La mujer más influyente del mundo
tecnológico
BBC Mundo - domingo, 1 de
junio de 2014
Esther Dyson salta para a saludar
a un visitante que llega a la oficina de Nueva York una mañana primaveral. Es
su saludo típico, que refleja un entusiasmo -y una impaciencia- que la
caracteriza desde hace décadas.
A los 16 años, entró a Harvard.
Incluso entonces, dice su amigo
Bill Kutik, un analista en la industria del software, parecía confiada y libre
de temores. Solía caminar descalza en la sala de prensa de Harvard Crimson,
añade, y también en el sótano "donde hacían periódicos en plomo
caliente".
Se destacaba por éstas y otras
razones.
"Durante muchísimo tiempo yo
fui la menor", comenta Dyson. "Es un poco como ser 'la mujer'. Una
distinción inútil".
En su caso, sin embargo, ella no
sólo es mujer, sino que ha jugado un papel importante en el campo de las
computadoras. El New York Times la llamó una vez la "mujer más influyente
de la industria".
Cuando Dyson escucha eso, hace
una mueca.
"Hay un montón de
mujeres", afirma, describiendo a sus colegas en el campo. "Pero
ninguna de nosotras es Bill Gates".
Mientras habla, se sienta en un
sofá en una pequeña habitación en Meetup.com. La compañía fue fundada en 2002 y
ella estuvo entre los primeros inversionistas.
"Visionaria digital"
Esther Dyson
A los 62 años, sigue quitándose
los zapatos en el trabajo y mete un pie debajo del otro. Lleva puesta una
camiseta negra que dice: "Solve for < x >" ("es un lugar
para escuchar y discutir ideas tecnológicas radicales para resolver problemas
globales", según su creador, Google).
Le gusta restarle importancia a
su papel en la industria, pero otros la ven como una "visionaria
digital" (Revista Time). En Silicon Valley es tratada como una estrella de
rock.
"En todos los campos
dominados por hombres suele haber unas pocas mujeres con mucho éxito",
señala Telle Whitney, directora ejecutiva del Instituto Anita Borg para Mujeres
y Tecnología en Palo Alto, California.
"Ella es uno de esos modelos
a seguir que le hace creer a las jóvenes: 'Yo también puedo hacerlo'".
Sin embargo, es difícil para la
mayoría de mujeres emularla, dados sus inusuales antecedentes.
Creció en Princeton, Nueva
Jersey, donde su padre, Freeman Dyson, era médico en el Instituto de Estudios
Avanzados.
"Era el mejor amigo de
(Albert) Einstein", resalta Kutik. Su madre, Verena Huber-Dyson, es
matemática.
Tras graduarse de Harvard, Dyson
se inició como reportera en Forbes. Posteriormente editó un boletín de noticias
de lectura obligada, "Release 1.0", que dirigió durante más de dos
décadas.
También compró una compañía
llamada Rosen Research, que rebautizó como EDventure Holdings, e invirtió en
empresas tecnológicas.
Y, como declaró a un reportero
del New York Times, hizo "un montón de dinero con Google" a través de
una de sus inversiones.
Con todo, dice su amigo Kutik,
Dyson vive principalmente "en el mundo de las ideas".
Actualmente, pasa una cuarta
parte de su tiempo en Nueva York y el resto en San Francisco y otras ciudades.
Una vez se entrenó como
cosmonauta en Star City, Rusia, y ha volado sin gravedad.
"Tiene una actitud de 'No me
importa'. Es 'Soy quien soy'. ¡Y lo hace de una manera tan agradable!",
comenta Vivek Wadhwa, un colega en la Escuela de Leyes de Stanford, que está
escribiendo un libro sobre mujeres en la tecnología. "Puede ser arrogante
sin parecer arrogante".
La socia de negocios de Dyson,
Daphne Kis, presidenta ejecutiva de EDventure Holdings, dice: "Ella no
hace alarde, pero se impacienta. Uno lo nota, cuando habla con ella, que hay un
momento en el que ya está mirando tu oreja, pues está pensando en la siguiente
cosa".
Como presidenta fundadora de la
Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (Icann, por sus
siglas en inglés), trabajó duro para mantener a la red global libre y vibrante.
"Mire lo que es internet
hoy: la columna vertebral de todo lo que hacemos", señala Wadhwa.
"Ella fue una de las luminarias".
Una de las pocas mujeres
inversionistas
En la actualidad, Dyson invierte
en compañías startup o de arranque, un campo en el que apenas el 11% de los
inversionistas son mujeres, según una encuesta de 2011 por la Asociación
Nacional de Capital de Riesgo y Dow Jones.
Dice que todas las solicitudes de
fondos para creación de empresas siguen viniendo de hombres, aunque la cultura
está cambiando.
"Originalmente, Meetup era
18 tipos", dice, mirando el pasillo. "Ahora uno camina por ahí y hay
muchas mujeres".
Su última empresa es un esfuerzo
para ayudar a las mujeres -y a los hombres también- a vivir vidas más
saludables. Su meta, indica, "no es curar el cáncer sino fomentar la salud
para que a la gente no le dé cáncer".
Su organización sin fines de
lucro, HICCup (Consejo de Coordinación de Iniciativa para la Salud), ayudará a
gente en cinco comunidades estadounidenses a convertirse en
"radicalmente" más saludables, señala, así como a recolectar datos
para ayudar a gente en otros lugares a hacer elecciones saludables.
Ella le presta atención a su
propia salud. Nada 50 minutos diariamente -a veces rápido, a veces lento- y
lleva un monitor de actividad. Revisa su muñeca al final de la mañana. La
pulsera brilla, lo cual significa que ha alcanzado su meta de acondicionamiento
físico.
"Son sólo las 11:30",
dice un visitante.
"Esta meta es muy
baja", replica Dyson. "Necesito arreglarla".
Su respuesta refleja un deseo por
mejorar -para ella y el mundo- y ayuda a explicar por qué decidió hacer obras
de caridad en el campo de la salud.
"Si fuera una criada,
desearía una habitación sucia", afirma. "Creo que en la salud
estadounidense he encontrado un cuarto realmente sucio".
"Mis padres son científicos,
los dos. Les gusta el orden".
"Si uno se pregunta '¿por
qué?' y la respuesta no tiene sentido, entonces tiene que arreglarlo".
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