Tras el mundial y las elecciones
la economía brasileña enfrentará problemas
Forbes - miércoles, 12 de
marzo de 2014
La presidenta Dilma Rousseff, o
quien gane la elección, tendrá que implementar profundos recortes al
presupuesto, elevar impuestos y tomar otras medidas dolorosas para hacerse
cargo de los crecientes desequilibrios financieros.
Con el Mundial de fútbol de mitad
de año y las elecciones presidenciales en octubre, muchos brasileños no piensan
más allá del 2014. Pero es probable que el 2015 sea memorable para la mayor
economía de América Latina por las razones equivocadas.
La presidenta Dilma Rousseff, o
quien gane la elección, tendrá que implementar profundos recortes al
presupuesto, elevar impuestos y tomar otras medidas dolorosas para hacerse cargo
de los crecientes desequilibrios financieros.
Los efectos secundarios
probablemente sean más dañinos de lo que muchos inversionistas anticipan, lo
que puede resultar en un cuarto año consecutivo de crecimiento decepcionante en
un país que en la década pasada fue uno de los mercados emergentes más dinámicos
del mundo.
Los economistas actualmente
esperan que el Producto Bruto Interno (PIB) de Brasil crezca un 1.68% este año,
y un 2% en 2015, según un sondeo semanal del banco central.
Sin embargo, la última proyección
es un poco engañosa porque muchos economistas admiten que sus estimaciones se
basan en modelos de computadora que no tienen en cuenta por completo lo que los
políticos harán después de la elección.
“Sin importar quién gane (la
elección), será un año difícil, peor de lo que muchos creen”, dijo Fernando
Henrique Cardoso, quien fue presidente de 1995 a 2003 y aún tiene una
influencia considerable en círculos financieros como líder del principal
partido de oposición.
Un funcionario cercano a
Rousseff, que habló bajo condición de anonimato, coincidió en términos
generales: “Pocas personas están hablando de 2015 ahora. Pero será duro, sin
duda”.
La mayor y más problemática tarea
será recortar el déficit fiscal del país, que inversionistas y agencias de
calificación de riesgo dicen que ha sido muy alto en los últimos años.
Nadie espera que Rousseff, una
izquierdista pragmática, realice dolorosos recortes de gastos mientras hace
campaña para la reelección.
El resultado es que los recortes
deberían de ser mayores cuando comience el próximo periodo presidencial el 1 de
enero del 2015, especialmente si Standard & Poor’s baja la nota soberana de
Brasil, como muchos en Brasilia anticipan.
También es probable que aumenten
los impuestos, además del boleto de autobús, el combustible y otros precios
administrados por el Gobierno, que Rousseff ha mantenido a raya para evitar que
la inflación, actualmente alrededor de un 6%, suba aún más.
Si se hace adecuadamente, las
políticas restrictivas podrían devolver el equilibrio a la economía y recuperar
la golpeada credibilidad de Brasil ante el sector privado.
Sin embargo, incluso en el mejor
escenario, las medidas podrían frenar la demanda doméstica en el corto plazo,
tal vez no tanto como para causar una recesión, dicen funcionarios y
economistas, pero lo suficiente para que sea otro año perdido en términos de
crecimiento económico.
“El 2015 será el gran año de
ajuste”, dijo Marcelo Salomon, economista en jefe para Brasil en Nueva York.
“Lo que debe ocurrir es un shock de credibilidad para que el Gobierno muestre
que no está pensando sólo en el corto plazo”, agregó
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