China: ¿mito o realidad?
Forbes - miércoles, 26 de
marzo de 2014
El espectacular crecimiento de la
economía de China es una realidad, pero es un mito que pueda por sí sola salvar
a la economía mundial.
China, país con una población de
1,300 millones de habitantes, economía de 8.22 billones de dólares que
recientemente ha ido bajando su crecimiento desde el orden del 11% anual a casi
un 7% anual. Se le atribuye ser el motor actual de la economía mundial, la
superpotencia del futuro. Tanto así que muchos padres en diferentes partes del
mundo quieren que sus hijos aprendan el idioma que les ayude a entenderse con
esta cultura que va a predominar económicamente en las próximas décadas.
Algunos datos curiosos sólo a
modo de referencia: India tiene más de 1,200 millones de habitantes y su
población actual crece a razón del 1.3% anual versus un 0.5% anual de China.
Aun así, la economía de India es sólo un 20% de la china en tamaño. Como
contraparte, Estados Unidos tiene solo 300 millones de habitantes, pero una
economía de 15 billones de dólares y la Unión Europea tiene 500 millones de
habitantes y es una economía de 16 billones.
En resumen, China tiene un 19% de
la población mundial, pero un 12% del PIB mundial, mientras EU tiene un 5% de
la población mundial, pero un PIB del 19% de la población mundial y la UE un 9%
de la población mundial, pero un PIB aproximado al 20% de la población mundial.
Todavía el peso de la UE, EU y
Japón representan un porcentaje mayoritario e importante de la economía
mundial. Y en los tres casos se trata de economías con un nivel de
endeudamiento astronómico, tasas de crecimiento económico paupérrimo y con
problemas profundos de nivel estructural en su economía. Y es poco probable que
estas economías en el corto y mediano plazo logren un despegue razonable, dados
los pasivos internos y externos que arrastran.
Otro aspecto a considerar
respecto de China como motor de arrastre es que la gran expansión económica de
las últimas dos décadas tuvo no tanto que ver con el tamaño de su población, sino
con la apertura económica de la adopción del modelo de comercio global y una
versión “controlada” de un nuevo capitalismo. Con ello, China se convirtió en
la industria de producción global, con una mano de obra barata y una
flexibilidad para producción en masa… Se convirtió en el país de las
exportaciones por excelencia, y con ello aumentó el poder adquisitivo de una
parte importante de la población y un enriquecimiento de las arcas del Estado,
que finalmente se tradujo en una importante inversión en infraestructura e
importaciones de bienes de consumo.
El superávit comercial y fiscal
generó una cantidad de reservas astronómicas que fueron exponencialmente
aumentadas vía una moneda no transable en los mercados internacionales y un
tipo de cambio fijo muy competitivo. Mientras que las economías desarrolladas
se dedicaron a endeudarse y consumir, China se dedicó a ahorrar y producir.
Sin embargo, el aletargamiento de
la economía mundial desde el shock del 2007–2008 ha ido lentamente mermando el
ritmo de crecimiento de las exportaciones chinas, lo cual se ha venido
traduciendo también en una reducción de su ritmo de crecimiento. El decaimiento
del flujo neto se ha visto compensado en la última década con un explosivo
crecimiento del crédito interno por parte de los bancos chinos (ver gráfico).
Fuente: Banco Mundial (en moneda
domestica).
En otras palabras, el milagro del
crecimiento chino de la última década, en particular, ha sido sostenido en
parte no menor por una explosión de consumo y gasto en el sector inmobiliario e
infraestructura, gestada en parte importante por la creación de dinero
doméstico. Esto en parte también para satisfacer el nuevo apetito de consumismo
y capitalismo del nuevo ciudadano chino.
Pero como hemos discutido en
columnas anteriores, y por la experiencia sufrida en el mundo desarrollado, el
crecimiento vía crédito es una fórmula que sólo puede resultar mal cuando es
utilizada en forma excesiva. Y el rendimiento del crédito adicional empieza a
convertirse en marginal, como es el caso comprobado de la fórmula de imprenta
de Japón y EU. Por supuesto, a diferencia de estos últimos, China tiene una
cantidad importante de reservas, pero aquellas están en moneda extranjera y no
necesariamente en su mayoría en inversiones liquidas. Por ello, es
presupuestable pensar que las finanzas chinas podrían recurrir al salvataje del
sistema financiero chino, pero con aquello (al igual que EU y Japón) sólo se
lograría tapar el agujero en el piso, y no lograr el arranque de la economía
nuevamente. Tarde o temprano los excesos crediticios se terminan pagando de
alguna forma.
Con el crecimiento de la economía
mundial anémico y la imposibilidad de seguir expandiendo el crédito doméstico a
tasas de crecimiento pasadas, pareciera que China no le toca otra que empezar a
crecer a un ritmo cada vez menor, con el consiguiente impacto en la economía
mundial, que aún se sustenta en una estructura frágil y endeble.
China es una realidad, pero que
puede salvar la economía mundial es un mito.
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