Para vender, haz que te crean…
Forbes - miércoles, 19 de
marzo de 2014
Credibilidad es igual a
confianza, es igual a seguridad, es igual a certidumbre en lo que te están
prometiendo que obtendrás o lograrás con el nuevo producto o servicio.
Imagínate que te presentan a una
persona que jamás antes habías visto ni de la que habías escuchado, tienes tan
sólo 60 segundos para decidir si la invitas a salir al día siguiente a un
evento en el que estarán tus papás o no: tic, tac, tic, tac, tic, tac. Listo.
¿Qué has decidido, sales con ella /él o no? Muy similar es como funciona con
los nuevos productos o servicios. Con una foto en la web y unas líneas de
información tienes que decidir si te quedas en el nuevo hotel o no, con la
imagen de una revista tienes que decidir si vas a un restaurante nuevo o al
mismo de siempre, por verlo en un aparador tienes que decidir si cambias tu
smartphone por la nueva versión de otra marca o no.
Credibilidad es igual a
confianza, es igual a seguridad, es igual a certidumbre en lo que te están
prometiendo que obtendrás o lograrás con el nuevo producto o servicio. De la
misma manera que sucede entre los seres humanos, la credibilidad se tarda en
ganarse muchísimo tiempo y bastan tan sólo unos segundos para perderla. Muchas
empresas se esfuerzan toda una vida para ganarse la confianza de su público,
son pocas las que han logrado mantenerla a lo largo de toda su trayectoria.
Cuando lanzas un nuevo producto
es fundamental construir credibilidad en que los valores agregados que estás
ofreciendo realmente los obtendrá el cliente, en que el precio que pagarán
realmente es justo, en que realmente es un nuevo producto y no el mismo de
siempre simplemente “maquillado”.
Para lograrlo hay varias
estrategias: una, es lanzar un producto bajo el respaldo de una marca madre que
ya goza de la credibilidad o confianza. Cuando vas a un nuevo segmento tendrás
que convencer y lograr la credibilidad del nuevo, apalancándote de la historia
con el segmento tradicional. Kellogg’s lanzó su marca Special K dirigida a la
mujer moderna preocupada por su figura. Lo hizo con el respaldo total de la
marca madre, pero con una marca, imagen y producto aspiracional y enfocado al
nuevo segmento; pronto logró la credibilidad y la ha mantenido con nuevas
innovaciones en sabores, ingredientes, promociones y extensiones de línea como
barras de cereal.
Y, si comprar y arriesgarte a
probar productos de pocos dólares requiere algo de credibilidad, ahora
imaginemos el esfuerzo que tienes que hacer si lo que estás vendiendo es un
auto, un paquete vacacional por 20 años, la inscripción a una universidad, un
software para administrar los recursos de tu empresa o los servicios de un
arquitecto para construir tu nueva casa, o bien si eres una marca completamente
nueva en el mercado; tenemos el caso extremo, en donde tienes que pasar de nula
credibilidad a 100% de credibilidad, al menos 90%, en muy poco tiempo.
Para ello, lo más recomendable es
anclarte de algo, aprovechar cualquier cosa que te sirva para abrir un espacio
en la mente del cliente para que al menos te escuche. Una vez que tienes su
atención, tienes que tener una frase, conjunto de frases y elementos visuales
que te permitan lograr interés y antojo de conocer más para, inmediatamente
después, comenzar a ser considerado como potencial proveedor, para después
comprobar que eres el ideal y finalmente ser escogido con confianza.
Probar, como vimos en una sección
anterior, es una gran forma de construir confianza. Hoy muchas personas compran
ya ropa, zapatos, electrónicos y accesorios por la web, sin verlos ni tocarlos,
pagando por anticipado, pero esta credibilidad no surgió de manera espontánea:
se construyó a partir de las primeras pruebas, comprando productos pequeños.
Muchas personas hoy siguen sin confiar en las páginas web para comprar
productos o dejar su tarjeta de crédito; otros se han decepcionado después de
alguna clonación, de que recibieron mal el producto o de que no contestaron un
reclamo.
Muchas empresas, al lanzar un
producto, aprovechan la credibilidad que el público tiene en algún personaje
para construirle credibilidad a su nuevo producto. Un caso muy conocido en
México fue Nutrioli, la marca de aceite comestible de la empresa regiomontana
Ragasa. Nutrioli era una marca prácticamente desconocida, sólo la conocían en
Monterrey. Cuando decidieron lanzarse a conquistar el mercado nacional
contrataron a Alejandro Maldonado, un “maestro” de Yoga que salía, y sigue
saliendo, todos los días en un programa matutino de Televisa haciendo Yoga y
dándole consejos a las mujeres, quien, para sumarle a su atractivo físico,
salía sin camisa, descalzo y con unas mayas deportivas muy ajustadas. En cuanto
Nutrioli llegó a los anaqueles, comenzó a ganar terreno: en 7 años había
destronado a la marca líder. Lo mismo han hecho algunas marcas de productos
deportivos utilizando en su publicidad a deportistas reconocidos, como Federer,
Tiger Woods, Nadal, Checo Pérez, Pacquiao, Ronaldo, Messi, y cientos más.
Otra estrategia para la
construcción de credibilidad es aprovechar casos extremos en los que ha servido
el producto o el servicio: la licuadora que muele un teléfono celular o el
quitamanchas que desprende graffiti de carros de lujo. Muchos nuevos productos
han echado mano de esta estrategia demostrando que su producto es bueno para
casos extremos, y si funciona en ellos entonces te funcionará a ti.
Es típico escuchar publicidad o
vendedores de software que dicen que son proveedores del Pentágono o de la
NASA, con el afán de despertar credibilidad en prospectos clientes.
En los productos dietéticos vemos
mucho esta estrategia. Presentarte personas que han bajado muchísimo de peso:
“Así que si ellos bajaron 60 kilos, tú te desharás de esas llantitas en un
abrir y cerrar de ojos”.
Otra estrategia que puedes
utilizar para construir credibilidad es contar una historia sobre cómo se gestó
el producto, a quién se le ocurrió, las sorpresas en el camino, los
descubrimientos que ayudaron a construir los grandes valores agregados, los
testings que hicieron, los obstáculos que tuvieron que sortear quienes luchaban
día a día porque su sueño se hiciera realidad. La historia de Coco Chanel,
llevada hasta la pantalla grande, es la historia de una niña, humilde e
indefensa, apasionada por la costura, que superó las adversidades y llegó a
diseñar la ropa que “liberaría” a las mujeres de su situación de discriminación
y restricciones.
Las historias son fáciles de
recordar, generan empatía y provocan sentimientos positivos de confianza hacia
la marca o el producto. Recuerda: las historias de la invención del Post It,
cuestión de un error en el laboratorio y críticas entre aquellos a quienes se
les presentó por primera vez como un potencial negocio; el joven empresario y
sus esfuerzos con la marca Jack Daniel’s sorteando las estructuras y
restricciones legales durante la prohibición de las bebidas alcohólicas en EU;
la primera computadora en el garaje de Steve Jobs y Wozniak; el momento de
inspiración de Walt Disney durante la primera guerra mundial, sentado bajo un
árbol semidestruido, contemplando desolación y muerte… Sin duda, historias que
jamás olvidarás y se trasmitirán de generación en generación.
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