo de obra pública
con inversión de la iniciativa privada con motivo de la Copa del Mundo 2014,
juega un papel significativo. En una entrevista con The New York Times, una
semana antes de iniciar el Mundial, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff,
justificó los préstamos de los bancos para la construcción de estadios e
insistió en que los brasileños que planean echar a perder la fiesta con sus
protestas son minoría.
Sin embargo, el investigador de
la Pontifícia Universidade Católica do Paraná resaltó que una vez transcurridos
el Mundial y los Juegos Olímpicos de 2016, las inversiones en infraestructura y
el sector servicios verán una desaceleración.
Guillermo González Uribe, consultor
independiente en comercio internacional, considera que México parecería estar
rezagado respecto a Brasil en cuanto a crecimiento económico.
En términos de generación de ingresos, Brasil
ha logrado mantener atractivas tasas de crecimiento, ha mejorado su
productividad industrial y la banca otorga financiamiento a su población, factores
que lo hacen un destino atractivo para las inversiones.
“Las manifestaciones de junio
tomaron como pretexto el aumento en el precio del transporte público, al que se
sumaron demandas sociales insatisfechas, principalmente de corrupción,
precarios servicios de educación y de salud, además de los nuevos impuestos que
se avecinan. Esto muestra las limitaciones estructurales del modelo de
desarrollo brasileño”, señala Ferlin.
El daño colateral
La violencia, en un momento en que el país
está delante de los reflectores, es un problema que preocupa al gobierno de
Brasil.
Pasado el Mundial, después de las elecciones y
transcurridos los Juegos Olímpicos, el diplomático asegura que “no quedará un
país perfecto, a lo mejor ni siquiera un país bueno en términos sociales, pero
sí será un mejor país”.
Por lo menos los mexicanos tal
vez ya no se sorprendan al ver las huelgas y algunas imágenes de desigualdad
que llegan desde las cámaras a través de los ofendidos corresponsales que
esperaban llegar al primer mundo.
“No hay porqué esconder que para
90% de los brasileños el mexicano es un señor que usa un sombrero enorme que
toca su guitarra en una calle polvosa –dice el embajador de Brasil–, mientras que
para los mexicanos la creencia es que en Brasil la gente pasa todo el tiempo en
la playa, jugando futbol y en el carnaval bailando samba.”
Ellos aprovecharán el Mundial
para darse a conocer más en el planeta y para mostrar las oportunidades de
inversión que ofrecen.
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