LA SUMA DE TODOS MIEDOS DE LA CIA
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Los cargos de espionaje en el
senado no son los peores que enfrenta el organismo de inteligencia.
Todos los televisores del bar de
hotel mostraban segmentos de Dianne Feinstein, presidente de la Comisión de
Inteligencia del Senado, denunciando a la CIA por espiar a su personal, cuando
me reuní con un agente del organismo para tomar un trago la semana pasada.
Esbozó una pálida sonrisa, señaló al
televisor y dijo que se había librado por los pelos de ser asignado a
interrogar a sospechosos de Al-Qaeda en un sitio secreto hace algunos años.
”Supongo que lo habría hecho”,
dijo, insinuando que uno acata las órdenes o renuncia. Pero todas las personas
que participaban en el programa de antiterrorismo sabían lo que ocurría en esos
lugares, dijo, y se alegró de que el organismo hubiera hallado a última hora
otra cosa para él. “Mira lo que ha pasado”.
Cuatro años después de que
Feinstein lanzó su investigación de ese programa de interrogatorio, su comité y
la CIA están enzarzados en una lucha a muerte sobre lo que puede revelarse del
informe de 6300 páginas del panel, el cual permanece aún en secreto. El callejón
sin salida ha atraído una atención renovada a las declaraciones de antiguos
agentes de la CIA y el FBI que respaldan la conclusión no oficial de que el
organismo exageró los éxitos del programa de interrogatorios y minimizó sus
abusos.
A principios de 2008, por
ejemplo, el comité tuvo noticias de Ali Soufan, uno de los principales
exagentes de antiterrorismo del FBI, quien desde entonces salió a la luz
pública con sus críticas contra las técnicas de interrogatorio mejoradas, o EIT
por sus siglas en inglés, que los contratistas de la CIA habían usado con Abu
Zubaydah, el principal cautivo de Al-Qaeda. “Los empleados presentes estaban
escandalizados”, escribió en sus memorias, tituladas The Black Banners (Los
estandartes negros). “Lo que les dije contradecía todo lo que los funcionarios
del gobierno de Bush y la CIA les habían dicho. Cuando se empezó a hablar de si
yo podía demostrar todo lo que decía, les respondí, ‘Recuerden que un agente
del FBI siempre guarda sus notas’”.
Siendo un estadounidense de
origen libanés condecorado por el FBI y el Departamento de Defensa por su
trabajo en el área del antiterrorismo, Soufan presentó el argumento ante el
comité de que funcionarios de la CIA, principalmente José Rodríguez, el exjefe
de antiterrorismo de la CIA que ordenó la destrucción de las cintas de video de
los interrogatorios, mintieron sobre la utilidad de torturar a los detenidos
hasta el punto de modificar las fechas de los documentos para mostrar que no
existía una relación de causa y efecto.
“En esta área, no es cuestión de
memoria, sino de registros factuales”, dijo después a Amy Davidson de The New
Yorker. “Ahora hay miles de páginas de memorandos e informes desclasificados
que refutan totalmente lo que el Sr. Rodríguez y otros argumentan actualmente.
Por ejemplo, uno de los supuestos éxitos de las EIT según los memorandos
desclasificados, es que, después del inicio del programa en agosto de 2002, Abu
Zubaydah proporcionó información que evitó que José Padilla detonara una “bomba
sucia” (mezcla de material nuclear y explosivos convencionales) en el suelo
estadounidense, e identificó a Khalid Sheikh Mohammed como el cerebro de los
ataques del 11 de septiembre de 2001. El Sr. Rodríguez ha estado repitiendo
esta afirmación.
“La realidad”, continuó Soufan,
“es que esas dos piezas de información fueron adquiridas por mi pareja y por
mí, con colegas de la CIA, a principios de abril de 2002, meses antes del
inicio del programa de EIT en 2002. Pero
en los memorandos, pudieron promover hechos falsos, incluso modificando las
fechas, para hacer que sus afirmaciones parecieran válidas”. En un memorando
interno de la CIA, se afirmó que Padilla fue arrestado en mayo de 2003”, dijo
Soufan al comité. “En realidad, fue arrestado en mayo de 2002. Pero señalar que
fue en 2003 concuerda con el relato del ‘waterboarding’ (simulacro de
ahogamiento)”.
Soufan también desestimó las
afirmaciones de Rodríguez y sus aliados de que las quejas sobre la utilidad de
los severos interrogatorios provenían únicamente del FBI, un organismo de
ejecución de la ley que salió de los sitios secretos en 2002. “Estoy en total
desacuerdo con esta aseveración...”, dijo Soufan al Comité Judicial en un
testimonio abierto individual presentado en 2009. “Ellos (los interrogadores de
la CIA con los que trabajó) apoyaban al cien por ciento el uso de técnicas no
físicas de obtención de información que habían funcionado durante décadas con
criminales bien curtidos. “En realidad, el psicólogo principal de la CIA, el
psicólogo forense, se opuso a estas técnica [de tortura] e incluso dejó el
lugar antes de que yo lo hiciera”, testificó Soufan. “Pienso que su
interrogador principal coincidía al cien por ciento con nuestro punto de vista,
el punto de vista del FBI, porque es un interrogador profesional.
“Casi todos los funcionarios de
organismo con los que trabajé en estos asuntos eran buenas personas, que
sentían, al igual que yo, que el uso de las técnicas mejoradas eran
antiestadounidenses, inútiles y perjudiciales para nuestra seguridad nacional”,
añadió Soufan. Abu Zubaydah fue sometido al “waterboarding” incluso antes de
que la técnica fuera autorizada, subrayó.
Por razones que aún se
desconocen, la Comisión de Inteligencia del Senado no ha recibido el testimonio
de Glenn Carle, un oficial de alto rango de la CIA que ha salido a la luz
pública con su crítica del programa de interrogatorios. Carle, quien se jubiló
en 2007 como Funcionario Adjunto de Inteligencia Nacional de la CIA para
Amenazas Transnacionales, fue enviado a interrogar a un afgano calificado como
“un banquero Al-Qaeda “ en un sitio secreto, identificado más tarde como
Marruecos, en 2002. Siendo un veterano en operaciones de espionaje, Carle
pronto se dio cuenta de que el detenido no era nada más que un humilde
comerciante con una relación pasajera con el grupo terrorista. Pero incluso
cuando los altos mandos supieron que tenían al hombre equivocado, afirma en sus
memorias tituladas The Interrogator: An Education (El interrogador: Una
educación), decidieron mantenerlo preso.
“Es posible que algunos miembros
del organismo no desearan soltarlo porque gran parte de sus argumentos se
basaban en valoraciones erróneas, por lo que al liberarlo, habrían mostrado que
toda la operación no era más que un castillo de naipes, al igual que gran parte
de la lucha contra el terrorismo”, declaró a Harper’s Magazine.
Otros interrogadores de la CIA
han hecho recuentos similares a la Comisión de Inteligencia. Y también está el
tema de los registros recopilados por el Comité: las “notas” que Soufan
mencionó, así como documentos internos del organismo, que contradecían
directamente las garantías que los funcionarios de la CIA dieron al comité de
que el “waterboarding” no solo era seguro, eficaz y no adictivo, sino que
además era esencial para hacer hablar a las figuras principales de Al-Qaeda.
Para las personas que han seguido
atentamente el asunto, las “revelaciones” en el informe del comité no
constituirán ninguna sorpresa: en gran medida, han estado allí todo el tiempo.
Todo lo que queda es el juicio, y esa es la suma de todos los miedos de la CIA.
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