El fascinante mundo de las
flautas de pan
Deutsche Welle - marzo de 2014
Es un instrumento mítico,
asociado con la sonoridad ancestral de Latinoamérica. Pero ¿por qué se da allí
en mayor medida? ¿Qué representa la flauta de Pan para la sociedad moderna?
¿Qué curiosidades rodean su práctica?
Cuenta el mito que la ninfa
Siringa, huyendo del asedio amoroso del no muy agraciado dios Pan, pidió ayuda
a sus hermanas, que la transformaron en cañaveral para librarla de su
perseguidor. Pan quedó entonces conmovido por el susurrante rumor de las cañas mecidas
por el viento y se construyó un instrumento para emular aquel seductor sonido
con su aliento. Así nació la flauta de Pan, siringa o zampoña, como se conoce
en español.
En Latinoamérica, el instrumento
también tiene su parte de mito, pues es un símbolo sonoro del pasado
prehispánico, tal y como revela el experto Edgardo Civallero, que acaba de
publicar el libro Flautas de pan de las tierras bajas de América del Sur: “Los
instrumentos de raigambre prehispánica –no solo la flauta de Pan– han servido como
una especie de 'símbolo' de la realidad indígena, aunque no siempre han sido
apreciados, pues hay que recordar que, hasta hace poco más de medio siglo, la
música indígena era despreciada en buena parte de América”, explica Civallero
en entrevista con Deutsche Welle. “A partir de la década de los años 70, con la
recuperación de ciertas identidades sonoras, esos instrumentos volvieron a
ocupar un puesto importante en el imaginario colectivo y social
latinoamericano”.
Canal de conexión entre pasado y
presente
Además de este valor simbólico,
la zampoña desempeña la función de conectar la sociedad moderna con la
ancestral tradición sonora de la región: “La sencillez de su construcción e
interpretación, su particular sonido, y las posibilidades de arreglos musicales
colectivos que permite, hacen que el instrumento sea uno de los preferidos a la
hora de introducir a los jóvenes en el rico universo de la música tradicional”,
dice Civallero.
En la última década, han surgido
en Latinoamérica muchos grupos que tocan la también llamada flauta de Pan: “Es
un fenómeno muy curioso, que se da sobre todo a nivel urbano”, prosigue
Civallero. “Las numerosísimas bandas de sikuris (intérpretes de sikus o flautas
andinas de doble hilera) copian el modelo de interpretación y el repertorio de
los conjuntos tradicionales del altiplano peruano-boliviano, pertenecientes
sobre todo al pueblo aymara. En la actualidad, la flauta de Pan está muy
asociada al siku altiplánico, y a los valores vinculados a su interpretación”,
continúa el experto.
Un instrumento típico de
Latinoamérica
Pero ¿por qué asociamos el
instrumento precisamente con Latinoamérica? Hay zampoñas en muchas partes del
mundo, pero su mayor presencia en aquella zona geográfica podría deberse a la
abundancia del principal material con que se fabrica: “La mayor diversidad de
especies de caña se encuentra en determinados pisos y nichos ecológicos:
bosques húmedos centroamericanos y sudamericanos y 'cejas de selva' andinas”,
opina el experto.
En un territorio tan extenso, las variantes
del instrumento son amplísimas, tanto en la forma y el material de fabricación,
como en el uso que se da a la música que de ellos se extrae. “Las flautas de
Pan reflejan la inagotable capacidad creadora del ser humano”, asegura
Civallero. Las hay sencillas, construidas por los propios músicos según la
tradición, pero también las hay muy sofisticadas: “En las tierras altas
andinas, son bastante complejas y se tocan en enormes conjuntos de hasta medio
centenar de personas, con un innegable significado ceremonial. Su
interpretación está asociada a una gran cantidad de valores simbólicos, como la
dualidad andina, la solidaridad, la espiritualidad, lo ancestral… Por ello, su
construcción es un trabajo especializado, realizado por los célebres luriris,
un término aymara que significa 'hacedor', 'constructor'”, explica.
Este uso contrasta con el que se
da al instrumento en las tierras bajas: “Allí se utiliza tanto de forma
recreativa en el ámbito personal, como para acompañar danzas rituales o festividades
en momentos muy concretos del año, cumpliendo un poderoso rol simbólico.
Además, en ciertos pueblos indígenas, las flautas de Pan entran a formar parte
del horizonte mítico, apareciendo en sus relatos legendarios”, dice Civallero.
Majestuosa sonoridad
Hay curiosidades que envuelven al
instrumento de un halo ritual: “Las cañas de los rondadores ecuatorianos suelen
sellarse usando grasa de gallina, y no son pocas las flautas de Pan que, de
acuerdo con la tradición, deben emborracharse con aguardiente u otra bebida
alcohólica o ser ‘ahogadas' en una laguna para mejorar su sonido. En las
comunidades indígenas andinas más tradicionales, las flautas de Pan son
instrumentos vetados a las mujeres, ya que se dice que el hecho de soplarlas
podría acarrearles graves problemas de salud e incluso dejarlas estériles”,
relata el experto.
Además de su atrayente sonoridad,
las flautas de Pan cuentan en ocasiones con un aspecto que llama poderosamente
la atención: “Las más hermosas son, en mi opinión, las majestuosas flautas de
Pan andinas, sobre todo los jach'a sikus, enormes ejemplares que pueden
alcanzar hasta dos metros de longitud. En medio del altiplano, a más de 3.000
metros de altura, rodeados por paisajes imponentes e interpretando melodías que
aún siguen enraizadas en la noche de los tiempos, el sonido de esas flautas
causa escalofríos”, concluye Civallero.
Edgardo Civallero es escritor,
músico y bibliotecario. Es autor, entre otros, de los libros Introducción a las
flautas de Pan, Flautas de Pan de las tierras bajas deAmérica del Sur y Las
largas trompetas de Los Andes.
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