El secreto del óvulo
AFP - jueves, 17 de abril
de 2014
El elemento clave del óvulo que le permite al
espermatozoide reconocerlo y venir a anclarse, etapa inicial de la fecundación,
fue identificado al término de una decena de años de investigación, según sus
trabajos publicados el miércoles en la revista científica Nature.
Este descubrimiento podría ayudar
a mejorar el tratamiento de la infertilidad o el desarrollo de nuevos
contraceptivos, estiman los científicos.
Para que se produzca la
fecundación, es necesario que el óvulo y el espermatozoide se amarren uno a
otro.
Este reconocimiento recíproco y
su capacidad para unirse uno a otro, primer paso hacia su fusión y la formación
del embrión, dependen de la presencia de proteínas y de su interacción.
Unos científicos japoneses
descubrieron en 2005 la proteína en juego en el espermatozoide, bautizada Izumo
(alusión a un santuario japonés que celebra el matrimonio), pero su atractivo
para el óvulo era un misterio, que acaba de resolverse.
En efecto, científicos del
Wellcome Trust Sanger (Gran Bretaña) señalan el descubrimiento de la proteína
situada en la membrana del óvulo, que han llamado Junon (Juno en inglés),
nombre de la diosa de la fertilidad.
Los ratones machos, cuyo esperma
no contiene Izumo, son infértiles.
Las hembras desprovistas de la
proteína receptora Junon también son estériles porque sus óvulos deficientes
son incapaces de fusionar con esperma normal para formar un huevo, según el
estudio de Gavin Wright y sus colegas.
Las observaciones indican que la
interacción entre Junon e Izumo es esencial para la fecundación normal en los
mamíferos.
Los científicos sugieren además
que la proteína Junon, que desaparece rápidamente después del engarce, tiene un
papel en el bloqueo que previene la fusión con un espermatozoide suplementario.
Izumo ha resultado ser una buena
candidata para el desarrollo de una vacuna contraceptiva, según el especialista
Paul Wassarman, de la Mount Sinai Medical School de Nueva York, en un editorial
de la revista.
Pero añade que el conocimiento
detallado de la estructura en tres dimensiones del complejo formado por Junon e
Izumo facilitaría la puesta a punto, con fines contraceptivos, de pequeñas
moléculas susceptibles de impedir su unión.
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