La música que marca la pauta de
la economía urbana
Forbes - jueves, 2 de
octubre de 2014
Si los músicos están viviendo en
la precariedad, al resto de la sociedad no le puede ir mucho mejor. Ahí hay un
reto para la economía de la Ciudad de México.
Ver la ciudad como una colección
de edificios es muy limitado. La gama de fenómenos urbanos va desde el tamaño
de los ladrillos y pendientes hidrológicas hasta culturas de trabajo y música.
Por lo mismo, una discusión urbana que pretenda ser completa también debe
abarcar estos aspectos más antropológicos de la ciudad. Y en el caso de la
Ciudad de México la música y el baile son intrínsecos a su identidad.
Tampoco seríamos los primeros en
resaltar la importancia económica de la música. Más allá del turismo y el
entretenimiento, el estadista francés Jacques Attalí, asesor del primer
ministro François Mitterrand, escribió en 1977 su libro Ruidos: La economía
política de la música. En este tratado argumenta que la estructura de la
economía de la música y las relaciones económicas se verá reflejada en el
futuro. Por ejemplo, las grandes orquestas clásicas fueron pagadas y mantenidas
en los palacios de los aristócratas, como un reflejo de la bonanza concertada
de este periodo del feudalismo. Y en términos contemporáneos parece que
fenómenos como el filesharing o el papel curatorial de los dj se ha anticipado
a la economía en general.
Más allá de las ideas del teórico
marxista, basta la observación que si alguien de la talla de Attalí piensa que
la música es importante como identificadora de tendencias sociales más amplias,
valdría la pena considerar la economía política de la misma en la Zona
Conurbada del Valle de México y sus periferias.
Gran parte de la identidad
cultural de la Ciudad de México, per se, se forjó en la época de oro. Desde los
inicios del siglo XX, los migrantes llegaron del campo a la Ciudad de México en
grandes cantidades. Dejaron atrás sus comunidades rurales donde el baile había sido
una práctica común. Retomaron el concepto del salón de baile del extranjero; de
ahí los nombres de antros famosos como el Smyrna Dancing Club en lo que hoy en
día es el Claustro de Sor Juana, y el California Dancing Club, que todavía
existe por Tlalpan. Los migrantes campesinos necesitaban construir una nueva
identidad urbana y la encontraron de las orquestas de Pérez Prado y Javier
Alcaraz.
Los músicos trabajaban para las
empresas o en orquestas tocando en eventos masivos con amplificación; era un
pequeño paso hacia la radio. Músicos y modas del extranjero rápidamente fueron
asimiladas en la efervescencia cultural de la época de oro. En este proceso
nació Televisa. Y esta época es parte integral de la identidad cultural moderna
de la capital.
Hoy en día, casi todos los
músicos que tocan en la ciudad viven de tocar en vivo, ya que la piratería hace
muy difícil cobrar para hacer grabaciones. A su vez, el mercado de música se ve
abastecido de la compra al mayoreo en Tepito, donde un disco cuesta 3.50 pesos
o menos, para después ser revendido en 10 pesos o más. Cabe mencionar que con
la venta ilegal de discos la música sostiene a un gran segmento de la
población.
Al otro lado está la economía del
espectáculo musical dominado por empresas como OCESA y foros masivos. Entonces
de la economía de la música en la Ciudad de México gran parte del dinero que
genera va a la economía informal o a grandes corporativos de entretenimiento.
Los músicos que tocan en vivo en la ciudad son un fenómeno económico marginal
comparado con todo el flujo generado por esta industria. Sin embrago marcan
distintas partes de la ciudad y subculturas y generan grandes economías
multiplicadoras.
