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domingo, 23 de marzo de 2014

dopaje

¿Hubo dopaje en el título mundial ganado por los 'Springboks' en 1995?

AFP - ‎domingo‎, ‎23‎ de ‎marzo‎ de ‎2014           
El título de campeón del mundo de rugby ganado en 1995 por Sudáfrica, uno de los mitos en los que se fundó la nación 'arco iris', recién salida del apartheid, podría verse manchado por la sospecha de dopaje, según un reportaje de una televisión francesa.

En una emisión programada para este domingo, el espacio 'Stade 2', de la televisión pública francesa, pone al descubierto la gran cantidad de enfermedades neurológicas raras que han afectado a la generación de jugadores sudafricanos de la primera mitad de los años 1990.

Un equipo del canal France 2 viajó en enero a Sudáfrica para entrevistarse con varios de aquellos jugadores, como André Venter y Joost van der Westhuizen, dos figuras del título de los 'Springboks' en 1995, así como Tinus Linee, internacional hasta 1994, pero que finalmente no jugó el Mundial.

El primero de ellos sufre una mielitis transversa, un trastorno neurológico que "afecta a una persona de cada millón", según el reportaje. Los otros dos padecen una esclerosis lateral amiotrófica (también conocida como ELA o enfermedad de Charcot), una enfermedad degenerativa que afecta "de 4 a 8 personas de cada 100.000".

Tres hipótesis podría explicar este fenómeno, según el reportaje: la repetición de golpes durante la práctica deportiva, los pesticidas usados para cuidar el césped de los terrenos de juego y el dopaje.

Van der Westhuizen, un provocador medio scrum que fue 89 veces internacional, está postrado desde 2011 en una silla de ruedas, pese a tener sólo 43 años. Tiene dificultades para hablar: "No conozco la causa (de su enfermedad), nadie la conoce", asegura.

Linee, de 44 años, ya no puede hablar, pero niega con la cabeza el supuesto dopaje. "Yo creo que tiene que ver con el rugby", dice en cambio su esposa.

"Lo que me ha marcado, es que mucha gente a la que hemos entrevistado dice: 'no hay cultura del dopaje en el rugby sudafricano'. Pero cuando apagas la cámara, te decían: 'en nuestro país, esto comienza con los jóvenes', 'cuando estábamos con los 'Springboks' o en provincias, tomábamos tal producto'", declaró a la AFP el periodista Nicolas Geay, autor del reportaje. "Las lenguas se sueltan, excepto (François) Pienaar y (Kobus) Wiese, que tienen un discurso formateado", añadió.

Al inicio de los años 1990, de hecho, las circunstancias eran favorables a estas prácticas: el rugby aún no era un deporte profesional, la lucha antidopaje estaba en un estado embrionario y los desafíos políticos de la Sudáfrica posterior al apartheid eran colosales.

El emblemático capitán de los 'Springboks' François Pienaar admitió en su autobiografía la ingesta sistemática de píldoras, pero no el dopaje. "Éramos amateurs, entrenábamos duro. No había nada de ilegal. Eran vitaminas, pero más tarde, se prohibieron, por lo que paramos todo", confirmó a France 2.

"Cuando François habla de píldoras, no es nada más que vitaminas B12. Estábamos dentro de los límites, nos inyectaban B12, cosas para las lesiones. (...) Eso no podía se otra cosa, nunca fui controlado positivo", añadió el robusto segunda línea Kobus Wiese.

"Me asombro de que les hayan dicho que recibían inyecciones", se sorprendió Khalid Galant, director de la Agencia Sudafricana Antidopaje. "Con frecuencia, las curas de B12 estaban acompañadas por toma de EPO para acentuar los efectos. Y la eritroproyetina era indetectable en 1995", añadió.

"No hemos obtenido respuestas, queremos abrir un debate que es tabú", aseguró Geay. "Seguramente nunca lo podremos probar y yo no les acuso de haber tomado EPO, pero la pregunta se plantea cuando se ve la importancia de la B12", se interrogó.

Contactado por los autores del reportaje, el médico de los 'Springboks' en 1995 no quiso hacer declaraciones.

La reunificación sudafricana debe mucho a la imagen de Nelson Mandela vistiendo la camiseta verde de los 'Springboks', un símbolo hasta entonces del dominio blanco, y dando la Copa del Mundo a François Pienaar.


Algunos de los héroes de aquella página de la historia sudafricana parecen dispuestos a pagar cualquier precio por mantener la leyenda, como Van der Westhuizen, quien asegura: "no tengo miedo a morir, soy feliz".

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