El desafío de ordenar las cuentas
irregulares en el "Banco de Dios"
Infonews - jueves, 13 de
marzo de 2014
Una de las cuentas pendientes
dentro de los márgenes de la Iglesia Católica es la investigación de las
maniobras realizadas por el Instituto para las Obras de la Religión (IOR), más
conocido como Banco Vaticano. Durante su año de pontificado, el Papa Francisco
asumió el desafío y, en reiteradas ocasiones, se ocupó del tema.
A tres meses de iniciar su
papado, el argentino tomó una de las decisiones más esperada por muchos: el
nombramiento de una comisión investigadora para reformar el IOR, envuelto desde
hace años en numerosos escándalos financieros. Fue el 24 de junio del año
pasado, cuando Francisco anunció la creación de una delegación que tendría
carta blanca para investigar todo lo que ocurriese en la sede del llamado
"Banco de Dios".
Según dijo el propio Papa, el
objetivo de la comisión sería conocer mejor "la posición jurídica y las
actividades del Instituto" y "llegar a una mejor armonización del IOR
respecto a la misión de la Iglesia católica". En concreto, aportar
transparencia y claridad a las descontroladas cuentas de la entidad financiera.
La comisión es presidida por el
cardenal italiano Raffaele Farina y compuesta por el español Juan Ignacio
Arrieta Ochoa de Chinchetru, que oficia como coordinador; el cardenal francés
Jean-Loise Pierre Tauran; la jurista estadounidense Mary Ann Glendon y el
asesor de la Secretaría de Estado vaticana, Peter Bryan Wells.
Poco después, el 2 de julio del año pasado, el
efecto Francisco se hizo sentir y produjo la renuncia del director general del
IOR, Paolo Cipriani, y su vicedirector, Massimo Tulli. Ambos abandonaron sus
cargos apenas tres días después de la detención del prelado Nunzio Scarano
–contador en la principal oficina financiera del Vaticano– y dos presuntos
cómplices, acusados de fraude y corrupción.
En el momento de su captura, la
justicia sostuvo que Scarano –apodado "Monseñor 500", por los
billetes bancarios que prefería– tramó un complejo plan para transportar 20
millones de euros en un avión privado de Suiza a Italia sin pagar aranceles
aduaneros. Poco después se descubrió que, además, el prelado transfirió millones
de euros en donaciones ficticias de empresas extranjeras a través de sus
cuentas en el IOR. Según dijo Scarano, el dinero iba a ser utilizado para
construir hogares para chicos en situación de calle. Pero finalmente fue usado
para pagar una hipoteca.
El hombre debió renunciar a su
puesto y las autoridades del Vaticano congelaron sus cuentas bancarias. Tras el
escándalo, el cargo de director del IOR quedó en manos del secretario y hombre
de confianza del Papa Francisco, el maltés Alfred Xuereb, quien fue designado
para vigilar las actividades económicas y financieras de la Santa Sede.
El de Scarano, sin embargo, no
fue el primer escándalo en el IOR. Fundado por Pío XII en 1942 y con
personalidad jurídica propia, a principios de los años '80 la entidad se vio
salpicada por el caso de la quiebra del Banco Ambrosiano, propiedad de Roberto
Calvi, encontrado ahorcado bajo un puente de Londres en 1982. Aunque la Iglesia
siempre rechazó cualquier responsabilidad, sí admitió su "implicación
moral" y pagó 241 millones de dólares de la época a los acreedores de la
entidad.
En enero de 2013 fue bloqueado el
uso de tarjetas de crédito internacionales en el Vaticano, cuando se descubrió
que, en sólo un año, por una cuenta abierta por el IOR en un banco alemán
circularon 40 millones de euros. Algunos cardenales pidieron el cierre del
Banco Vaticano, pero la Santa Sede continúa haciendo énfasis en la "misión
de servicio" que presta a la Iglesia.
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