El caso buitre se usa para disciplinar a los
pueblos
INFOnews - martes, 7 de octubre de 2014
La abogada especialista en Derecho
Internacional Stella Maris Biocca analizó en profundidad la guerra que los
fondos buitre le han declarado a la Argentina y el rol de los Estados Unidos.
–¿Cuál es su opinión sobre la declaración de
desacato del juez de Nueva York, Thomas Griesa?
–No puede haber desacato para un Estado
nacional, sí para una persona física o jurídica. La primera valoración que
debemos hacer es que esta es una declaración que, por sí misma, carece de
eficacia jurídica. La segunda valoración que debemos hacer es que si lo que se
pretende con esta decisión es aplicar luego sanciones económicas. Se puede
aplicar penalidades o multas que buscan que el accionado cumpla con la
sentencia, para efectivizarla. Sin embargo, en todos los antecedentes que hay
en la materia de derecho internacional no se llevaron nunca a cabo sino que los
litigios se han solucionado de manera
diplomática.
–¿Es una declaración que apunta a incentivar
las negociaciones?
–Es una sanción de tipo moral, porque la
Argentina no cumple con lo que pretende
Estados Unidos y tal cual propone el Consenso de Washington, esto es una
política de aperturismo total, una política económica de tipo liberal a
ultranza. Desde este punto de vista, la declaración de desacato sería una
sanción por no alinearse a los intereses de Estados Unidos. En ese sentido,
pero desde el punto de vista de la política interna, con la declaración juegan
con que hay también actores internos, como existen siempre en todos los tiempos
y en todos los países, grupos de pertenencia de un país que sin embargo
resuelven aliarse con los del exterior para obtener una ventaja de naturaleza
política. Y esa conjunción puede producir las sacudidas internas, algunas de
las cuales ya estamos viendo y que han sido señaladas por la presidenta
Cristina Fernández.
–¿Cómo podría reaccionar el sector financiero,
que se ha caracterizado por una actitud conservadora en este litigio?
–Podríamos preguntarnos si esta declaración
significa que se va a cortar el flujo de capitales. Si son capitales privados,
es una decisión que tomará cada uno en función de su evaluación del riesgo. Eso
es lo que siempre ha ocurrido y no me parece importante ahora si esta decisión
judicial afecta la decisión de alguna empresa privada. Respecto de los
capitales públicos, el flujo no tiene por qué cortarse ni interrumpirse. Si
quedan pendientes créditos otorgados por el Banco Mundial, por caso, estos
podrían llegar al país sin interrumpirse.
–En el caso de Rusia, al desacato se le
acompañó con multas…
–Rusia, tenía entre otros, documentos de los
que se había apropiado al expropiar a residentes rusos judíos. El hecho sucedió
muy atrás en el tiempo. Con posterioridad se iniciaron las acciones legales. El
año pasado salió la sentencia, la declaración de desacato y la aplicación de
una multa, todo lo cual quedó sin efecto. Se resolvió en forma diplomática.
–¿Pero la salida diplomática invalida la
decisión jurídica?
–La deja en el aire. En el caso de Rusia había,
además, una dificultad de poder reintegrar muchos de esos documentos. La
resolución fue con la devolución de una parte de los documentos demandados en
el juicio, pero se suprimieron todas las multas. El desacato fue una
declaración, lo que podía tener efecto era la sanción económica y esta no se
ejecutó nunca.
–¿En esta materia hay distintas lecturas
posibles, es opinable?
–No cuestiono a los que piensan diferente,
considero sí que están equivocados porque no se puede aplicar el desacato a un
Estado soberano, sí a las personas privadas. Y en el caso concreto nuestro,
Estados Unidos considera a los Estados como personas privadas cuando actúan en
los mercados como sujetos activos o pasivos. Pero esta es una figura de la
jurisprudencia de Estados Unidos que falta a la realidad. Por eso en el caso de
Rusia se arregló en forma diplomática, al igual que en el del Congo. Ha llegado
el momento en que Estados Unidos debe considerar que son Estados soberanos, no
puede no considerarlo.
–¿Qué opina de los argumentos esgrimidos en la
carta enviada por la embajadora argentina en Washington, Cecilia Nahón, al
secretario de Estado John Kerry?
