Reflexiones para la construcción de una
ciencia política emancipatoria
aporrea.org
Recientemente publicamos la
primera parte de este artículo sobre Pensamiento Político y Ciencia Política
(www.aporrea.org/ideologia/a184642.html). En esta segunda parte hablaremos de
Ciencia política para la reproducción o la emancipación, que permite
diferenciar la esencia de la ciencia política de la clase dominante para
mantener su hegemonía de la que deberían construir y empoderarse las clases
oprimidas para acumular fuerza y poder político para abolir el sistema
capitalista.
Ciencia política para la
reproducción o la emancipación
Cuando el proletariado y demás
sectores explotados y oprimidos, en su proceso de emancipación, hacen uso de la
ciencia política para transformar la sociedad, las particularidades de cómo se
comprende la realidad y cuál es la concepción del mundo que se tenga, será diferente
de la que posea el sector dominante, cuya única intención es mantener el
estatus político hegemónico. En consecuencia, el método empleado, por ambos
sectores antagónicos, será de naturaleza totalmente distinta; en tanto existe
una correspondencia con estas particularidades epistemológicas y ontológicas.
Por ejemplo, para el que cree en la libertad, no pueden existir justificaciones
para ningún tipo de esclavitud (incluida la esclavitud asalariada) y esto
incidirá en la apreciación valorativa de la realidad en estudio.
El aprendizaje por experiencia se
erige en la sociedad como la más significativa, la más natural, ya que la
praxis es lo que diferencia al ser humano de los demás animales. Este no puede
ocultar la subjetividad inherente propia de la individualidad humana en
sociedad. No podemos hablar de la praxis sin el ser humanoi. Esta es una
actividad objetiva que transforma la naturaleza y la dota de sentido humano.
Este elemento objetivo y real de la praxis, encuentra su expresión por medio
del trabajo. El trabajador o trabajadora reflexiona, de manera permanente
durante el proceso de trabajo, sobre su experiencia y logro, lo cual le permite
valorar el impacto de sus acciones sobre la base de sus intenciones. Esta
acción consciente se constituye en aprendizaje significativo fundamental para
el conocimiento científico de la realidad a transformar.
Se trata entonces de que el
propio trabajador o trabajadora desarrolle su capacidad y habilidad para
investigar y construir conocimiento transformador, desde la propia acción
individual y colectiva. De esta manera, el análisis y la reflexión crítica,
para conocer la realidad a transformar, se constituye en la principal
herramienta que une el pensamiento con la acción cotidiana en la lucha
revolucionaria. La posibilidad concreta de diseñar, elaborar, validar y aplicar
propuestas conceptuales y teórico metodológicas que fundamenten y orienten la
participación protagónica y autónoma de los colectivos en lucha, debe ser el
propósito de una ciencia emancipatoria. Esta ciencia debe romper la dicotomía
sujeto-objeto, entre el científico y objeto de estudio, entre ciencias sociales
y ciencias naturales. Pero sobre todo, debe contribuir a la eliminación de la
alienación del ser humano en toda su magnitud y la utilización mercantilista de
la ciencia contra la propia humanidad.
Como lo hemos planteado en otras
oportunidades, la abolición de todas las formas de propiedad privada sobre el
conocimiento, transformará la esencia de las relaciones sociales de producción
capitalista. De acuerdo a nuestra concepción del mundo, deberían ser
sustituidas por relaciones que permitan el control de la clase trabajadora
sobre todas las manifestaciones de poder de la producción y de la sociedadii.
Esta afirmación obliga a hacer
dos aclaratorias fundamentales previas: (1) que entendemos por trabajador (a) a
todo aquel que haga un trabajo productivoiii para la sociedad en la
reproducción de la existencia material y espiritual de los seres humanos, bien
sea recreación, salud, educación, cultura o producción de bienes materiales y
de servicios. Y (2) que entendemos por clase trabajadora, no a un sector social
de acuerdo a niveles de ingreso salarial o indicadores sociales. Tampoco al
conjunto de las trabajadoras y trabajadores; ni siguiera a aquellos colectivos
que conforman una determinada organización política. Lo que convierte en clase
a un conjunto organizado de trabajadoras y trabajadores, es su participación
activa, con conciencia de clase para sí, en el propio proceso de confrontación
antagónica contra la clase opresora. En otras palabras, la clase trabajadora a
la que nos referimos, no tiene que ver necesariamente con el origen social, ni
con su ubicación en el proceso productivo dentro de la estructura jerárquica
burguesa, sino por la conciencia y participación activa en la lucha por la
abolición del sistema capitalista que lo somete a una esclavitud asalariada.
