Trieste: la ciudad italiana que quiere ser un
país independiente
La Nación - domingo, 2 de noviembre de
2014
El
movimiento independentista de Venecia, liderado por el empresario Gianluca
Busato, copó recientemente los titulares por un referendo no vinculante
organizado en internet en el que -según Busato- el 87% de la población votó a
favor de la independencia.
Dos horas al este de Venecia, cerca de la
frontera con Eslovenia, otra ciudad apuesta por su independencia.
Trieste tiene una historia culturalmente
diversa.
Durante siglos fue parte del Imperio
Austrohúngaro; durante la posguerra fue para Winston Churchill el puesto
fronterizo sureño de la llamada "Cortina de Hierro" que separaba
Occidente del Este comunista.
Inmediatamente después de la Segunda Guerra
Mundial, Trieste -en la frontera con la entonces Yugoslavia- fue reconocida
según el derecho internacional como estado libre, si bien permaneció bajo
ocupación militar hasta 1954, cuando fue devuelta a Italia.
Pero para los miembros del movimiento
Territorio de Trieste Libre, que ha movilizado a entre 2.000 y 8.000
manifestantes en distintas protestas en los últimos meses, la independencia de
Trieste no terminó.
En una mansión del siglo XIX derruida, a cinco
minutos del mar, Vito Potenza -líder del movimiento- sueña con la liberación.
Tres banderas rojas con el tradicional escudo
de armas de Trieste cuelgan de las ventanas, otra adorna las mesas de su
oficina.
Luchamos por los derechos del pueblo del
territorio libre de Trieste
La insignia está por todas partes: en broches,
tazas, o la página de Facebook de Potenza.
"Luchamos por los derechos del pueblo del
territorio libre de Trieste", sostiene Potenza.
"Luchamos contra el gobierno
italiano".
Después de todo, están bajo ocupación.
Aquí, la ciudad donde se sirve el coctel
veneciano Spritz con queso esloveno sobre pan integral y donde los cafés
costeros ofrecen sus capuchinos con crema vienesa, muchos se identifican
primero como triestinos y después como italianos.
Antaño esta ciudad fue el gran puerto del
Imperio Austrohúngaro; en la Plaza de la Unidad, tres lados están ocupados por
edificios espléndidos de la época de los Habsburgo y el cuarto lado lo ocupa el
mar.
Una placa conmemora el lugar donde Benito
Mussolini anunció su política de leyes raciales contra los judíos. La Iglesia
católica de San Antonio comparte espacio en el gran canal con la Iglesia
ortodoxa serbia; la sinagoga está a dos minutos.
"Somos un pueblo multicultural", dice
Potenza - él es medio italiano, medio croata.
Su movimiento Territorio Libre de Trieste, que
reclama independencia para la ciudad y su interior, está diseñado para reflejar
esa idea de diversidad: concibe el italiano, el esloveno y el croata como
lenguas oficiales comunes.
"Italia ha reprimido nuestra cultura
demasiado tiempo", explica.
Los años fascistas de las décadas de 1920 y
1930, durante los cuales la población eslava de Trieste fue sometida a un
programa de "italianización forzada" no ocurrieron hace tanto tiempo.
Potenza y sus partidarios consideran que
Trieste es legalmente independiente de acuerdo al derecho internacional.
Citan una carta del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas de 1947 que reconoció a Trieste y sus alrededores -incluyendo
partes de lo que ahora es Croacia y Eslovenia- como un estado libre, con el
italiano y el esloveno como idiomas oficiales, sujeto a la designación de un
gobernador reconocido internacionalmente.
Sin embargo, este "territorio libre"
nunca existió en la práctica: durante los siete años de la independencia de
Trieste, sectores del "territorio libre" fueron gobernados por Reino
Unido, Estados Unidos y la exYugoslavia, hasta el Memorando de Londres de 1954,
que devolvió la mayor parte del territorio a Italia.
Según Potenza, esta decisión cuenta como
invasión ilegal: "Durante 60 años, Italia impuso su soberanía sobre
nuestro pueblo. El tratado de 1947 es la ley, es la constitución de nuestro
territorio".
Culturalmente soy italiano, pero tengo genes
croatas, venecianos, eslavos
Su colega Giorgi Deskovich Deschi está
totalmente de acuerdo.
Trieste es la "Jerusalén del clima
frío", insiste.
"Culturalmente soy italiano, pero tengo
genes croatas, venecianos, eslavos. Esta ciudad puede abarcar todas estas
características para convertirse en un verdadero núcleo".
Visualiza un Trieste libre como un
"símbolo poderoso" para el futuro, donde "todas las religiones,
todo el conocimiento, todo el arte" exista en unión.
"Trieste está verdaderamente abierta al
mundo", señala, usando un término masónico, "agape", para
describir su visión sobre la unidad. "Vivimos un gran momento, y Trieste
está en el centro de todo".
Es un Trieste donde conviven "católicos,
ortodoxos serbios, judíos y masones".
¿Masones? ¿Es uno de ellos?
Sonríe con cautela. "Todas las religiones
y ninguna", responde.
Pero los objetivos de Potenza son tanto
económicos como culturales.
Trieste tiene un puerto internacionalmente
importante, destaca Potenza, con cantidad de impuestos a las importaciones que
según él se le deben al Territorio Libre. Potenza denuncia que "el
gobierno italiano rechaza aplicar la ley" y recauda el dinero.
¿Por qué debería la relativamente próspera
Trieste "caer con Italia" que, en su opinión, está en un declive
inevitable?
¿Qué pasa con la mayoría de la gente en Trieste
que está perfectamente feliz de ser tanto triestino como italiano? Potenza se
encoge de hombro.
No pueden negar la ley: "Este proyecto es
más importante".
Es cuestión de tiempo, asegura. Durante el
último año, ha enviado varias cartas y peticiones firmadas a Naciones Unidas,
en demanda de que se reconozca el estatus libre de Trieste.
"No hemos tenido respuesta", señala.
Muchos residentes de Trieste parecen poco
impresionados.
"Están locos", opina un cliente
habitual de uno de los bares más nuevos de Trieste, en el corazón de lo que
alguna vez fue el gueto judío. "¿Cómo puede funcionar?".
La situación de Escocia no es comparable. No
estamos buscando la independencia. Ya somos independientes
Otro hombre es más cortante: "El único
gobierno en el que confío es el Imperio Austrohúngaro".
Aun así, Potenza y Deschi tienen esperanzas.
El referendo sobre la independencia de Escocia
abrió la puerta a más movimientos separatistas en todo el mundo.
No obstante, Potenza advierte contra una
comparación demasiado cercana.
"La situación de Escocia no es comparable.
No estamos buscando la independencia. Ya somos independientes", insiste.
Simplemente, el resto del mundo no se ha dado
cuenta.
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