Y los libres
del mundo responden
INFOnews - domingo, 5 de octubre de 2014
Ya nada será igual después de esta batalla. Se
podrá ganar o perder en la contingencia, podrán seguir corriendo la raya del
billete verde, podrán agregarle anexos al desacato del juez Griesa y
declararnos rebeldes de por vida desempolvando el delito de ser “el hecho
maldito del país burgués”, como aclaró John William Cooke; pero no podrán
volver atrás el reloj de la historia.
Ya no. Esta vez no hay cañonera navegando el
río ni helicóptero sobrevolando una plaza chorreando sangre. Esta vez hay
dignidad y orgullo de sentirse argentinos. Y hay amor, inteligencia y paz
enfrentando al odio organizado que nos tiran diariamente por los grandes
medios.
¿Cuál es el cuadro de situación real? Un mundo
en llamas que sigue provocando incendios en todas las praderas. El capitalismo
global en su última etapa de concentración financiera, que busca disciplinar a
todos los países del planeta e impone con tal fin una vieja receta:
re-reendeudarlos para cortar las alas de cualquier intento de desarrollo
autónomo. Poco o nada podrían lograr esos buitres si no contaran con sus
delegados entre nosotros mismos. La Argentina es acosada por afuera y por
adentro de sus propias fronteras. Ante semejante ataque, cualquier otro
gobierno hubiese sucumbido hace mucho rato. Sin pena ni gloria. Eso sí, con
mucha dosis de “sentido común” formateado por la prensa hegemónica. Para que
los candidatos opositores pregunten por ventanilla: “¿Dónde hay que firmar la
sentencia de remate? ¿Dónde hay que pagar la primera cuota de otro
endeudamiento serial? ¿Dónde hay que buscar el libreto que justifique una nueva
rendición y frustración de viejas causas perdidas?”.
Nada de eso sucederá esta vez. Ya no. La
Presidenta fijó su propia línea de defensa inclaudicable y al hacerlo, fijó la
defensa de toda una nación y un pueblo. Es preciso repasar las huellas que la
historia nos dejó para saber qué cosa es ser la patria y qué cosa es ser
colonia. Bernardino Rivadavia entregando la flota a Londres para pagar sus
deudas, dejando desguarnecidas a nuestras Islas Malvinas para que cayeran bajo
el Imperio Inglés en 1833. Rivadavia y la Baring Brothers y el boicot permanente al Libertador José de
San Martín para evitar que cruce la cordillera y libere pueblos y amplíe las
fronteras de la Patria Grande. De Rivadavia a Mitre se cavaron las guaridas
donde hoy se referencian los popes tan mediocres de la actual oposición
política mediática. ¿Tendrán a Rivadavia y Mitre de libro cabecera el locuaz
Binner, Macri, Massa, Carrió y al frente de ellos Magneto y Paul Singer?
Es más digno saber y decir que la palabra justa
de Cristina tiene su antecedente luminoso en don Juan Manuel de Rosas, en
Hipólito Yrigoyen, en Juan Domingo Perón, en Arturo Illía, en Raúl Alfonsín y
en Néstor Kirchner; decirlo no sólo para defendernos de la destemplanza del
bastardeo opositor, sino porque entramos de lleno a una nueva fase
antimperialista que le da contenido y sustento a este último ciclo del
neoliberalismo y entonces es preciso repasar la historia para saber de dónde es
que venimos los argentinos.
El presidente Kirchner plantándose frente a
Bush en Mar del Plata diciéndole que No al ALCA, acompañado por Chávez y por
Lula. El presidente Alfonsín plantándose frente a Ronald Reagan en la Casa
Blanca en defensa de la dignidad de nuestro país. El presidente Illía
plantándose frente al acoso de los laboratorios extranjeros y al gobierno de
los EE.UU. que pretendía sumar a la Argentina a favor de la invasión
norteamericana a Santo Domingo. Repasemos un poco más atrás aún. Hablando del
Combate de la Vuelta de Obligado, en 1845, escribía Rosas a San Martín: “Todos
mis esfuerzos siempre serán dirigidos a sellar las diferencias existentes con
los poderes interventores de un modo tal que, nuestra honra y la independencia
de estos países, como de la América toda, queden enteramente salvos e
incólumes.”
Un siglo después, en 1920, cuando el presidente
Yrigoyen comprueba que la Sociedad de las Naciones sólo se constituía para
legalizar la guerra de las grandes potencias, ordena el abandono de la misma y
dice: “Postergada la igualdad de todos los Estados soberanos, el Gobierno
argentino entendió que sin la aceptación de dichas bases fundamentales no se
llenaba el ideal que él tuvo en vista al adherirse a la formación de la Liga de
las Naciones para asegurar la paz de la humanidad y en consecuencia postergada
su consagración, la delegación argentina procedió a retirarse del seno de la
Asamblea”.
Decía Perón al proclamar su candidatura el 12
de febrero de 1946: “El pueblo argentino, el auténtico pueblo de la Patria,
repudia esa intromisión inconcebible y su indignación desborda y supera
largamente la alegría enfermiza de los que se alinean presurosos en las filas
del señor Braden. Los viejos políticos venales recogen sus palabras y hacen con
ellas sus muletas, se sienten redimidos y perdonados, sin darse cuenta que son
ahora más miserables aún, afiliados y subordinados al extranjero, dentro de los
propios confines patrios”. Cualquier parecido con la realidad actual, no es
mera coincidencia. El reciente discurso de la Presidenta en la ONU y luego en
la Casa Rosada, plantándose ante los fondos buitre y defendiendo sin dobleces la
soberanía nacional, es continuidad de aquellos otros memorables mensajes
presidenciales.
Volvamos a Cooke, porque es justo recordar en
estos días aquella histórica sesión del Congreso, en 1948, cuando debatían el
proyecto de Reforma de la Constitución y él decía con lucidez y belleza de
estilo: “Este es el balance de una generación que se niega a vivir en adulterio
mental con lo extranjero. Estamos, bien o mal, haciendo; estamos en una especie
de voluntarismo que nos está colocando en el puro hacer, por encima de todo
pesimismo. Hacer, como dijera un filósofo, es el antinihilismo; hacer es la
rebelión contra la nada”.
Como se verá, la actitud valiente de Cristina
tiene los años de la patria.
Y honra lo que canta nuestro himno nacional:
“Y los libres del mundo responden ¡al gran
pueblo argentino, salud!”.
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