¿Somos mercadólogos o mentirosos?
Forbes - martes, 25 de
marzo de 2014
Lo deseable es tener una marca
legítima que entregue valor con creatividad y un mensaje diferenciado, que no
engañe, porque los consumidores no somos tontos. Conoce a los 4 tipos de
mercadólogos y si mienten o no.
La retórica es el arte de
persuadir pero también se le conoce como el acto de “confundir”. A muchos
mercadólogos se nos juzga como seres sin escrúpulos que buscamos vender a toda
costa y en ocasiones sin principios éticos. Mi particular opinión es que
existen diferentes estilos en profesionales de la Mercadotecnia y diferentes
situaciones de empresa, mercado o producto que los orilla a la siguiente
clasificación:
1. Los que subestiman al
consumidor
Esta modalidad se ubica mucho en
el sector bancario, en el que los mensajes tienden a jugar con la supuesta
ignorancia financiera del mexicano. ¿Recuerdan el “Libretón BBVA”? Era un
producto financiero con la tasa más ínfima del mercado pero rifaba cada mes
cientos de electrodomésticos y algunos automóviles. Recuerdo que en su momento
varios amigos sacaron el suyo, argumentando que la tasa no era lo importante
pero si la posibilidad de ganarse una computadora o un coche.
Hace dos años una empresa
automotriz congeló el tipo de cambio en el precio de sus autos, pero no congeló
el precio en dólares. Recordemos que en el mundo de las promociones la empresa
nunca pierde. Esto continúa en el medio financiero, aún existen colegas que
subestiman al consumidor y creen que somos tontos.
2. Los que ocultan información
En el mundo de los alimentos
empacados existen varios trucos para ocultar datos no deseados en las tablas
nutrimentales.
El otro día miraba el empaque de
unas galletas de avena que expresaban la leyenda “Reducidas en grasa”, y
mirando la tabla encontré 2.5grs de grasa saturada (la peor de todas). Esto no
parece malo hasta que los comparé con unas galletas comunes y corrientes, las
cuales tenían 1.2grs de la misma grasa.
Las regulaciones hacia la industria alimenticia han mejorado pero aún
existen huecos legales en los que muchas empresas aún se aprovechan. Es aún
frecuente encontrar marcas que declaran un contenido en grasas totales sin
desglosarlas en Grasas Trans, Saturadas, Poli insaturadas y Mono insaturadas
(como debe ser).
Otro ejemplo de hace unos años lo
viví con una marca de Tequila, la cual ostentaba la leyenda “100% de Agave
Natural”, lo cual es diferente a decir “100% Agave”. El primero probablemente
tenía destilado de otras frutas o granos pero algo de agave, eso sí 100%
natural.
3. Los que mienten
La mentira puede ser un buen
recurso de corto plazo pero es devastador en el mediano plazo. Una de las leyes
naturales de las marcas indica que éstas deben ser legítimas. Cualquier falla a
la credibilidad de un producto o servicio puede resultar en la muerte de dicha
marca.
Y normalmente cuando un producto
carece de una correcta estrategia de diferenciación o de posicionamiento se
recurre a la mentira como argumento. Recuerdo una campaña de Unefón (telefonía
celular) en la que su argumento de venta era la buena señal y recepción en sus
equipos, lo cual no depende de ellos sino de la red. Dicha campaña no tuvo
relevancia y la estrategia fue cambiada antes de que algo peor sucediera.
4. Los que se aferran al Cliché
Es increíble que aún existen frases
publicitarias como: “La mejor calidad al mejor precio”, “desde 1925” o “Nuestro
servicio nos distingue”, “la empresa #1 en su ramo”, entre otras. Lo peor es
que las frases pueden mentir pero la primera marca en expresarlas se la
atribuye como verdad absoluta.
Esto sucede cuando no existe una
correcta estrategia de diferenciación, que logre sustraer los aspectos
emocionales que permitan “desmarcarse” de sus competidores.
En conclusión, en nuestro agitado
mundo percepción es igual a realidad. No tenemos tiempo de validar todo lo que
nos ofrecen las empresas, y esto lo aprovechan mercadólogos de diferentes
estilos y entornos competitivos. Lo deseable es tener una marca legítima que
entregue valor con creatividad y un mensaje diferenciado, que no engañe (porque
los consumidores no somos tontos) y que sea honesta tanto con sus fortalezas
como con sus debilidades.
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