China quiere reemplazar a Estados Unidos
El Confidencial - martes, 18 de noviembre
de 2014
Moscú continúa enviando tropas a Ucrania y
parece evidente que la Rusia de Vladimir Putin plantea un desafío frontal a
Estados Unidos y al mundo occidental. Pero, a largo plazo, el mayor desafío no
es un ataque militar ruso, sino los movimientos pacientes, constantes y no
militares de China. Rusia es un gran poder en declive. Su economía solamente
equivale al 3,4 por ciento del PIB mundial. Mientras, y de acuerdo al Banco
Mundial, la de China se estima en casi un 16 por ciento y es ya casi cuatro
veces el tamaño de Japón y cinco veces el de Alemania.
Los presidentes Obama y Xi Jinping merecen los
elogios que están recibiendo por su acuerdo histórico sobre el cambio
climático, que sugiere que los Estados Unidos y China avanzan hacia una
relación nueva y productiva. Aunque resulta que, incluso mientras este acuerdo
se está negociando, el gobierno de Xi ha estado realizando planes para una
política exterior muy diferente, una política que busca reemplazar el sistema
estadounidense internacional construido luego de 1945 por uno propio. Si China
continúa por este camino, constituiría el cambio más significativo y peligroso
en la política internacional que haya tenido lugar en los últimos 25 años.
Se ha reconocido abiertamente que Xi dirigió el
aumento de la retórica nacionalista en los últimos años, retórica que en gran
parte fue antiestadounidense. En realidad, dicha retórica nunca había
desaparecido. Incluso en los años mucho más apacibles de Hu Jintao, se percibió
un incremento en libros como The China Dream: Great Power Thinking and
Strategic Posture in the Post-American Era, que explícitamente apelaba a Pekín
a buscar la supremacía mundial, reemplazando la de los Estados Unidos, y así
ofrecer al mundo un liderazgo más inteligente y benevolente.
Aunque la retórica nacionalista ha estado
circulando en China durante mucho tiempo, su intensidad parece haber aumentado
bruscamente. En un recuento realizado por el periódico internacional Christian
Science Monitor, se encontró que el número de polémicas anti-occidentales
publicadas en el periódico People's Daily en el año 2014, se ha triplicado en
comparación con el mismo período del año pasado. Tal vez resulta aún más
importante que China ha dado comienzo a una campaña paciente, discreta pero
persistente, para proponer alternativas a los acuerdos internacionales en Asia
y más allá. Hay algunos en Pekín que desean pasar de ser antiestadounidenses a
post-estadounidenses.
El verano pasado, China encabezó un acuerdo con
Brasil, Rusia, India y Sudáfrica (el resto de países que conforman el club
BRICS) para crear una organización financiera que presentaría un desafío al
Fondo Monetario Internacional. En octubre, Pekín creó un Banco Asiático de
Inversión para infraestructura, de 50 mil millones, específicamente como una
alternativa al Banco Mundial. Y la semana pasada, Xi declaró que China
invertiría 40 mil millones para “restablecer” la antigua ruta comercial de la
Ruta de la Seda para fomentar el desarrollo en la región. “Mientras crezca la
fuerza nacional” dijo Xi, “China se encontrará más preparada y dispuesta para
proporcionar más bienes de interés público para la región de Asia y del
Pacífico y del mundo entero”.
Sería un gran paso adelante si China produjese
una mayor cantidad de “bienes de interés público” (en referencia a las cosas
que las personas necesitamos y disfrutamos pero no pagamos, como por ejemplo,
parques nacionales o el aire limpio). Pero, aparentemente Pekín quiere
financiar bienes de una manera que reemplaza el sistema internacional
existente, en vez de reforzarlo. En los últimos años, China ha realizado serios
esfuerzos para excluir a una nación en particular de todos sus planes: los
Estados Unidos.
Fue defensora de una “Cumbre del Asia Oriental”,
un foro asiático que estaría libre de la influencia estadounidense y que no
funcionó. Xi dio un importante discurso en mayo acerca de la seguridad
asiática, en la conferencia sobre la interacción y las medidas de fomento de la
confianza en Asia, un grupo poco conocido del cual Pekín es devoto y cuyo mayor
mérito parece ser la ausencia de la participación norteamericana. Xi dijo en
este discurso: “Los pueblos de Asia tienen la responsabilidad de ocuparse de
los asuntos de Asia... y de defender la seguridad en Asia”. Obviamente, hay
solo un país fuera de Asia que claramente juega un rol central en el
mantenimiento de la seguridad de la región.
Que China encaje en un sistema existente, va en
contra de sus tradiciones históricas más profundas. En su reciente libro World
Order, Henry Kissinger comenta que China nunca ha estado a gusto con la idea de
un sistema global con estados igualitarios. “[Históricamente] China se
consideraba a sí misma, de alguna manera, el único gobierno soberano del
mundo... La diplomacia no era un proceso
de negociación entre múltiples intereses soberanos, sino una serie de
ceremonias ideadas cuidadosamente, en las cuales se otorgaba la oportunidad a
las sociedades extranjeras de afirmar su lugar asignado en la jerarquía
mundial”. Aquella en la que China ocupaba el primer lugar.
Estos son indicios preocupantes, no porque haya
indicios de que los esfuerzos de Pekín vayan a triunfar. Tal vez no lo hagan.
Muchos de sus planes han despertado oposición. Sin embargo, si China utiliza su
creciente influencia para continuar pidiendo a los países que elijan entre los
acuerdos existentes o los nuevos, se podrían crear las condiciones para un
nuevo tipo de Guerra Fría en Asia. Ciertamente ayudará a socavar y destruir el
orden internacional actual, que había sido una base sobre la cual la paz y
prosperidad han avanzado en Asia durante siete décadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario