¿Por qué 2014 será un año diferente?
Forbes - sábado, 1 de marzo de 2014
Precisamente los mercados emergentes ya están
declinando en actividad económica, como consecuencia de la desaceleración del
mundo desarrollado.
Desde la crisis de 2008-2009,
hemos tenido una sorprendente recuperación económica de lo que fue un desastre
comparable casi a la Gran Depresión, con la salvedad que se tomaron medidas que
finalmente (o temporalmente) la evitaron.
Por supuesto, aquella recuperación
económica y de los mercados no ha sido igual en todas las regiones. Europa ha
tardado mucho más en salir de su crisis de lo que Estados Unidos y los mercados
emergentes tuvieron un despegue estelar, ya que tenían los recursos, los
ahorros y la mano de obra barata. Pero, por sobre todo, a un cliente
garantizado (el mundo desarrollado) que lo único que sabe hacer bien es
consumir.
Tratando de comprender el porqué
de aquella recuperación casi ininterrumpida durante 5 años he tratado de
explicar en innumerables ocasiones lo que, a mi parecer, ha sido el catalizador
de aquel milagro económico: el aumento en la deuda de los países desarrollados
para subsidiar y salvar al sistema, como también por la gran cantidad de dinero
que se imprimió. Estamos inundados de dinero, pero el dinero es papel hoy en
día con muy poco respaldo en activo real, he ahí el porqué del alza sostenida
de los bienes: hay más dinero que bienes.
Pero la reacción económica a
estas medidas ha empezado a mostrar signos de agotamiento en algunos mercados y en algunas bolsas, y las
herramientas disponibles ya fueron utilizadas, solo cabría prolongarlas o
incluso redoblarlas para revertir la tendencia. La política monetaria y de
deuda se ha estrechado a un nivel insostenible y cada vez resulta más oneroso
seguir dándole vueltas a la misma rueda, la cual cada vez se pone más pesada y
con ello lenta.
Muchas veces durante este periodo
he mantenido que esta postura terminará siendo insostenible y cada año ha
terminado resultando en una negación a mi creencia. Aun así, la sigo
manteniendo. Y la pregunta del millón es si será cierto o no y, si lo es,
cuando será. Pero no soy lo suficientemente inteligente para hacer aquella
predicción, sólo estoy convencido de que sucederá, el cómo y cuándo, creo, no
lo sabremos. Se preguntarán ustedes por qué tengo una convicción tan obstinada
de que estas medidas terminarán no funcionando, y trataré de explicarlo de una
forma muy simple: porque si todo se pudiera solucionar poniéndole más billetes
al sistema y endeudándose indefinidamente, el mundo alcanzaría (al menos de un
punto de vista económico y de mercados) el status de perfección eterna, o
panacea. Esto los escribí hace tres años en un artículo que tenía como título
“La fuente de la Juventud”. Sencillamente, las panaceas no existen. La dinámica
de nuestro mundo perfecto y a la vez imperfecto lo impiden. La abundancia
eterna no existe al menos en lo que se refiere al aspecto material, todos los
recursos tienen un límite lamentablemente, de otro modo para que se necesita
hablar de la palabra economía. Si los recursos son ilimitados, no se necesita
la economía, aquella ciencia social viene basada en el estudio de cómo
administrar los recursos escasos.
Ahora bien, el porqué del 2014
como un año diferente radica en que precisamente los mercados emergentes ya
están declinando en actividad económica, como consecuencia de la desaceleración
del mundo desarrollado, sumado al alza de tasas en dólares en los EEUU producto
del “tapering”, y dado el hecho de que también aquellos mercados han tenido una
cantidad de inversión de tal envergadura que el ritmo de ésta empieza a
decrecer, y con ello el crecimiento de sus despectivos PIB. A aquello se suma
el hecho de que su monedas han venido en general depreciándose, manteniendo con
ello si bien una mayor competitividad del sector exportador, también un mayor
costo en las importaciones y con ello una merma en el consumo. Al decrecer el
ritmo de actividad en los mercados emergentes, se agota de alguna forma lo que
ha sido el motor en parte industrial y en parte del consumo que sostuvo al
menos temporalmente la economía global durante los últimos años.
Nos encontramos entonces a una
situación diferente a la tendencia registrada y ahora el mundo en su globalidad
entrará finalmente en una etapa de desaceleración. Si bien esto no significa
necesariamente que precipite un cataclismo financiero, sí por lo menos habrá
mucho mayor volatilidad y las bases estructurales volverán a una situación de
tambaleo e incertidumbre. Estados Unidos no cuenta lamentablemente con la
fuerza para arrastrar los vagones, mucho menos Europa y Japón. China por sí
solo aun creciendo a tasas atractivas no es capaz de absorber la gran caída en
la demanda agregada que registraremos.
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