Juan Carlos I, el rey que guió la transición
democrática en España
Reuters - lunes, 2 de junio
de 2014
El rey Juan Carlos I, el monarca
que guió la transición de España hacia la democracia tras el franquismo y marcó
una época con su estilo abierto y cercano, anunció el lunes la abdicación en
favor de su hijo Felipe de Borbón.
El monarca de 76 años, muy querido
por los españoles durante la mayor parte de su reinado, ha sufrido un descenso
de popularidad en los últimos años tras ser blanco de las críticas por una
serie de escándalos relacionados con su vida privada y por la imputación por
delitos relacionados con la corrupción de su hija Cristina y su yerno, Iñaki
Urdangarin.
Juan Carlos I será recordado por
su crucial intervención en la madrugada del 24 de febrero de 1981, cuando su
condena del golpe de Estado que se estaba desarrollando en el Congreso de los
Diputados supuso el inicio del fracaso de la sublevación de los militares
contrarios a los rápidos cambios que se estaban produciendo en España tras la
dictadura franquista.
"La Corona, símbolo de la
permanencia y la unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones
o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso
democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su
día a través de referéndum", dijo a la nación en el discurso televisado
aquella noche.
Su defensa de la joven democracia
lo ayudó a convertirse en uno de los reyes más populares de Europa y a tener en
España una corriente de adeptos al "juancarlismo" a la que se sumaron
incluso políticos republicanos que valoraban su estilo abierto y campechano.
"A todos nos deja una
impagable deuda de gratitud", dijo el presidente del Gobierno, Mariano
Rajoy, durante el anuncio institucional de abdicación del Rey el lunes.
Juan Carlos de Borbón fue
proclamado Rey en noviembre de 1975, cuando habían pasado sólo dos días de la
muerte del dictador Francisco Franco, iniciándose así la transición a una
monarquía parlamentaria que ha logrado consolidarse con el paso de los años, pero
sobre todo, a raíz del fallido golpe de Estado.
"Si el Rey no hubiera estado
el 23 de febrero, el golpe militar hubiera triunfado, de eso no tengo ninguna
duda", dijo en una entrevista con Reuters el veterano líder comunista
Santiago Carrillo, exiliado durante la dictadura franquista, pocos años antes
de morir en 2012.
La monarquía ha contado en sus
décadas de reinado con un trato amable por parte de los medios de comunicación
que algunos historiadores consideraban necesario para proteger a la joven y
frágil democracia.
Ese trato, visto por los críticos
como censura, llegó a su fin en 2012, a raíz de un viaje privado del Rey a
Botsuana cuando el país estaba al borde de un rescate financiero y que sólo
trascendió porque el monarca se rompió la cadera.
LADO HUMANO Y ESCÁNDALOS
Juan Carlos Alfonso Víctor María
Borbón y Borbón-Dos Sicilias nació el 5 de enero de 1938 en Roma, donde su
familia se había exiliado tras la proclamación de la II República en 1931.
Posteriormente vivió en Estoril y a los 10 años llegó a España por primera vez,
donde continuó su formación académica y militar.
Uno de los episodios que marcaron
su juventud fue la muerte de su hermano menor Alfonso, de 15 años, en 1956 en
la casa familiar de Portugal. Un comunicado que contó con el visto bueno de
Franco dijo que Alfonso murió mientras limpiaba un arma junto a su hermano.
Sin embargo, el historiador Paul
Preston, en su biografía de 2003 sobre el monarca, dijo que es un hecho
ampliamente aceptado hoy que el dedo de Juan Carlos estaba "en el
gatillo" cuando se disparó el arma.
El monarca se casó el 14 de mayo
de 1962 en Atenas con la princesa Sofía de Grecia y a finales de esa década, en
1969, fue designado sucesor a la Jefatura del Estado, con lo que se saltó un
eslabón en la línea sucesoria, su padre, el conde de Barcelona. Don Juan de
Borbón no renunció a sus derechos dinásticos hasta mayo de 1977.
Apasionado de la vela y el esquí,
ha mostrado su lado más humano en numerosas ocasiones, emocionándose en la boda
de su hija menor, la infanta Cristina, o consolando a los familiares de los
fallecidos en los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid.
Uno de los momentos de su reinado
que pasaron a la historia fue la airada contestación del soberano al presidente
venezolano, Hugo Chávez, en la Cumbre Iberoamericana celebrada en Chile en
2007.
El "¿Por qué no te
callas?" que le espetó al líder venezolano, saliéndose de su tradicional
papel institucional, fue objeto de críticas y alabanzas, y provocó un
interminable torrente de creatividad, surgiendo canciones, camisetas y miles de
chistes sobre el asunto.
La separación de su hija mayor,
la infanta Elena, y la muerte de Érika Ortiz, hermana de la princesa de
Asturias, lo marcaron en el ámbito privado ese año, pero sus peores momentos
llegaron a partir de 2009, con la imputación por presunta corrupción de
Urdangarin, esposo de su segunda hija.
ANTE LA JUSTICIA
La imputación del duque de Palma
por el presunto desvío de fondos públicos a una fundación sin fines de lucro
provocó críticas sin precedentes. En febrero de 2014, la infanta Cristina
declaró como imputada por un presunto delito de fraude fiscal y lavado de
dinero.
El Rey ha tratado de evitar que
el escándalo, la primera imputación judicial de un miembro de la familia real,
salpicara a la institución, apartando a los duques de Palma de los actos
oficiales y afirmando que todos los españoles eran iguales ante la ley.
Los medios comenzaron a canalizar
el malestar ciudadano hacia un monarca que veían lejano, y las voces en favor
de la abdicación se elevaron a raíz de saberse que viajaba frecuentemente
acompañado de una aristócrata alemana, Corinna Sayn-Wittgenstein.
"Lo siento mucho, me he
equivocado y no volverá a ocurrir", dijo compungido el Rey a una cámara de
televisión cuando fue dado de alta en el hospital tras ser operado de la cadera
a raíz del accidente en Botsuana.
Fue el primero de una serie de gestos
para reconducir la situación, que incluyeron desglosar el presupuesto de la
Casa Real, bajarse el sueldo como medida de ahorro, una mayor transparencia de
la arcaica institución y la delegación de numerosas funciones en el heredero,
el futuro Felipe VI.
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