Regla de oro: equidad
Forbes - viernes, 28 de
marzo de 2014
Establecer una política clara de
retribuciones a familiares y personal, en general ayuda a resolver muchos
conflictos y diferencias que podrían obstruir la finalidad de la empresa y la
armonía familiar. En resumen: se necesita equidad.
Al inicio del comercio las
primeras empresas estaban conformadas por las familias. Juntas se
especializaban en producir cierto producto o servicio, y lo intercambiaban por
otros que les fueran de uso.
Hoy en día cuando pensamos en la
palabra empresa podemos imaginar un gran corporativo en el núcleo de una
metrópoli. Sin embargo, la pequeña, mediana o grande empresa sigue siendo
conformada por familias.
A parte de enfrentarse a una gran
competencia, la empresa familiar corre riesgos internamente. Uno de ellos es la
tendencia a dar preferencia a los miembros de la familia más que a empleados
del mismo nivel o igual de leales a la empresa. Por ello, las compañías
dirigidas por varios miembros de una familia deben establecer una clara
política de sueldos de acuerdo a la aportación de cada uno.
Esta concepción lleva establecida
desde el surgimiento de la Teoría Burocrática a principios del siglo XX por Max
Weber. Aunque generalmente uno asocia burocracia como algo negativo, uno de sus
principios es la impersonalidad en las relaciones de trabajo, es decir que se
hable de puestos y funciones más que de personas o relaciones personales.
A pesar de que una clara política
de sueldos es una práctica que logra implantar en los empleados un sentido de
pertenencia y compromiso, sólo 1 de cada 10 empresas pequeñas y medianas en
México cuenta con una política de sueldos y compensaciones equitativa. En mi
opinión es imprescindible para generar utilidades y trascendencia, por lo que
en las empresas familiares, esta cuestión toma especial relevancia.
Frecuentemente un director o
padre y fundador de la empresa se tiene que enfrentar a preguntas como: ¿Todos
los familiares deberán ganar lo mismo independientemente del puesto que
desempeñen? ¿Cuánto será lo justo, tomando en cuenta que todos son mis hijos,
mis hermanos o mis yernos? ¿No perjudicaré su desarrollo y potencial? ¿Qué
piensan los empleados que los familiares ganen más que ellos sin tener los
calificativos necesarios?
Desde mi punto de vista,
establecer una política clara de retribuciones a familiares y personal, en
general ayuda a resolver muchos conflictos y diferencias que podrían obstruir
la finalidad de la empresa y la armonía familiar.
Además, el ser equitivo es una
actitud que implica tener claramente identificado cuando la familia es “el
dueño” y cuando adicionalmente son empleados, inclusive cuando no son
familiares, es decir los demás trabajadores. Esto se consigue a partir de una
política por escrito donde aparezcan reglas claras y transparentes de
retribución en la empresa. Por ejemplo, un familiar, al ser socio, es candidato
a dividendos (rubro se les retribuye por el hecho de tener la propiedad de la
empresa); al ser empleado, al igual que el resto de la empresa, tiene derecho a
un sueldo y sus respectivas prestaciones. Estos últimos deben justos y
equivalentes a su puesto, desempeño, capacidades y antigüedad.
Es primordial para identificar si
se está siendo objetivo dentro de una empresa familiar comparar los beneficios
que recibe un miembro de la familia contra el de un empleado sin ningún
parentesco pero que se encuentre en la misma jerarquía, función o nivel. Cabe
recalcar que el ser equitativo debe ser un valor altamente considerado, en especial
si se toma en cuenta que a los empleados familiares se les otorga en ocasiones
sueldos 30 o 50 por ciento arriba de los tabuladores del mercado y en otras se
les paga por debajo por el solo hecho de ser familiares.
Por otro lado, la política de
dividendos evitará además que las futuras generaciones sangren el negocio por
encima de sus posibilidades. Esto generará ganancia a la larga pues hay una
tendencia a que las futuras generaciones, habituados a su estándar de vida, se
creen expectativas respecto a lo que la empresa puede o debe generar en cuanto
a utilidades.
Siguiendo las recomendaciones
anteriores se puede satisfacer tanto las necesidades de la familia como la de
los empleados ya que, al ser la compensación económica una de las partes
fundamentales de una empresa, el hecho de que esta sea equitativa generará más
satisfacción de una manera general y especialmente un sentido de pertenencia,
lo que sin duda generará la retención del capital humano.
A manera de reflexión final: es
menester saber que la equidad es pagarle a cada quién según le corresponde a su
puesto, aportación y posibilidades reales dentro de la empresa,
independientemente si es empleado o miembro de la familia.
Sin embargo, no hay que dejar de
reconocer que hay una confusión con la igualdad. Ya lo decía Voltaire: “Cada
hombre, en el fondo de su corazón, tiene derecho a creerse enteramente igual a
los demás hombres; de ello no se desprende que el cocinero de un cardenal deba
ordenar a su amo que le haga la cena; pero el cocinero puede decir: ‘Soy hombre
como mi amo; he nacido llorando como él; él morirá como yo entre las mismas
angustias y las mismas ceremonias. Los dos tenemos las mismas funciones
animales. Si los turcos se apoderan de Roma, y entonces yo me convierto en
cardenal y mi amo en cocinero, lo tomaré a mi servicio”.
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