Transformación exponencial: lo que nos negamos
a ver
Forbes -noviembre de 2014
Es importante visualizar las dimensiones de los
cambios que se nos avecinan, pero más importante aún es empezar a actuar.
¿Cómo? Aquí te digo.
Habiendo atendido por segunda ocasión durante
2014, uno de los congresos de emprendedores y visionarios tecnológicos más
avanzados del mundo en la ciudad de Coronado, California, tuvimos la oportunidad
de confirmar que no existe una industria sobre este planeta que hoy se mantenga
sin cambios y a punto de ser drásticamente transformada. Estamos en el vértice
de la vorágine donde la evolución tecnológica comienza a acelerarse y no dejará
tarea humana sin una profunda reconfiguración.
En este artículo intentaré explicar y alertar
sobre un único punto, mismo que emprendedores, científicos y visionarios de la
tecnología como Peter Diamandis, Salim Ismail, Daniel Kraft y Ray Kurzweil se
toman muy en serio en compartir: los cambios que estamos viendo son síntoma del
inicio de transformaciones profundas, causadas por la aceleración tecnológica,
que cambiarán radicalmente todo lo que hacemos sobre la faz de la Tierra, por
lo que la mayoría de nuestras creencias tendrán que cambiar.
Ejemplifico: En forma más drástica que la
Primera Era Industrial, los empleos cambiarán: los robots realizarán la mayoría
de trabajos de la clase obrera, la inteligencia artificial y su capacidad de
aprendizaje reducirá la necesidad de ejecutivos en mandos medios. Las empresas
más grandes necesitarán reducir sustancialmente sus estructuras para lograr la
flexibilidad y velocidad que les permita mantenerse competitivos frente a los
ágiles y esbeltos negocios del siglo XXI.
En otros ámbitos, la educación tendrá que
entrenarnos en nuevas prácticas. Las capacidades médicas actuales parecerán
ridículamente primitivas frente a nuevas tecnologías que ya están emergiendo.
La expectativa de vida crecerá sin precedente y la vida misma tendrá nuevos
significados para todos los que hoy ya estamos vivos.
Hoy, subestimamos la magnitud de los cambios:
la industria energética mexicana sigue confiando en combustibles fósiles para
abastecer las demandas de los siguientes años cuando algunas nuevas tecnologías
renovables han rebasado su eficiencia, economía y ausencia de daños al planeta
y a la vida humana.
La industria de minería ya encontró mucha mayor
abundancia de recursos fuera del planeta Tierra y sin que esto perjudique las
vidas humanas, como actualmente llega a suceder.
La medicina sigue atendiendo a pacientes
enfocados en una problemática específica y desde el ángulo único del
especialista. La nueva medicina ya puede ser mucho más efectiva, preventiva y
tomando en cuenta toda la información del individuo, desde genética, biológica,
condiciones personales, hábitos y prácticas, microbios y muchos otros datos que
eviten hospitalizaciones, intervenciones quirúrgicas y los gastos que esto trae
consigo.
La industria hotelera ha sido transformada por
empresas como Airbnb que ofrecen hospedaje en casas o departamentos ‘como un
local’ versus hoteles. Sin poseer un metro cuadrado de propiedad, hoy Airbnb
vende más que Hilton.
Dentro de la industria de transporte, cómo no
preferir Über cuando, como usuarios, sabemos que son más cómodos y limpios,
pero, sobre todo, son eficientes (no engañan en trayectos), seguros (no se
corre el riesgo de ser secuestrado o robado), son confiables (no engañan con
tarifas) y siempre facturan (dentro de la legalidad hacendaria hoy
indispensable).
En telecomunicaciones, las nuevas generaciones
saben y pueden conectarse con otros sin el uso de las plataformas de
telecomunicaciones tradicionales. Están por existir satélites del tamaño de
cajas de zapatos que rodearán nuestro planeta a bajas alturas garantizando la
comunicación en tiempo real de manera gratuita.
Hace 10 años teníamos 500 millones de
computadoras conectadas a Internet. Hoy, los aparatos conectados son 9,000
millones. Para el 2022 serán cientos de miles de millones y poco después llegaremos
a los billones de personas, computadoras y objetos digitalizando sus propios
contenidos, incluyendo bienes y servicios que hoy todavía son tangibles (por
ejemplo, fotografías impresas). Estamos muy en los inicios de la explosión de
inteligencia que se sumará a esa conexión virtual, así que no hemos ni
comenzado a ver los cambios que esto traerá para todo el mundo.
Cuando se está dentro de grandes instituciones
y grandes corporaciones, intentar traer innovación o intentar ser disruptivo es
muy difícil. El sistema inmune de las compañías más grandes está hecho para
atacar lo que se sale de lo previsto y lo regulado. Pero no sólo las compañías,
también nosotros como individuos; todas las estructuras y creencias que nos
sostienen están hechas para soportar las embestidas del riesgo y del cambio.
No es de extrañar que la humanidad, y también
los mexicanos, tropezaremos en la adaptación a lo que viene; sin embargo, es
importante estar no sólo preparados, sino aprovechar la ola de cambio para ser
parte de quienes provocan y moldean esta transición en el mundo y la humanidad.
David S. Rose, CEO de Gust, entrepreneur en
serie y “business angel”, asegura que cualquier compañía diseñada para ser
exitosa en el siglo 20 está destinada al fracaso para el siglo XXI. Su análisis
se basa en que las empresas del siglo pasado fueron delineadas para una
economía de escasez cuando la digitalización de las cosas de este siglo tiene
un efecto democratizador sobre los bienes y servicios revirtiendo la economía a
una de mayor abundancia, por completo opuesta.
Hoy es indispensable entender que nuestra
situación personal y profesional necesita reinventarse. Es importante
visualizar las dimensiones de los cambios que se nos avecinan, pero más
importante aún es empezar a actuar. ¿Cómo? De manera simple y clara,
apalancando, lo que sea que estemos haciendo, en las nuevas tecnologías que
están apareciendo o están por aparecer, intentando y aprendiendo.
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