Por supuesto, la ubicación en el proceso productivo para la generación de
plusvalía le da la potencialidad para confrontar directamente la contradicción
fundamental del capitalismo entre capital y trabajo asalariado, que más
adelante trataremos.
De una manera muy sencilla
podríamos decir, que la política es el arte y la ciencia del poder de las
ideas, articuladas racionalmente para definir, predecir y actuar en y sobre la
convivencia humana en sociedad. Esta convivencia colectiva va construyendo y
reconstruyendo formas de organización implícita o explícita, apoyada y como
expresión de los valores, la cultura y el conocimiento científico e histórico
de la realidad concreta. Por eso la política requiere de la palabra; de la
palabra que sea capaz de convertirse en la de los demás; para que la hagan
suya, bien sea por convicción, por resignación o por sumisión.
Durante siglos los sectores
dominantes asumen su “superioridad” como un hecho natural, por lo que han
desconocido y negado la palabra de los oprimidos, han convertido el derecho a
ser escuchado en un privilegio, que solo disfruta una élite, negando el
carácter fundamental y básico que tiene para todo ser humano. Por eso, la única
manera de someter al silencio a las mayorías, o de invisibilizarlo, es a través
de la coacción, el engaño y la manipulación. La sumisión bajo estas condiciones
lleva como contraparte la rebelión (la cual se va gestando hasta que se hace
visible socialmente). La máxima expresión del engaño y la manipulación de este
sistema capitalista, de naturaleza discriminatoria, opresora y violenta, es
levantar, a todas voces, las banderas de la democracia, la paz y la igualdad.
Lo más doloroso quizá sea que los agredidos terminen creyendo en este mensaje
manipulador o, simplemente, ignorando quienes son sus verdaderos victimarios.
La violencia del capitalismo
convierte a los oprimidos en seres humanos a quienes se les prohíbe ser, por
eso es que la respuesta contundente de los pueblos en lucha es el anhelo del
derecho a ser. (…) solo aboliendo planetariamente el sistema capitalista
podremos construir un mundo sin pobreza, sin exclusiones, sin explotación y sin
discriminacióniv.
En el caso particular de la
política, donde se concreta el derecho a la libertad, la justicia y la
posibilidad real de decidir sobre lo que nos concierne en nuestra vida en
colectivo, así como en casi todas las áreas del conocimiento social, estará
marcada indeleblemente por el quién sea el sujeto de producción y difusión
científica. Porque en todo caso, tratar de comprender la realidad social
siempre se hará como parte de la comprensión de sí mismo. De hecho, los
pensadores de avanzada y científicos de la política de la clase dominante
tienden a utilizar argumentaciones y propuestas para “mejorar las condiciones
de vida de los sectores más desposeídos” conservando la esencia de las
estructuras y las relaciones sociales existes. Con estas concesiones pretenden
demostrar que escuchan las necesidades del pueblo y evidenciar su sentido
“democrático”. Los revolucionarios no pueden caer en esta trampa de supuesta
generosidad que reafirma el poder de la burguesía.
El diálogo como encuentro de los
seres humanos forma parte de su existencia para incidir en el mundo. Para que
la palabra del proletariado y demás sectores oprimidos, sobre la naturaleza
democrática de la convivencia colectiva, se imponga sobre la de los privilegiados
de hoy, debemos construirla en el diálogo de los que se escuchan entre sí y
para construir juntos. Palabras comprometidas con la acción y con la reflexión
para que puedan constituirse en praxis transformadora. Como diría Paulo Freire
Los hombres no se hacen en el silencio sino en la palabra, en el trabajo, en la
acción, en la reflexión.
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