–Allí se hace referencia a dos tratados o
convenciones, uno es el constitutivo de Naciones Unidas y el otro es el
constitutivo de OEA. A partir de allí desarrolla la línea de que en la
comunidad jurídica, cuando los países están reconocidos como tales, son
reconocidos como Estados soberanos y no se los puede tratar como una persona
privada. Pero el criterio judicial de Estados Unidos es el otro.
–¿Son argumentos que van a chocar con la pared
judicial de EE UU?
–No necesariamente. Hay algo más gracias a lo
cual se resolvieron los casos de Rusia y del Congo, y si ahora hubiera habido
algo de voluntad, se habría resuelto el de Argentina, y es la existencia de una
cláusula preconstitucional, esto es, anterior a la Constitución de Estados
Unidos, de lo que resulta que el Poder Ejecutivo no violenta la división de
poderes cuando deja sin efecto un acto judicial que puede afectar las relaciones
internacionales de ese Estado.
–¿Es lo que señaló el periodista Greg Palast,
en el sentido de que el presidente Obama no aplicaba por miedo a la derecha
repúblicana?
–Sí, sólo que él lo asienta en la Constitución
y es una norma preconstitucional. Lo cierto es que la facultad está y en
nuestro caso es bastante clara la posibilidad de su aplicación y porque la
declaración de desacato es bastante clara. Pero creo que si no se ha hecho uso
de esta facultad del Poder Ejecutivo no es porque Obama le tenga miedo a los
fondos buitre sino porque se trata de una sanción disciplinaria. Para Estados
Unidos, la Argentina no está haciendo las cosas que debería hacer, por eso yo
digo que la no acción tiene ese sabor, el de generar miedo al interior del
país. Gramsci ha dicho que con el miedo se puede disciplinar a los pueblos.
Esta sería una forma de disciplinar al pueblo, haciéndole creer que vamos a
entrar en un caos tremendo, poco menos que en una guerra nuclear con Estados
Unidos. Una cosa sin sentido.
–¿El tratamiento del Estado como sujeto privado
no es contradictorio con el respeto de su soberanía en término de activos
financieros vía la ley FSIA?
–En diversas oportunidades, por esta cuestión
de la deuda externa, se han planteado distintos embargos de fondos en los
Estados Unidos que en su momento tenían depositados el Banco de la Nación y el
Banco Central también. Y en todos esos casos se aplicó esa jurisprudencia en el
sentido de que se trata de bienes públicos de Estados soberanos. Son argumentos,
ahora hay que aplicarlos.
–¿El fallo de Griesa de febrero de 2012 apunta
a que todos los bonistas cobren el ciento por ciento, incluso los
reestucturados?
–Ese fallo fue una interpretación errónea de
una cláusula. No hay que asustarse. Los jueces en definitiva son seres humanos
que cometen errores o interpretan mal. Pero acá lo extraño fue que interpretó
mal un juez, el caso fue a la Cámara y aprobó su decisión, fue a la Corte y
esta dijo "no voy a intervenir". Por eso digo que no quieren entrar
en un terreno jurídico. ¿Qué hizo Griesa? Hizo una interpretacion del pari
passu exactamente a la inversa de lo que corresponde en derecho. Esa igualación
que hay que hacer en materia de deuda nunca es hacia lo máximo sino a lo
mínimo. Si la reestructuración dice que se va a pagar, supongamos, un 60% del
capital más los intereses vencidos, o que se suprimen los intereses, ese es el
techo. En cambio, lo que hace Griesa es que se les pague a todos el ciento por
ciento. Es una interpretación del pari passu que no tiene mayores antecedentes.
–¿El caso argentino influye sobre las futuras
reestructuraciones?
–De alguna manera ya ocurrió esa influencia con
la reestructuración de Grecia, de 2010-2011. Allí se preservó el hecho de que
si se va a una acción judicial, el techo es el de la reestructuración.
Justamente se incorporó una cláusula que es lo contrario de la RUFO. Los países
se dan cuenta de que hay que buscarle un marco jurídico porque, de lo
contrario, se va a caer siempre en lo que establezca el más poderoso.
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