El Maracaná, de templo popular a
ícono seguro y elitista
AFP - jueves, 24 de abril
de 2014
Maracaná es sinónimo de fútbol, la meca que
todo hincha quiere conocer. Este templo del pueblo brasileño, que acogió a
200.000 hinchas en el Maracanazo del '50, recibe su segunda Copa del Mundo en
un ambiente hipermoderno, sustentable y seguro, aunque también aséptico y
elitista.
El silencio sepulcral de esa
tarde del 16 de julio de 1950 contradijo los titulares de los diarios locales,
redactados antes del partido: Brasil ganaría el Mundial en su estadio, el mayor
del mundo.
El uruguayo Alcides Ghiggia se
encargó de cambiar el curso de la historia con su gol al minuto 79, permitiendo
que el celeste de su camiseta tiñera la fachada de aquella monumental
estructura.
En menos de dos meses, 64 años
después de esa histórica derrota, el equipo de Luiz Felipe Scolari tendrá la
oportunidad de borrar ese mal recuerdo en blanco y negro, que cinco copas del
Mundo levantadas por Brasil fuera de casa no pudieron disipar. Sumando a la presión,
la Seleçao solo podrá jugar en el "templo" si llega a la final.
- Escenario de grandes -
Con el celeste en sus paredes, el
Maracaná sobrevivió el trauma del '50.
El estadio se llama realmente
Mario Filho, en honor a este periodista que defendió su construcción, pero todo
el mundo lo llama por el nombre del barrio donde está ubicado. La palabra
Maracaná viene del dialecto indígena tupí "maraka'nã", que significa
"papagayo".
En los '60, el 'Rey' Pelé también
marcó la historia del Maracaná, cuando anotó el 19 de noviembre de 1969 el gol
número 1.000 de su carrera con un penal, frente a un estadio rendido a su
causa.
Por su gramado desfilaron íconos
del fútbol, como Mané Garrincha, el mítico puntero de Botafogo -uno de los
cuatro grandes clubes de Rio- y una de las piezas clave del equipo brasileño
que ganó los mundiales de Suecia-1958 y Chile-1962.
El estadio, que también fue palco
de grandes artistas como Frank Sinatra, Paul McCartney o la banda Kiss, comenzó
a ser construido en 1948, un año después de que la FIFA confirmase al país como
sede de la primera Copa del Mundo tras la II Guerra Mundial.
Y entonces, como ahora, hubo
críticas por atrasos en las obras. De hecho, fue inaugurado menos de 10 días
antes del partido inaugural que también acogió.
"El desperdicio de cemento,
dinero y tiempo era justificado. El Maracaná debía ser imponente, pero también
lo suficientemente sólido para soportar a más de 200.000 personas saltando",
puntualizó el escritor brasileño Teixeira Heizer en su libro
"Maracanazo".
- Iglesia reformada -
El Maracaná original costó un
dineral y fue blanco de críticas políticas en la época, tal como ahora. Fue
financiado en parte con la venta de sillas vitalicias, que pasaban de
generación en generación y que hoy son punto de polémica porque la FIFA no las
reconoce.
El estadio atravesó una primera
gran reforma en 1999 y redujo su capacidad a poco más de 100.000 espectadores,
perdiendo su título de mayor del mundo. Y años después eliminó la famosa
"general", un área sin asientos cuyo ingreso era gratuito después del
primer tiempo.
De cara al Mundial-2014 que
comienza este 12 de junio, el Maracaná fue prácticamente derribado y construido
de cero, durante dos años y medio de obras que costaron unos 600 millones de
dólares.
"No soy un nostálgico que
piense que debía mantenerse como antes. Sigue siendo una iglesia, ahora una
iglesia reformada", estimó Marcos Guterman, autor del libro "El
fútbol explica a Brasil", en declaraciones a la AFP.
Hoy es un estadio hipermoderno,
respetuoso del medio ambiente y seguro, que puede acoger a poco más de 78.000
espectadores. Pero algunos críticos afirman que ha perdido un poco de su alma,
tornándose más aséptico que popular, ya que muchos brasileños no pueden pagar
el precio de su entrada más barata, que este año llegó a costar 100 reales (45
USD) para un clásico carioca Flamengo-Fluminense.
Para terminar con las gradas
vacías, el Fluminense de Rio bajó recientemente el precio de la entrada a 10
reales (4,5 USD) y logró atraer a un par de decenas de miles de hinchas.
Pero aún resta por saber qué
pasará con los demás equipos.
Fue en este Maracaná que Brasil
venció hace casi un año a la imbatible España por 3-0 en la Confederaciones,
ahí sí con el estadio vibrando de energía, lleno a reventar. Quién sabe si
después de 2014 habrá otra final mundialista en el Maracaná. La espina celeste
se saca esta vez o nunca.
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