Saramago vuelve a golpear las conciencias
Associated Press - martes, 7 de octubre
de 2014
José Saramago escuchó un día en Badajoz,
España, la historia de una bomba lanzada por el bando franquista en la Guerra
Civil que nunca llegó a explotar.
El artefacto había sido objeto de sabotaje en
su fabricación y en su interior se encontró la siguiente nota, escrita en
portugués: "Esta bomba no matará a nadie". El episodio conmovió al
autor luso e inspiró las reflexiones que barnizan "Alabardas, alabardas,
espingardas, espingardas", la novela inconclusa del difunto Premio Nobel
de Literatura, disponible desde el 1 de octubre en portugués y español.
El libro, "un alegato a favor de la paz y
en contra del fracaso que es la guerra", según lo define la viuda del
autor y directora de la Fundación José Saramago Pilar del Río, cuenta la
historia de Artur Paz Semedo, un sumiso empleado de una fábrica de armas que
decide investigar el sabotaje de una bomba destinada al conflicto español.
Animado por su exesposa Felicia, una mujer de fuertes convicciones pacifistas, el
personaje entra en debate consigo mismo acerca de su papel como trabajador de
la industria armamentística y la necesidad de concienciarse y responsabilizarse
de las consecuencias de este empleo.
Saramago escribió los tres capítulos que
integran la novela en los últimos meses de 2009, pero la enfermedad, una
leucemia crónica, no le permitió completar su relato. Falleció el 18 de junio
de 2010, a los 87 años, en su casa de la isla canaria de Lanzarote.
Sin embargo, sus palabras son suficientes para
plantear una reflexión que pasa de manera inexorable por la importancia de
"la responsabilidad personal", como explica Pilar del Río.
"No basta decir 'no sabíamos', como tantas
veces tratamos de justificarnos ante la barbarie: 'no sabíamos', y así
ocultamos que en el fondo somos cómplices más o menos activos con el mal. Esta
novela es un hecho literario de un escritor maduro y es también la preocupación
moral de un ser humano al que nada le resultaba ajeno", dijo la viuda en
un cuestionario respondido por correo electrónico a The Associated Press.
Traducida y supervisada por Del Río,
"Alabardas" se completa con las notas de trabajo del propio Saramago,
en las que esboza cual sería el final, ilustraciones del también Premio Nobel
Günter Grass y textos del escritor italiano Roberto Saviano, el autor de
"Gomorra". El texto de 150 páginas (de la 9 a la 81 escritas por
Saramago) en español fue publicado por el grupo editorial Alfaguara (en
Portugal lo publica Porto Editorial; en Brasil Companhia das Letras).
La semana pasada, Saviano participó en la
presentación de la edición en Lisboa junto al juez español Baltasar Garzón, que
criticó que España es "el octavo país en fabricación de armas" y
"a la vez, predica la ayuda humanitaria".
"Hasta el último momento, Saramago se
sintió concernido y exasperado por el mundo. Y en su último impulso literario,
cuando ya sabía que no le quedaba apenas tiempo, quiso involucrarse y husmear
en la devastación de la industria militar. Le sorprendía la inexistencia de
huelgas en las fábricas de armamento", dijo a la AP el poeta y ensayista
español Fernando Gómez Aguilera, biógrafo de Saramago y que también participó
con sus textos en "Alabardas".
"Saramago quería poner de relieve cómo
somos capaces de convivir superficialmente con la vileza sin hacernos
demasiadas preguntas", añadió en un email.
¿Hasta qué punto le preocupaba a José Saramago
la actividad de la industria militar? Pilar del Río recurre a ejemplos gráficos
para ilustrar este desasosiego.
"Le preocupaba la industria de las armas y
el impresionante comercio que generan exactamente igual que a una madre que le
matan a un hijo, como a un hombre que le mutilan el cuerpo, como a unos vecinos
que tienen miedo de salir a la calle, como a un secuestrado, como si él fuera
un país bombardeado, como a quien le arrasan todo, la vida entera, los
recuerdos, lo que tenía y era su vida", dijo.
Saramago define a su protagonista como "un
interesante ejemplo de las contradicciones entre el querer y el poder".
"Amante apasionado de las armas de fuego,
jamás ha disparado un tiro, ni siquiera como cazador de fin de semana, y el
ejército, ante sus evidentes carencias físicas, no lo quiso en sus filas",
dice un extracto de "Alabardas".
Gómez Aguilera explica que Artur Paz Semedo es
un burócrata "gris" y "mediocre" que encuentra su
contrapunto en una mujer "fuerte" y "comprometida" que le
induce a debatir consigo mismo sobre sus deseos de progresar en la estructura
de una fábrica de armas que vende su producción al ejército fascista de Franco.
En resumen, "un mazazo a las
conciencias", como sintetiza Del Río: "José Saramago, como Kafka,
decía que si un texto no es un mazazo en nuestras conciencias tal vez no
merezca la pena el esfuerzo. Y esta última obra es un golpe en el estado de
indiferencia resignada en la que vamos viviendo o haciendo que vivimos".
En una España y una Europa donde los efectos de
la crisis financiera se han incrustado con dureza en la realidad cotidiana y el
desencanto con las fuerzas políticas tradicionales, ¿está la literatura de
Saramago más viva que nunca?
"Su pensamiento social se adelanta a los
conflictos que estamos hoy viviendo. Se esforzó en poner de manifiesto y
denunciar el debilitamiento de la democracia, su sustitución por los
mercados", opina Gómez Aguilera.
Para Del Río, "cada día hay más lectores
de José Saramago porque a los que ya tenía se van sumando otros".
"'Alabardas' me ha confirmado lo que intuí
cuando vi por primera vez a José Saramago: que el ser humano y el escritor se
identifican, que la inteligencia y la compasión que caracterizaban al ser
humano están presente en su actividad literaria, sin fisuras", concluyó la
viuda del autor.
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