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jueves, 13 de marzo de 2014

lujo

El gusto y el lujo

Forbes - ‎jueves‎, ‎13‎ de ‎marzo‎ de ‎2014
De Milán a Hong Kong, la colaboración entre lujo y gastronomía toma senderos nuevos e innovadores.

Desde que Armani abriera a primera tienda con café y bar en Milán en los años 90 y que el llamado “concept store” Collete  en el 213 de la Rue Saint Honoré en Paris, se hiciera famoso por su barra de aguas con mas de 100 marcas, el gusto por comer y beber y las compras de productos de lujo, entrecruzan sus caminos.

La marca Trussardi se convierte en un destino no sólo por sus exquisitos bolsos o prendas de piel, pero casi más por el restaurante Trussardi alla Scala, situado en el primer piso del palazzo que alberga su tienda de Milán. La marca conocida por decorar los interiores de Alitalia o tapizar los del los automóviles Alfa Romeo es hoy un destino imprescindible. El café y el restaurante Trussardi, referencia para turistas y locales, ha contribuido a revitalizar el interés por la marca, fundada en 1910.

Otro imprescindible en la capital de Lombardía es el restaurante Gold de Dolce&Gabbana. En este lugar deslumbrante y dorado, que alberga restaurante, bar y café, los diseñadores hacen homenaje a sus raíces sicilianas y nos permiten a la vez descubrir y degustar los platos típicos de su tierra, además de impregnarnos de la estética  desbordante de DyG.

De Milán a Hong Kong, la colaboración entre lujo y gastronomía toma senderos nuevos e innovadores. Es el te de as cinco, la tradición que dejaron los ingleses en la ciudad, la que mejor sirve para firmar esta alianza. El legendario hotel Mandarín Oriental, destino clásico de tai tai, se alía con marcas como Jo Malone, Jimmy Choo, Laduree o Marc Jacobs para personalizar el te de la tarde. Cuando el aliado es una fragancia, la inspiración son los ingredientes. Si se trata de una marca de moda, entonces puede ser el diseñador, sus gustos o su origen.

No es el único caso en la ciudad china. El hotel Ritz Carlton y los diamantes de Graff  colaboran para servir un te por invitación en el que el premio es probarse las maravillosas joyas con diamantes. También Lanvin o Elie Saab se alían con el restaurante Seeva o la cosmopolita brasserie en el centro comercial IFC The French Window, para dar a conocer y permitir a sus clientes experimentar las marcas y los productos.

Es revelador que es en Hong Kong donde el culto a la cocina supera al de cualquier ciudad en Occidente, o donde los vinos alcanzan precios record en subastas, es donde los lazos entre lujo y gastronomía se han estrechado con más creatividad. El gusto, el olfato, el oído, la vista y el tacto se combinan para crear las experiencias más exquisitas. Y es que las marcas de lujo hoy son más que el producto. Representan un estilo de vida  que va unida al placer de compartir una buena mesa, de probar un vino, de disfrutar de la reunión y de la charla.

Qué oportunidad para los países que cuentan con una cultura culinaria de renombre internacional. México, Perú… entre otros, pueden tomar ejemplo de lo que ya es una realidad en Europa y Asía.


Obama decía a los miembros de su campaña que cuando alguien nos habla no recordamos lo que nos dice, pero sí lo que sentimos cuando lo escuchamos. Explicaba a su equipo que esa es la esencia de un discurso memorable. Quizás hoy las marcas de lujo buscan lo mismo que los candidatos a gobernar: quieren que recordemos cómo nos sentimos cuando vivimos la experiencia y que el recuerdo nos haga esbozar una sonrisa.

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