Los siete hashtags de Instagram que usted usa
mal sin saberlo
Vanity Fair - martes, 7 de
julio de 2015
Puede que le hayan hecho popular
hoy, pero lo lamentará mañana. ¿#Love, #happy, #cute, #party? Repasamos los
peligros de los términos que mandan en la red más egocéntrica del mundo.
Le ha pasado. Todos sus amigos se
despidieron un día del bar siendo personas y se despertaron convertidos en
community managers, CM, expertos en social media strategies o como quiera que
se autodenominen pronunciándolo en un inglés afectado. Algunos ejercen esta
nueva profesión; otros sólo se hacen los listos. Hablan de aplicaciones para
conseguir seguidores cuyo nombre ya se le hace a usted cuesta arriba... le
piden que les envíe un DM, le cuentan las vidas de los 'influencers' y saben
cuál es el gran momento para publicar como si fueran un maldito oráculo. No se
enfadan con usted, te hacen un unfollow; no le dan la enhorabuena ni las
gracias, se limitan a un FF; no tienen personalidad, presumen de marca
personal. No dicen que salen de fiesta, no: en su lugar postean #friends,
#party, #night. No comparten, dinamizan. Que no se ofenda nadie, pero el mundo
se ha vuelto completamente loco.
En Instagram el adjetivo que
acabamos de emplear (sí, ese) adquiere una dimensión especial. De todas redes
que manejamos, esta representa el territorio de la felicidad, la belleza y el
buenrollismo. Navegar por su universo gráfico es como vivir dentro de un
anuncio. Es la Coca-Cola en fotos. Pero, además, este lugar encierra una
paradoja. Básicamente, su modo de empleo consiste en fabricar momentos de
felicidad perfectamente estudiada, encuadrada e iluminada para lograr más
felicidad y autoestima, sentimientos que crecen con el número de likes
(corazones en esta plataforma, of course). Es el país de lo guay, de lo
extraordinario…
Decía Jonathan Franzen en Las
correcciones que la triste verdad es que no todo el mundo puede ser
extraordinario, “porque, entonces, ¿dónde queda lo normal y lo corriente?
¿Quién desempeñará la desagradecida tarea de ser una persona relativamente
enrollada?”. Pero no, Jonathan, todos hoy queremos petarlo.
Otra particularidad de Instagram
frente a otras plataformas de lucimiento personal es que no siempre triunfa
quien más controla el mundillo Social Media. Un auténtico paleto digital puede
contar sus seguidores y likes por miles si tiene un poco de arte a la hora de
tunear su vida. Olvidémonos de aplicaciones y estadísticas que miden nuestra
popularidad y de la verborrea de los expertos y veamos qué es lo que realmente
triunfa en esta red a través de sus etiquetas más empleadas.
Después de esto puede convertirle
en un auténtico dios de Instagram o no volver a pisarla en su vida. ¡Suerte!
#love
Es la etiqueta predilecta de los
instagramers. Bese a su novio. Bese a su gato. Abrace a sus amigos, a su
familia... Y hágalo, a ser posible, en un escenario bonito. En Instagram
siempre es verano. Póngale un filtro a su piscina, al río de su pueblo o a su playa
hasta que parezcan las Bahamas. Nada vende tanto como el amor. Si no, que se lo
digan a Kim Kardashian, que va camino de los dos millones y medio de likes en
una fotografía de su boda, una de las más vistas en la historia de esta red.
¿Que cómo es el amor aquí?
Empalagoso como un unicornio vomitando un arcoiris. Cursi como un atardecer en
la Toscana o como esas tarjetas de felicitación en sepia con niños vestidos de
época dándose un pico en un granero. Orgulloso como quien en vez de una pareja
muestra un trofeo. Mentiroso, porque esconde los platos sucios, el pijama con
bolitas o las partes menos lustrosas de nuestra vida. Rentable, como les
sucedió a la pareja formada por Jay y Alexis (3,3 millones de seguidores y
fichados como imagen de Pull & Bear. Las cuentas de parejas tienen un
reportaje en sí mismas). Y también es viajero, presumido, estival, estudiado,
meticulosamente sexy, presuntuosamente musculado y bien vestido... Y bello, por
desgracia parece que el amor sólo pudiera ser algo muy estético.
