Armas oxidadas y veteranos de guerra enseñan en
Camboya la historia del país
EFE - sábado, 1 de noviembre de 2014
Un extenso y decrépito arsenal de armas
recolectado en los abandonados campos de batalla de Camboya se exhibe en un
museo en las afueras de Siem Reap, donde veteranos de guerra enseñan a los
turistas la historia bélica del país.
Una amalgama de tanques oxidados, cañones de
artillería pesada inutilizados, un helicóptero de transporte Mi-8 y hasta una
versión china del cazabombardero soviético Mig-19 son parte de esta muestra que
permite a los visitantes interactuar con el armamento.
"Es una buena idea poder hacerte fotos
'molonas' y al mismo tiempo aprender de la historia del país", comenta
mientras carga un oxidado rifle de asalto AK 47 el estadounidense Scott David,
de 24 años de edad y quien hace un recorrido turístico por varios países del
Sudeste Asiático.
Después de tres décadas de inestabilidad
política y guerras civiles durante la segunda mitad del siglo XX, miles de
minas antipersona y bombas sin detonar continúan enterradas en Camboya,
causando decenas de muertos cada año.
"Colocábamos minas, la mayoría de
fabricación rusa o china, para causar el mayor número de heridos posibles. En
el campo de batalla, un muerto se puede abandonar, pero con los heridos se
tiene que cargar y así se restan unidades al enemigo", explica a Efe Sok
Sophorn, veterano de guerra que trabaja en el museo desde enero.
Desde que a mediados de la década de los
sesenta del siglo pasado las tropas norvietnamitas establecieran campamentos en
el lado camboyano de la frontera común, aprovechando que la por entonces
neutralidad del país respecto a la guerra de Vietnam, comenzaron a sucederse
una serie de revueltas que desembocaron en un conflicto bélico interno.
Estados Unidos, que apoyó el golpe de Estado de
1970 en Camboya para ganar aliados en la batalla de Indochina, lanzó entre ese
año y 1973 hasta dos millones de toneladas de bombas en territorio camboyano
para acabar con la guerrilla comunista de Vietnam del Norte y sus socios
locales que se ocultaba en la selva fronteriza.
La ascensión al poder del Jemer Rojo
(1975-1979), aliados del Partido Comunista Chino y la facción norvietnamita,
significó el periodo más negro de la historia reciente de Camboya con la muerte
de 1,7 millones de personas en purgas políticas y deportaciones al campo en
condiciones infrahumanas.
Tras varios enfrentamientos entre las milicias
de los jemeres rojos y vietnamitas, a finales de diciembre de 1978, las tropas
de Vietnam invadieron Camboya a finales de diciembre de 1978 y tomaron en la
capital el mes siguiente, para poner fin a la Kampuchea Democrática de Pol Pot,
líder jemer que pasó a combatir desde la jungla.
"Comencé a luchar para el Ejército de
Camboya en 1979 para patrullar y defender varios pueblos de los ataque de la
guerrilla Jemer que se había establecido en el noroeste del país. En 1982
escapé y me uní al Frente de Liberación Nacional Jemer para tratar de expulsar a
los vietnamitas de territorio camboyano", indica el guía y excombatiente
de 55 años.
En 1984, Sok se desplazaba con el grupo armado
por la provincia de Banteay Mean Cheay, fronteriza con Tailandia, cuando pisó
una mina antipersona que le mutiló la pierna izquierda y le obligó a retirarse
de la lucha.
Se calcula que desde 1970 a 1998, entre 4 y 6
millones de minas fueron colocadas en Camboya, especialmente en las provincias
del noroeste del país donde los combatientes del Jemer Rojo hicieron fuertes
sus posiciones.
Bajo un cobertizo de madera, Sok muestra a los
turistas diferentes modelos de minas antipersona y anticarro que aún a día de
hoy continúan siendo un problema.
La envoltura de miles de bombas que quedaron
enterradas con la carga explosiva activa en los lodazales de Camboya y que
posteriormente fueron desactivadas comparten techo con fotos, banderas y
uniformes de los diferentes periodos de guerra.
Más de 60.000 personas han sido víctimas de la
explosión de minas antipersonales y bombas dormidas desde 1979, según datos del
Centro Camboyano de Acción contra las Minas.
En 1998, Pol Pot murió en Anlong Veng, una
aldea fronteriza del norte de Camboya, tras permanecer arrestado durante más de
un año por sus antiguos seguidores.
Su muerte supuso el fin del Jemer Rojo, que se
desintegró en los meses siguientes en deserciones y peleas internas.
"Ahora tenemos paz, ni jemeres rojos ni
nada. Ya no tenemos miedo como en el pasado. La sociedad se ha unido, nosotros
no hablamos de las pertenencias a un bando u otro (durante la guerra civil).
Vivimos en paz y estamos muy felices por ello. No queremos repetir la historia
pasada", sentencia el veterano de guerra.
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