https://www.facebook.com/wilber.carrion.1 - Twitter: @wilbercarrion  
  Su apoyo es bienvenido, cuenta: BBVA Continental- 0011 0175 0200256843  

domingo, 23 de marzo de 2014

Reflexiones

 Reflexiones para la construcción de una ciencia política emancipatoria

aporrea.org
Recientemente publicamos la primera parte de este artículo sobre Pensamiento Político y Ciencia Política (www.aporrea.org/ideologia/a184642.html). En esta segunda parte hablaremos de Ciencia política para la reproducción o la emancipación, que permite diferenciar la esencia de la ciencia política de la clase dominante para mantener su hegemonía de la que deberían construir y empoderarse las clases oprimidas para acumular fuerza y poder político para abolir el sistema capitalista.

Ciencia política para la reproducción o la emancipación

Cuando el proletariado y demás sectores explotados y oprimidos, en su proceso de emancipación, hacen uso de la ciencia política para transformar la sociedad, las particularidades de cómo se comprende la realidad y cuál es la concepción del mundo que se tenga, será diferente de la que posea el sector dominante, cuya única intención es mantener el estatus político hegemónico. En consecuencia, el método empleado, por ambos sectores antagónicos, será de naturaleza totalmente distinta; en tanto existe una correspondencia con estas particularidades epistemológicas y ontológicas. Por ejemplo, para el que cree en la libertad, no pueden existir justificaciones para ningún tipo de esclavitud (incluida la esclavitud asalariada) y esto incidirá en la apreciación valorativa de la realidad en estudio.

El aprendizaje por experiencia se erige en la sociedad como la más significativa, la más natural, ya que la praxis es lo que diferencia al ser humano de los demás animales. Este no puede ocultar la subjetividad inherente propia de la individualidad humana en sociedad. No podemos hablar de la praxis sin el ser humanoi. Esta es una actividad objetiva que transforma la naturaleza y la dota de sentido humano. Este elemento objetivo y real de la praxis, encuentra su expresión por medio del trabajo. El trabajador o trabajadora reflexiona, de manera permanente durante el proceso de trabajo, sobre su experiencia y logro, lo cual le permite valorar el impacto de sus acciones sobre la base de sus intenciones. Esta acción consciente se constituye en aprendizaje significativo fundamental para el conocimiento científico de la realidad a transformar.

Se trata entonces de que el propio trabajador o trabajadora desarrolle su capacidad y habilidad para investigar y construir conocimiento transformador, desde la propia acción individual y colectiva. De esta manera, el análisis y la reflexión crítica, para conocer la realidad a transformar, se constituye en la principal herramienta que une el pensamiento con la acción cotidiana en la lucha revolucionaria. La posibilidad concreta de diseñar, elaborar, validar y aplicar propuestas conceptuales y teórico metodológicas que fundamenten y orienten la participación protagónica y autónoma de los colectivos en lucha, debe ser el propósito de una ciencia emancipatoria. Esta ciencia debe romper la dicotomía sujeto-objeto, entre el científico y objeto de estudio, entre ciencias sociales y ciencias naturales. Pero sobre todo, debe contribuir a la eliminación de la alienación del ser humano en toda su magnitud y la utilización mercantilista de la ciencia contra la propia humanidad.

Como lo hemos planteado en otras oportunidades, la abolición de todas las formas de propiedad privada sobre el conocimiento, transformará la esencia de las relaciones sociales de producción capitalista. De acuerdo a nuestra concepción del mundo, deberían ser sustituidas por relaciones que permitan el control de la clase trabajadora sobre todas las manifestaciones de poder de la producción y de la sociedadii.