Hay distintas modalidades de
tocar en vivo. En la periferia, los conciertos tienden hacia eventos masivos –a
los cuales no llegan cientos sino miles de personas–. Un ejemplo son los
carteles famosos de Bostik, Textex, Charlie Montana, y muchos de ellos tocan
juntos con frecuencia. Mientras, en el centro de la ciudad es más común que las
agrupaciones locales toquen para públicos relativamente pequeños. Casi no pasa
que lo hagan en la periferia y viceversa; es más fácil para los grupos rolar
por los municipios conurbados, Ciudad Nezahualcóyotl, Ecatepec, Tlalnepantla,
Atizapán, que tocar en el centro. Uno de los pocos grupos que ha logrado el
cross-over es el rock tropical de San Pascualito Rey.
Cada segmento de música tiene una
economía y geografía distinta. El rock y punk son fuertes en el norte. En
Tlalnepantla, el rockero Bostik tradicionalmente da el grito, y la zona donde
primero pegó el punk fue la Gustavo A. Madero, por la San Felipe. Peñón de los
Baños es conocido como sitio de introducción de la cumbia al país y zona de
origen de los sonideros junto con Tepito, ya que era un sitio de contrabandeo
de discos que llegaron del extranjero a los mercados cerrados de México.
Es imprescindible mencionar la
música ranchera y tropical, favorecidas para las fiestas de los pueblos que han
sido alcanzados por la ciudad, la música de baile. Éstos, comúnmente, son
grupos nacionales contratados directamente por la mayordomía de la fiesta del
pueblo o el municipio. Pero Chimalhuacán hasta tiene su propia música de carnaval
local que data del siglo XIX. El hecho de que pueblos enteros como Santa
Catarina del Monte, por Texcoco, pueden vivir de la formación de músicos en
vivo demuestra que es un sector con bastante potencial.
Muchos percusionistas afrocubanos
se ganan la vida tocando en ceremonias de santeros y están pagados por
comunidades religiosas.
Subgrupos relativamente pequeños
en el tejido urbano son los músicos de rock alternativo, el rock progresivo,
clásico, el jazz y la música experimental –que por su naturaleza tienden a ver
más hacia países del primer mundo para inspiración–. Cada genero tiene sus
inquietudes y marca un territorio cultural más amplio. No hay sector más
interesado en la interacción de humanos y la tecnología que músicos/artistas
experimentales como Arcángel Constantini y Juan José Rivas. Son importantes
reservas de ideas e inquietudes. Pero el número de foros dedicados a cada
género es muy reducido, y lugares como el Foro Alicia en la colonia Roma y
Jazzorca en la Portales son casi únicos como nodos de potenciación del rock
alternativo y freejazz en la ciudad –y su pérdida sería fatal para las
aspiraciones de la Ciudad de México de ser una ciudad global.
Ser músico performance de tiempo
completo es poco común y muchas veces tienen otra fuente de ingresos, desde dar
clases de música o ser ingenieros de sonido hasta giros completamente
apartados. La profesionalización del medio puede generar grandes economías
multiplicadoras por medio de la publicidad, la venta de bebidas y comida, la
venta de grabaciones aunque sea por intermediarios piratas, la ambientación de
lugares, la compra y reparación de instrumentos y finalmente en proyección
internacional.
La música es clave para
desarrollar estrategias de turismo urbano, como muestran ciudades que viven de
sus tradiciones musicales como Nueva Orleáns y Nashville; también aparece en
los mitos de ciudades como Nueva York, Londres y París. La Ciudad de México ya
generó una época de oro musical. Escenas musicales exitosas pueden ser
determinantes no sólo para la imagen internacional sino también para la imagen
histórica de una ciudad. Un reto mercadotécnico primordial para la capital del
país es recuperar su imagen como metrópolis líder en cultura musical.
Ampliar la cantidad de foros y
conciertos en las periferias de la zona conurbada sería una de las formas más
directas de hacer (en lugar de teorizar sobre una ciudad policéntrica).
Attalí diría que si los músicos
están viviendo en la precariedad, al resto de la sociedad no le puede ir mucho
mejor. Los músicos y los foros deben ser vistos como parte estratégica del
sector Pyme de esta megalópolis.
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