La inequidad, una bomba para América Latina
Deutsche Welle - jueves, 27 de noviembre
de 2014
Si creciera la
pobreza no sería tan grave para América Latina como que siga creciendo la
diferencia entre ricos y pobres, afirma un estudio de ONU-Hábitat presentado en
Estrasburgo.
Para una América Latina que crece
económicamente, su desigualdad –la mayor del mundo– es una bomba de tiempo. “A
medida que crece la desigualdad, crece la violencia en las ciudades, crece la
criminalidad”, explicó a DW Eduardo López Moreno, de ONU-Hábitat, en la
presentación de su estudio Construcción de ciudades más equitativas. Políticas
públicas para la inclusión.
Una inequidad notoria en todo el
continente ha detectado López Moreno, especialista en geografía, sociología y
arquitectura urbanas. En su estudio analizó índices y estadísticas de 320
ciudades latinoamericanas y caribeñas a lo largo de dos décadas.
Crecimiento, pobreza, equidad
Si estaba comprobado que el
aumento del ingreso no crea necesariamente bienestar, este estudio resalta que
–contrariamente a lo que se afirma– si crece la pobreza, no necesariamente
crece la violencia.
“No existe relación estadística
entre crecimiento económico y desigualdad. Hay países que crecieron y redujeron
desigualdad. Otros, con porcentajes de crecimiento similares, crecieron, pero
aumentaron la desigualdad. Y otros que dejaron de crecer: unos aumentaron en
desigualdad, otros no. Lo que sí está comprobado es que si crece la
desigualdad, aumenta la criminalidad. Por otro lado, las ciudades pueden ser
pobres, pero no criminales”, explica López Moreno.
Además, si bien América Latina ha
logrado combatir la pobreza, no puede anotarse grandes logros en el combate de
la desigualdad. Comparando los resultados de las ciudades latinoamericanas en
las últimas dos décadas –no los índices nacionales-, López Moreno afirma:
“excepto Perú y Uruguay, que están en el límite, todo el resto está en la parte
roja del termómetro”. Es decir, 25 por ciento de las ciudades en América Latina
se enfrentan a una desigualdad moderada pero alta, 26 por ciento a una alta y
22 por ciento a una muy alta.
Las murallas, el ejemplo
“En las ciudades
latinoamericanas, ricos y pobres muchas veces están físicamente en lugares
contiguos pero separados por muros, separados por guardias, separados a veces
por violencia social”, apunta el investigador.
En el detallado estudio
–financiado por el CAF, Banco de Desarrollo de América Latina, y la Fundación
Avina– , se compara el aumento de la desigualdad y sus peligros con la
agudización de barrios amurallados:
“Aunque los espacios cerrados han
sido marca de privilegio y estatus, sirven según sus creadores para preservar
los valores del suelo. Recientemente se están expandiendo a zonas de ingresos
medios y bajos en muchas zonas. En Guatemala, por ejemplo, una cantidad
sustancial de colonias y barrios de clase media y baja, que iniciaron su vida
como barriadas de trabajadores, también han cerrado accesos, dado el incremento
de los robos, drogas, secuestros y homicidios”.
Reducir la pobreza no basta
Según el investigador, una de las
fuentes de que la pujante Latinoamérica siga siendo la región más desigual del
mundo, es que se sigue confundiendo pobreza con desigualdad. “Y son dos cosas
muy diferentes. Esto tiene que ver con el número de veces que el rico gana más
que el pobre”. En Brasil –el país más desigual- esto es 49 veces; en Perú –el
menos desigual-, 15”. Ambos, con todo, han logrado reducir la desigualdad.
Por otro lado, en Ecuador y
Colombia –países de alto crecimiento y que han logrado reducir la pobreza–,
entre 1989 y 2010 la inequidad aumentó. En este último, donde más del 40 por
ciento de la población vive en las ciudades, “el proceso de paz va a funcionar
en la medida que las ciudades funcionen, en la medida en que haya políticas de
integración entre el campo y la ciudad, ambos con altos índices de
desigualdad”, afirma el especialista.
Un estallido social
¿Qué genera la desigualdad? En
cada caso es diferente: “Puede ser educación, oportunidades, accesos a
recursos, puede ser magra infraestructura, falta de conectividad. Se requiere
de estudios más focalizados que ya no contemplen a la nación toda, sino que se
vayan a cada ámbito específico, a cada lugar geográfico, a cada espacio
cultural”, afirma el especialista de ONU-Hábitat.
Según lo afirmó en la Asamblea
EuroLatinoamericana en el Parlamento Europeo en Estrasburgo, la organización
espera –con vistas a los nuevos objetivos de desarrollo a partir del 2016-
elaborar junto con la cooperación europea y los países latinoamericanos pactos
y operativos específicos.
¿Y si no se hace nada, si no se
combate la desigualdad? “La principal amenaza es el estallido social, a corto y
mediano plazo”, responde a DW López Moreno. “Esto primero va a generar
violencia, la violencia pérdida de institucionalidad, ésta pérdida de
confianza, erosión de las instituciones y una visión un poco catastrófica del
desarrollo. Hay que entender que la desigualdad conspira contra el desarrollo
de los países”.
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