#instagood
En general, usamos este hashtag
un poco a lo tonto cuando debería remitir exclusivamente a nuestras mejores
imágenes. Surgió, precisamente, de una cuenta que se dedicaba a buscar buenas
fotografías a través del término en cuestión. Además, es una manera de indicar
el tipo de contenidos que nos gustan. Una foto de sus zapatillas de andar por
casa no es Instagood a no ser que algún recurso la haga milagrosamente ser un
retrato digno de premio pero, ciertamente, dudamos que sea posible. En teoría,
#Instagood debe acompañar a imágenes artísticas, bellas. Son esas imágenes de
las que suelen decir eso de: “Guau, parece de un fotógrafo profesional”. Juegos
de reflejos, formas o luces; cielos difuminados, arquitecturas imposibles,
enfoques y desenfoques, colores de otro mundo, animales exóticos, paisajes para
perderse. Y apunte bien esta palabra:
H o r i z o n t e s
Pero volvamos al río de su pueblo
o incluso al lago verdoso del parque junto a su casa: también allí pueden
lograrse imágenes impresionantes gracias a las herramientas de la aplicación y
a un ojo inspirado. Aunque, recuerde, no vale todo. Si no le preguntan: “¿Pero
cómo has hecho esa fotaza?”, no es Instagood.
#me / #Selfie
Llegamos al término que mejor
define nuestro tiempo, el yo. Instagram es a los internautas lo que aquella
fuente a Narciso. Hace dos años esta red ya había superado los cien millones de
selfies, una palabra que va camino de instalarse en todos los diccionarios del
mundo. ¿Hay algo malo en esto? No inherentemente, pues a (casi) todos nos gusta
recibir un cumplido y no pasa nada porque así sea. Pero, con frecuencia, el yo
de Instagram es poco imaginativo, tibiamente creativo y, en definitiva,
escasamente yo.
Tomados con criterio y sin
abusar. los selfies aportan personalidad y hablan de nosotros. Sin embargo, lo
habitual es que más que en postureo, la cosa se convierta en pastoreo. Esto es,
en dejarnos llevar por la forma en la que está de moda mostrarse (filtro Amaro
anti defectos mediante). No en vano, Youtube está cuajado de vídeos que nos
enseñan cómo lograr el selfie perfecto o, lo que es lo mismo, a reforzar el
estereotipo y a fulminar la individualidad. Esto se traduce en un abuso del
plano picado y las luces blancas para los retratos de rostro, aderezados con
sonrisas gigantes o miradas castigadoras ensayadas en intentos que duran hasta
16 minutos de media (¡!).
No, no somos tan guapos como nos
mostramos en Instagram, donde a menudo aparecemos con el mismo gesto e idéntico
encuadre. Pero #Me es también una especial fijación por los pies sobre fondos
de ensueño (¿por qué, señor, por qué?) o por las fotografías de cuerpo entero pensadas
para destacar las mejores partes de nuestro cuerpo. Da igual que no vaya usted
al gimnasio si puede hacerse una foto en él. Qué importa que no sea un runner
si puede lucir un perfecto look de atleta con ropa deportiva de marca y
hacérselo creer a sus seguidores.
#tbt
Es quizás el hashtag peor usado
en esta red. Procede de la expresión "Throwback Thursday", algo así
como “el otro jueves” o “el jueves de ayer”. Se trata de rescatar fotos de
antaño, de la infancia, por ejemplo. Lo suyo es utilizarlo en jueves pero, una
vez más, el personal hace lo que le da la gana. ¿Tiene una foto de su niñez de
esas en las que la cámara analógica de su padre parecía llevar incorporado un
filtro Nashville o Sutro? Adelante, súbala, ya hemos dicho aquí lo mucho que trabajamos
la nostalgia en las redes y lo bien que funciona. Ahora, el cacao que van a
tener nuestros hijos para identificar la época en la que fue tomada una
fotografía va a ser tremebundo, pero esa ya es otra historia.
