Acorralado por las sanciones, Putin pone su
arsenal nuclear sobre la mesa
El Cronista Comercial - noviembre de 2014
Nunca tuve mucho tiempo para las mujeres de
Greenham Common. Como estudiante algo reaccionario de los ochenta, consideraba
que ellas –y su campamento junto a la base militar americana para protestar
contra la proliferación nuclear– se equivocaban.
Pasaron treinta años y todavía resiste la paz
nuclear. Pero cada vez estoy menos convencido de que los misiles nucleares
nunca se usarán. Y por tres razones.
La primera es la proliferación de armas
nucleares en países inestables como Paquistán y Corea del Norte. En segundo
lugar, la creciente evidencia de que en varias oportunidades el mundo estuvo
cerca de un conflicto nuclear. Mi tercer motivo es más inmediato: el
significativo aumento de comentarios amenazadores sobre armas nucleares
provenientes de Rusia.
Tanto en privado como en público, los rusos
hacen cada vez más referencia explícita al arsenal nuclear del país. Hace un
par de semanas, fui testigo de una prominente advertencia rusa a una audiencia
durante un seminario privado en Washington. Dijeron que "el presidente
Putin uso el arsenal nuclear sobre la mesa". El mandatario ruso de hecho
aseguró a una audiencia en su país que los ajenos no deberían "mezclarse
con nosotros" porque "Rusia es una de las principales potencias
nucleares".
La semana pasada, el diario Pravda –que era el
vocero soviético durante la guerra fría– publicó un artículo titulado
"Rusia prepara una sorpresa nuclear para la OTAN". Asegura que Rusia
está en paridad con Estados Unidos en armas nucleares soviéticas y alardea:
"En cuanto a armas nucleares tácticas, la superioridad de la Rusia moderna
sobre la OTAN es aún mayor. Los norteamericanos son muy concientes de eso.
Antes estaban convencidos de que Rusia nunca más se levantaría. Ahora es
demasiado tarde".
Mi única duda al escribir ésto es que tengo
pocas dudas de que el único objetivo de toda esta postura nuclear que muestra
Moscú es precisamente que los comentaristas occidentales hablen sobre una
amenaza nuclear rusa. Rusia está desesperado por detener el abastecimiento
militar de Occidente a Ucrania. Por lo tanto, quieren enviar el mensaje de que cualquier
escalada provocaría una feroz reacción desde Moscú y, quien sabe, quizás use
armas nucleares.
Putin parece adherir a lo que Richard Nixon
llamó la "teoría del loco" en cuanto al liderazgo. El ex presidente
norteamericano explicaba: "Si el adversario siente que vos sos
impredecible, incluso temerario, evitará presionarte demasiado". El
presidente Putin quizás haga bien en calcular eso.
Sin embargo, aún asumiendo que todos los
comentarios de Rusia sobre armas nucleares sean para engañar, igual son peligrosos
porque para intimidar los rusos tienen que elevar las tensiones y asumir
riesgos. La semana pasada, el general Philip Breedlove, comandante de las
fuerzas de la OTAN en Europa, contó que Rusia "había ingresado a Crimea
fuerzas que eran capaces de ser nucleares". Si continua el conflicto en
Ucrania, crecerá el peligro de que Rusia y la OTAN interpreten mal las
intenciones del otro.
Los historiadores de la guerra fría demostraron
que los errores y los malos cálculos pusieron al mundo cerca de guerras
nucleares accidentales muchas más veces de lo que creemos. Un reciente informe
del Royal Institute of International Affairs británico menciona varios
incidentes. En algunos el mal funcionamiento de computadoras llevaron a EE.UU.
o a la URSS a creer que estaban siendo atacados con armas nucleares.
La existencia de una "línea directa"
entre Moscú y Washington no es garantía de que ambas partes no cometerán
errores garrafales. Y cualquier movimiento ambiguo, incluso de armas nucleares,
pueden causar un peligroso pánico.
La generación de mis padres se acostumbró a
vivir eclipsada por la bomba. Pero para mi generación, la idea de una guerra
nuclear se asemeja más a una película de ciencia ficción o a una comedia de
humor negro.
Pero los arsenales nucleares del mundo no
fueron abolidos después de la Guerra Fría. Lamentablemente, ahora podríamos ser
testigos del regreso de una era donde las amenazas nucleares ya no son
consideradas ciencia ficción.
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