La extinción del precio del oro
Forbes - viernes, 25 de
abril de 2014
El oro no necesariamente sigue la
Ley de la Oferta y la Demanda, pues incluso mayores precios fíat no traerán más
oferta disponible, pues sus tenedores se aferrarán a él.
La semana pasada se celebró en
Madrid el más reciente seminario de la Nueva Escuela Austríaca de Economía
(NASOE, por sus siglas en inglés), que contó con la participación principal de
su fundador, el Prof. Antal Fékete. Muchos fueron los temas abordados entre los
que destacan: la doctrina de las letras reales de Adam Smith, la estructura de
las descendentes tasas de interés y la deflación, así como el nuevo patrón oro
y la “extinción” de su precio.
De todos ellos, quizá el que más
llama la atención en el contexto actual es este último, pues como se sabe luego
del impulso alcista que vivió en el primer trimestre, comenzó un nuevo período
de baja a partir de la anexión de la península de Crimea a Rusia. Muchos
comienzan a preguntarse de nuevo hacia dónde va ahora el precio del oro, y de
esta forma prestan atención a un “árbol” de menor importancia y dejan de lado
los graves acontecimientos que suceden en el resto del “bosque” del mundo
económico- financiero.
La absoluta mayoría de las
personas –incluso algunos de los más instruidos en los mercados, son víctimas
inconscientes de un engaño que los beneficiarios y administradores del actual
sistema global de dinero irredimible, les han hecho creer: que precio y valor
del oro son lo mismo, que se trata de una “materia prima” más y que en términos
de monetarios es ya solo una “reliquia barbárica”. La razón por la cual este
ardid se expandió tanto es que las doctrinas predominantes, el keynesianismo y
el monetarismo estilo Friedman, se encargaron de relegarlo aunque no sin serias
consecuencias.
La primera de ellas es que durante
décadas se ha abandonado el estudio científico del oro como patrón monetario en
las universidades y centros de investigación, mientras se preparaba a
golpearnos la gran depresión que nos está tocando vivir. El resultado es
evidente: se pretende solucionar las tribulaciones económicas con las mismas
recetas que nos condujeron hasta aquí, y se hace caso omiso a quienes ofrecen
la única salida que nos puede salvar de volver a una nueva Edad de las
Tinieblas.
La NASOE tiene el firme
compromiso de llevar el mensaje de alerta al mundo entero, pues el desastre
económico que se avecina tomará por sorpresa a miles de millones de personas
que pagarán por los errores, omisiones y malas intenciones de quienes con
alevosía, produjeron primero en el siglo XIX la desmonetización de la plata,
100 años más tarde la del oro e impusieron el reino del dinero fíat. Todo, para
enriquecerse a costa de cada ser humano sobre la Tierra, lo sepa o no, a quien
se le cobra intereses por el simple uso de lo que cree que es “dinero”.
El resultado es un planeta en el
que un falso rey –el dólar estadounidense, usurpa la corona que la libre acción
de las personas en el mercado, históricamente, le otorgó al oro y en segundo
lugar a su compañera la plata. Carl Menger se encargó de demostrar este hecho
en sus obras “El Dinero” y “Sobre el Origen del Dinero”, que todo aquel
interesado en abrir los ojos en materia monetaria tiene que leer.
Fékete fue muy claro al señalar
que el mensaje oculto del oro se deja ver no en su “precio”, sino en la Base y
la Cobase del metal. Estos conceptos que hemos explicado con amplitud en
entradas anteriores, y que miden la interrelación que guardan el precio al
contado (spot) y los de contratos de futuros, nos dicen que el oro está
corriendo a esconderse de la circulación. La última vez que este fenómeno
ocurrió a gran escala fue justo antes de la caída del Imperio Romano de
Occidente en el año 476 de nuestra era. Fékete advierte que el peligro es que
de nuevo, como entonces, volvamos a una era de cientos de años de oscuridad
tras el desplome del nuevo imperio americano y su “denario”, el dólar.
El oro pues está siendo atesorado
a tasas muy elevadas en manos privadas lejos de Occidente, y a una velocidad
más acelerada entre más desciende su precio. Su valor constante como dinero al
ser la mercancía más mercadeable de todas, lo vuelve más atractivo que nunca
ante los ojos instruidos. Y es que la existencia de toda clase de derivados,
préstamos apalancados de “oro” papel dentro de un sistema de reserva
fraccionaria y cuentas de “oro” no asignadas (unallocated accounts, en las que
no se es dueño de lingotes específicos), propicia un precio deprimido con
respecto al que existiría en un mercado libre y sin metal imaginario. La causa
evidente es esta “sobreoferta” aparente, que asimismo hace posible que aquellos
con el poder suficiente desde el gobierno y los bancos centrales, cuenten con
las armas capaces de deprimirlo aún más. Con la Base y Cobase del oro, en
cambio, esto no lo pueden hacer.
La manipulación a la baja del
precio del oro es una condición indispensable para la sobrevivencia forzada del
“patrón fíat”. Por eso sus oscilaciones no deben verse como una fluctuación en
el valor del oro, sino en el de las divisas de papel. Al ser la materia prima
monetaria, el dinero real, es el referente fijo de valor. Un “precio” del oro
al alza es indicativo del desplome de valor de la divisa respectiva, como a la
baja es revaluación temporal de la misma.
Cabe recordar que a diferencia de
las materias primas ordinarias, el oro no es consumido ni sus existencias son
cíclicas. Su valor es responsable de que para fines prácticos, todo el oro que
ha sido extraído por el hombre aún esté con nosotros en alguna forma o en otra.
El dinero de verdad, no termina en la basura.
A pesar de ello, no existe oro
físico que respalde el volumen masivo de compromisos de “oro” existente en el
papel, por lo que su salida material de la circulación hacia manos que no la
soltarán –como nadie soltaría su bote salvavidas en medio de un naufragio,
implica que terminará por no estar disponible a ningún “precio” en divisa fíat.
Fékete añade que por eso el oro no necesariamente sigue la Ley de la Oferta y
la Demanda, pues incluso mayores precios fíat no traerán más oferta disponible,
pues sus tenedores se aferrarán a él.
Cuando se presente este caso de
fuerza mayor, los mercados liquidarán sus deudas de metal en dólares, euros,
libras esterlinas, etc., por lo que en los hechos se habrá defraudado a los
acreedores. El “precio” se habrá extinguido.
Fékete dice con razón que cuando
la gente tiene en sus manos oro y plata en circulación, es señal de buenos
tiempos. Todo lo contrario es cuando los metales preciosos se están ocultando,
como ahora.
Al final, el valor del oro en el
mercado reacomodará las cosas a favor de quienes lo posean en físico no solo a
nivel personal sino a escala internacional. No obstante, si no somos capaces de
volver a poner en circulación a los metales monetarios, por desgracia los
peores augurios del Prof. Fékete podrían hacerse realidad. Aún se puede
corregir el rumbo, la pregunta es: ¿tendrán el valor de hacerlo nuestros
tomadores de decisiones? Mal
haríamos en esperar mucho de ellos.
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