#cute
Con esta etiqueta designamos lo
mono, tierno, cuqui, lindo, bonito, dulce… Cute son sus manicuras de nubes
(perdón, nails art), los cupcakes de colores y galletitas que son puro
paroxismo, los gorritos con orejas de animalitos... ¿Por qué hablamos con
diminutivos como Ned Flanders? Porque lo cute es así de edulcorado. ¿Qué más?
Sí, toda la fauna doméstica es cute: ¿Tiene un gato? ¡Eso es una mina de likes!
¿Tiene un erizo? Le ha tocado el euromillón digital. ¿Tu mascota es un
cachorro? Es usted el amo. ¿Tiene un cachorro y un hijo y se han quedado
dormidos juntos en el sofá? Es usted Dios. ¿Tiene gato, perro, hijo y sofá? Va
a romper internet.
Corazones, colorines, algodón
dulce, gominolas, cabellos teñidos de lila, de rosa pastel y de aguamarina,
fotos a frases como “Escucha a tu corazón”… ¿Aún tiene dudas? Piense en Hello
Kitty: todo lo que le recuerde remotamente a esa gata japonesa que se resiste a
irse de nuestras vidas entra en este apartado. Venga, más: maquillaje esmerado,
trenzas, batidos verdes que sabrán a rayos pero que dan taaaan bien en cámara
(¿en serio tienen tiempo de prepararse esos menús a diario?), outfits como de
darse una vuelta por el paseo marítimo, tatuajes de pajaritos. Flores,
bombones… ¿Todavía no se te ha subido el azúcar?
#followme
Volvemos al amor. O algo. Esta
etiqueta puede referirse a una demanda para que le sigan en la red, claro. Pero
de un tiempo a esta parte está copada por esas imágenes en las que el fotógrafo
tiende la mano que tiene libre a su pareja para seguirla por el mundo. A ser
posible con unas buenas vistas alrededor del sujeto del plano. A saber, una
cabeza, una espalda y un trasero. Un almibarado y meloso concepto que, sin
embargo, también hará aumentar tu popularidad.
#happy
¿Está claro, no? Diga sí a las
fotos de fiesta, de playas (“aquí, sufriendo”), de mensajes en la arena, de
bodas, de reencuentros, de cenas, en la puerta de embarque antes de coger un
avión (con ese mensaje de “Vietnam, allá vamos. #happy”). Hágase un retrato
junto a platos pintones, recréese en la espuma del café, pose a muerte en un
festival de música, en un concierto, en una ciudad en el extranjero y,
repetimos, comiendo cosas muy molonas. En Instagram se come bonito, oiga. Y
sano. Por lo visto la morcilla no es felicidad; lo es el rollo Master Chef y lo
natural también.
Lo que decíamos, el mundo se ha
vuelto tan absurdo que los titulares cuentan que este el tiempo de las yummy
girls, chicas delgadas que comen cosas sanas y muy coloridas, smoothies y
yogures con frutas y cereales en poses totalmente antinaturales. La felicidad
de las pequeñas cosas también es decisiva en una red cuyos usuarios aceptan
desafíos como el #100happydays, durante el que cuelgan a diario una imagen que
recoge algo positivo de su biografía. “Llegar a casa y que mi perro me reciba a
lametazos”, “cenita sana”, “nada como quedar un miércoles y ponerte al día con
tus amigas”, blablabla.
Horror. Pero ojito con la
alegría. ¿Realmente necesita decirle a todo el mundo lo contento que está hoy?
¿De verdad cree que la felicidad de los demás es auténtica? Aquí un dato: una
de cada tres personas se siente peor y más insatisfecha con su vida tras
visitar las redes y estudios como el realizado por la universidad de Brunel
afirman que proyectar felicidad en internet es síntoma de baja autoestima y
autoconfianza.
y de bonus track: #Beatiful, #smile, #fun,
#friends, #amazing, #summer, #food, #girl, #fashion...
Son otras de las etiquetas más
utilizadas en el mundo y que redundan en el horno de dicha multicolor en el que
se ha convertido Instagram. Su correcto uso unido al tipo de fotografías
descritas le convertirá en un instagramer de éxito. Aunque no garantizamos que
logre hacerte una persona más feliz. Únicamente parecerlo.
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