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domingo, 16 de marzo de 2014

intuición

La intuición, tanto o más importante que la razón

LaNacion - ‎domingo‎, ‎16‎ de ‎marzo‎ de ‎2014                       
Es un antiguo dilema que debieron enfrentar todos los que tienen responsabilidades en las decisiones, muy particularmente en aquellas que pueden marcar un destino desconocido. Se trata de la importancia de la razón versus la intuición, lo cual, en verdad, no tienen por qué ser antagónicas, sino que depende del momento y lugar. Tal vez lo más difícil es acertar con esta situación, cuándo volcarse hacia uno u otro lado del péndulo.

En la historia reciente, a principios del siglo XX y bien avanzada hasta mediados de los 70, todo era más previsible, por lo que la razón era la fuente para abrevar en caso de tomar cualquier decisión. La demanda era que todo lo que se propusiera estuviera basado en estudios fundamentados, mediante cifras, estadísticas, pronósticos. No había cabida para los locos que aparecían con propuestas extravagantes. Cada presentación de un proyecto exigía una serie de cálculos de probabilidades y abundaron las metodologías de razonamientos minuciosos, donde se esperaba que las probabilidades de error se redujeran al mínimo.

Pero los tiempos han cambiado mucho y la previsibilidad hizo mutis por el foro, convirtiéndose todo en un movimiento cambiante, en esa modernidad líquida que define Zygmunt Bauman con acierto. Entonces, la intuición fue ganando terreno por encima de la racionalidad a ultranza.

El tema es abordado por el portal Workforce Management Online y cita a un conocido protagonista de la invasión a Irak y luego secretario de Estado norteamericano, Colin Powell. En su libro My American Journey (Mi viaje americano) aconseja: "Desentierra toda la información que puedas, luego muévete por tus instintos. Todos nosotros tenemos una cierta intuición y cuanto mayores nos hacemos más confiamos en ella. Yo uso mi intelecto para informar a mi instinto. Luego uso mi instinto para comprobar todos los datos".

El método mencionado por Powell puede aplicarse a la mayoría de las novelas policiales donde interviene un detective sagaz. Hay datos, indicios, pero el cuadro general y la identificación del asesino son el resultado de una intuición. Un detalle que falta o sobra es suficiente motivo para generar sospechas sobre otro camino posible.

Por lo general, los emprendedores de cualquier época se han basado en la intuición. El problema se generaba cuando la empresa crecía y todas las innovaciones seguían dependiendo de una sola persona. El resto hacía lo que ésta indicaba, por confianza u obligación. Pero una situación así no puede extenderse en el tiempo y mucho menos en la actualidad.

Es importante contar con información, como afirma Powell, y ésta está más que disponible en todos los recursos informáticos que contamos, pero el cierre, la visión hacia dónde dirigirse es la clave y no depende de una estricta definición lógica-matemática. Es en este punto donde se hace necesario alentar a todos los colaboradores de la empresa a expresar su ideas libremente, ya que el gran tesoro puede estar escondido allí, en la creatividad de las personas. Podría imaginarse a toda la organización como una gran sesión de brain storming permanente, donde todas las ideas, por más absurdas que parezcan, sean escuchadas, abandonando el monopolio de las ocurrencias geniales.

Debe sumarse una importante tolerancia al error, que también puede ser muy productiva.


Viene aquí el caso de Cristóbal Colón, quien se equivocó de medio a medio respecto de una ruta alternativa al Oriente y se encontró con todo este terreno que habitamos. Un Nuevo Mundo.  

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