Huaxi, el
pujante pueblo de China donde todos viven como millonarios
LaNacion -
lunes, 17 de marzo de 2014
Es un pueblo
construido en medio del campo, a poco menos de una hora de Shanghai. Hace
apenas 50 años era una comunidad agrícola pobre, típica del este de China,
hogar de 2000 campesinos. Hoy, Huaxi es un pujante pueblo que tiene una réplica
de la Casa de Ópera de Sidney, del Arco de Triunfo en París y hasta de la
Estatua de la Libertad, y alberga a más de 380 familias que tienen al frente de
su lujosa casa un auto costoso que no es anterior a 2006 y grandes cuentas
bancarias. Es el pueblo de los millonarios chinos.
El símbolo del
éxito económico del pueblo es una mole de cristal y metal de 328 metros de
altura que costó 470 millones de dólares. Adentro alberga el Longxi
International, un hotel cinco estrellas donde la noche en una suite cuesta
12.000 dólares.
Los 328 metros
exactos que mide la torre no son fruto del azar: es la misma medida que el
edificio más alto de Pekín y suma el 32, número asociado a los negocios, con el
8, asociado a la prosperidad. La atracción principal del edificio es una
escultura de un buey hecha en oro macizo que pesa una tonelada.
A pocos
kilómetros de la torre insignia de la ciudad hay una casita blanca con techo de
paja y una pequeña placa. Fue la primera fábrica de Wu Renbao, el ideólogo de
este prodigio. Allí empezó a producir tornillos con una máquina elemental, con
tan sólo 17 años. La estructura es uno de los símbolos del pasado humilde y
duro del pueblo.
En esta fábrica
de tornillos, Wu trabajaba 14 horas al día, pero con una visión clara. Creía en
el trabajo organizado para producir riqueza. Poco le importaban, según declaró,
la política y los discursos de los líderes.
Sin embargo,
gracias a las buenas relaciones que tenía en el partido, tomó el poder del
pueblo en 1963. En 40 años de trabajo, creó 12 empresas cooperativas, que son
consideradas propiedad de Huaxi, y un modelo de eficiencia que opera en
diferentes rubros, del siderúrgico al textil. El pueblo cuenta, entre otras,
con una fábrica de misiles y con una moderna productora de autopartes.
Los trabajadores
obtienen poco dinero en efectivo por su trabajo y el 95% de sus dividendos debe
ser reinvertido en la comuna. Pero a cambio reciben la posibilidad de vivir
como millonarios, con todos los lujos. Si los habitantes salen del pueblo,
pierden automáticamente estas ventajas. Éste es uno de los principales
distintivos del pueblo, considerado "el más socialista de China",
pues todos trabajan incansablemente para un estándar de vida elevado para
todos.
En 1963, la
población de Huaxi no llegaba a las 1000 personas y los activos colectivos eran
de 25.000 yuanes (4000 dólares). En 2013, el pueblo produjo 58.300 millones de
yuanes (8325 millones de dólares), según la agencia oficial Xinhua.
Para Wu Renbao,
el modelo de Huaxi fue la lujosa Dubai. "Si ellos lo hicieron en medio del
desierto, nosotros también podemos", fue el pensamiento de Wu. Y para
lograrlo pondría por encima de todo un sistema de producción organizado, pues
su lema era: "La producción es lo más importante".
Su hijo mayor,
Wu Xie, que tomó el poder cuando Wu Renbao se retiró, en 2003, completa la
fórmula: "La economía colectiva, que se distingue por la prosperidad
común, es la clave del éxito de Huaxi".
La mayoría de
los pueblerinos nació allí y ha visto con sus propios ojos la transformación.
Otros se instalaron luego de pagar a la comuna, con la instalación de fábricas
o con dinero, el permiso de residencia.
Quienes no
disfrutan de ese permiso de residencia (unas 30.000 personas) no gozan de los
mismos beneficios: ni las casas, ni los autos, ni los privilegios mensuales a
los que acceden los otros habitantes del lugar.
"Es cierto
que vivimos muy bien, pero muchas veces la prensa extranjera exagera un
poco", dice a LA NACION Pan Zhexin, una empleada en un negocio residente
en Huaxi. Aun así, admite que tiene una casa muy bonita y que su familia tiene
un buen auto. "Vivimos tranquilamente, trabajamos mucho, pero la nueva
generación de Huaxi no es tan sacrificada como la anterior", agrega.
Pero no todo son
rosas para Wu, que murió el año pasado de cáncer de pulmón. Sus detractores lo
acusan de haber creado un régimen piramidal en cuya cúspide están sus
familiares y en cuya base están esas 30.000 personas que no tienen el permiso
de residencia y que se ocupan de las tareas de servicio. Para sus opositores,
el hecho mismo de que su hijo lo hubiera sucedido en el poder prueba el
nepotismo del sistema.
Por otra parte,
hay preocupaciones sobre el futuro del pueblo. Al igual que el resto del país,
Huaxi se enfrenta con el desafío de cambiar de modelo de producción. De una
producción barata (por los costos y por la mano de obra) y contaminante se debe
a pasar a una más cara y verde.
"El éxito
de Huaxi se dio en un contexto muy especial, en el momento adecuado y con las
personas adecuadas. Por eso no se puede repetir. Si quiere seguir adelante,
debe cambiar", dice a LA NACION el analista económico Zhang Ping.
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