Esta afirmación obliga a hacer dos aclaratorias fundamentales previas: (1) que entendemos por trabajador (a) a todo aquel que haga un trabajo productivoiii para la sociedad en la reproducción de la existencia material y espiritual de los seres humanos, bien sea recreación, salud, educación, cultura o producción de bienes materiales y de servicios. Y (2) que entendemos por clase trabajadora, no a un sector social de acuerdo a niveles de ingreso salarial o indicadores sociales. Tampoco al conjunto de las trabajadoras y trabajadores; ni siguiera a aquellos colectivos que conforman una determinada organización política. Lo que convierte en clase a un conjunto organizado de trabajadoras y trabajadores, es su participación activa, con conciencia de clase para sí, en el propio proceso de confrontación antagónica contra la clase opresora. En otras palabras, la clase trabajadora a la que nos referimos, no tiene que ver necesariamente con el origen social, ni con su ubicación en el proceso productivo dentro de la estructura jerárquica burguesa, sino por la conciencia y participación activa en la lucha por la abolición del sistema capitalista que lo somete a una esclavitud asalariada. Por supuesto, la ubicación en el proceso productivo para la generación de plusvalía le da la potencialidad para confrontar directamente la contradicción fundamental del capitalismo entre capital y trabajo asalariado, que más adelante trataremos.

De una manera muy sencilla podríamos decir, que la política es el arte y la ciencia del poder de las ideas, articuladas racionalmente para definir, predecir y actuar en y sobre la convivencia humana en sociedad. Esta convivencia colectiva va construyendo y reconstruyendo formas de organización implícita o explícita, apoyada y como expresión de los valores, la cultura y el conocimiento científico e histórico de la realidad concreta. Por eso la política requiere de la palabra; de la palabra que sea capaz de convertirse en la de los demás; para que la hagan suya, bien sea por convicción, por resignación o por sumisión.

Durante siglos los sectores dominantes asumen su “superioridad” como un hecho natural, por lo que han desconocido y negado la palabra de los oprimidos, han convertido el derecho a ser escuchado en un privilegio, que solo disfruta una élite, negando el carácter fundamental y básico que tiene para todo ser humano. Por eso, la única manera de someter al silencio a las mayorías, o de invisibilizarlo, es a través de la coacción, el engaño y la manipulación. La sumisión bajo estas condiciones lleva como contraparte la rebelión (la cual se va gestando hasta que se hace visible socialmente). La máxima expresión del engaño y la manipulación de este sistema capitalista, de naturaleza discriminatoria, opresora y violenta, es levantar, a todas voces, las banderas de la democracia, la paz y la igualdad. Lo más doloroso quizá sea que los agredidos terminen creyendo en este mensaje manipulador o, simplemente, ignorando quienes son sus verdaderos victimarios.

La violencia del capitalismo convierte a los oprimidos en seres humanos a quienes se les prohíbe ser, por eso es que la respuesta contundente de los pueblos en lucha es el anhelo del derecho a ser. (…) solo aboliendo planetariamente el sistema capitalista podremos construir un mundo sin pobreza, sin exclusiones, sin explotación y sin discriminacióniv.

En el caso particular de la política, donde se concreta el derecho a la libertad, la justicia y la posibilidad real de decidir sobre lo que nos concierne en nuestra vida en colectivo, así como en casi todas las áreas del conocimiento social, estará marcada indeleblemente por el quién sea el sujeto de producción y difusión científica. Porque en todo caso, tratar de comprender la realidad social siempre se hará como parte de la comprensión de sí mismo. De hecho, los pensadores de avanzada y científicos de la política de la clase dominante tienden a utilizar argumentaciones y propuestas para “mejorar las condiciones de vida de los sectores más desposeídos” conservando la esencia de las estructuras y las relaciones sociales existes. Con estas concesiones pretenden demostrar que escuchan las necesidades del pueblo y evidenciar su sentido “democrático”. Los revolucionarios no pueden caer en esta trampa de supuesta generosidad que reafirma el poder de la burguesía.


El diálogo como encuentro de los seres humanos forma parte de su existencia para incidir en el mundo. Para que la palabra del proletariado y demás sectores oprimidos, sobre la naturaleza democrática de la convivencia colectiva, se imponga sobre la de los privilegiados de hoy, debemos construirla en el diálogo de los que se escuchan entre sí y para construir juntos. Palabras comprometidas con la acción y con la reflexión para que puedan constituirse en praxis transformadora. Como diría Paulo Freire Los hombres no se hacen en el silencio sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión.

No hay comentarios: