La travesía del temido mar de
Drake, ruta inevitable hacia la Antártida
AFP - miércoles, 19 de
marzo de 2014
Furiosas
olas de 10 metros, vientos helados y huracanados: estamos en pleno mar de
Drake, entre Tierra del Fuego y la Antártida, una de las rutas de navegación
más temidas y peligrosas del mundo, camino obligado para llegar al continente
helado.
Luego de 43 interminables horas
en un mar indómito, que marea hasta a los marineros más experimentados, los
tripulantes y periodistas a bordo del "Ary Rongel", el barco de apoyo
oceanográfico de la Marina brasileña, reciben su recompensa.
Está cayendo la noche y, bajo un
cielo aún claro, imponentes montañas cubiertas de nieve y macizos glaciares
azules despuntan en el horizonte, revelando los primeros contornos de la isla
Rey Jorge, en el archipiélago de las Shetlands del Sur, donde está ubicada la
base brasileña.
"Es una emoción muy grande.
El paisaje es fantástico, se respira un aire muy puro, vemos animales
diferentes, como pingüinos y focas. Y es fantástico, gratificante. Eso compensa
la nostalgia de la familia, y la travesía", dice a la AFP el primer
sargento Adilson Pinheiro, que lleva 25 años en la Marina.
El barco transporta personal,
carga y provisiones para la Estación Comandante Ferraz, que concentra los
esfuerzos científicos del Programa Antártico Brasileño.
La base, inaugurada en 1984, está
instalada actualmente en módulos de emergencia hasta que el gobierno construya
un nuevo edificio tras un incendio que destruyó totalmente la estación y dejó
dos muertos, en febrero de 2012.
- Naturaleza bella y hostil -
El mar de Drake, con unos 1.000
km2 de extensión, corresponde a tres cuartos del viaje desde la ciudad chilena
de Punta Arenas hasta la Antártida.
"La travesía del Drake es
temida porque es uno de los peores mares del mundo, si no es el peor. De oeste
a este, recibe muchos vientos, muchos frentes fríos, sin barreras físicas para
interrumpir las olas que en el verano (como actualmente) pueden llegar a ocho o
10 metros. Pero buenos mares nunca forjaron buenos marineros", explica el
capitán teniente Ricardo Magalhães, de 31 años, especialista en navegación y
con 14 años de servicio en la Marina.
Fue justamente su homónimo, el portugués
Fernando de Magalhaes, el primero en realizar esta hazaña en 1520, completando
la travesía entre el Atlántico y el Pacífico, financiado por la corona española
que buscaba una nueva ruta comercial.
Después de muchas noches de mal
sueño, comprimidos contra las náuseas y varios objetos quebrados en el vaivén
constante del navío, una bandada de petreles del Cabo dan la bienvenida a los
boquiabiertos pasajeros del "Ary Rongel".
El trayecto marítimo desde la
Patagonia chilena hasta la Antártida, que lleva cuatro días, revela una
naturaleza bella y hostil.
Al inicio, las aguas son
tranquilas. El navío pasa por el Estrecho de Magallanes y avanza más al sur por
los canales chilenos, un trayecto de unos 600 km que demora 30 horas en ser
recorrido.
Este corredor es conocido también
como Avenida de los Glaciares (o "ventisqueros", como prefieren los
chilenos), debido a las enormes masas de hielo que, a pesar del derretimiento,
aún se acumulan en las montañas en el final de este verano austral.
De allí, el "Ary
Rongel" sigue por el pasaje Richmond hasta llegar al mar de Drake, que
marca el encuentro entre los océanos Atlántico y Pacífico.
- Rutina militar -
El día a día a bordo del
"Ary Rongel", cariñosamente apodado "Gigante Rojo" por sus
tripulantes, es marcado por la rutina militar. El día comienza al alba, a las
07H00, seguido de la primera de las cuatro comidas diarias, siempre en horarios
fijos.
Los comunicados, actividades e
informaciones como la temperatura y cuánto tiempo puede soportar con vida un
ser humano en el mar en caso de caerse del navío, son transmitidos por el
sistema de audio.
Hay 82 tripulantes, todos
militares, con funciones diversas, de cocinero a buzo, de piloto a mecánico, de
capellán a comandante. El equipo a bordo se completa con 23 civiles
-científicos, periodistas- en este barco con capacidad para 105 personas.
En cada misión logística de apoyo
al programa en la Antártida, los militares permanecen a bordo del navío de
octubre a abril, y suelen hacer cinco viajes a la Antártida en este periodo.
Además del "Ary
Rongel", el navío "Almirante Maximiano", también de la Marina
brasileña, ofrece apoyo logístico a las investigaciones realizadas en la base
brasileña u otros puntos de la Antártida, llevando provisiones y equipos y trayendo
de vuelta la basura producida.
Aviones Hércules C130, de la
Fuerza Aérea Brasileña, también prestan apoyo logístico con vuelos programados
saliendo y llegando a la base de Frei, de Chile, dotada de una pista de
aterrizaje de la que carece la estación brasileña.
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