Medellín, el modelo para
urbanizar las villas
LaNacion - sábado, 12 de
abril de 2014
Es domingo y hay fiesta en la
Comuna Uno de Medellín. Los chicos corren de aquí para allá. Los mayores visten
sus mejores ropas, limpias, recién planchadas. El sol, impiadoso, parte la
tierra. Ésta, la de este barrio, era una vecindad maldita . De estas
callejuelas empinadas, intrincadas y angostas -calles de una villa de
emergencia, al fin- salieron hace 20 años los sicarios de Pablo Emilio Escobar
Gaviria a regar de sangre las calles de esta ciudad exuberante y mágica.
Richard Quiñones, de 40 años,
lleva del brazo a su abuela hasta la baranda de la terraza que mira hacia las
montañas donde los ladrillos rojos de las precarias viviendas se mezclan con el
verde furioso de una vegetación casi tropical. Richard sonríe satisfecho. Él
experimentó en primera persona aquellos años en los que vivieron con el alma en
llagas. "Veinte, éramos veinte los «pelados» [chicos] que nos criamos
juntos. Hoy sólo quedamos cuatro", dice, con sólo escuchar dos palabras:
recuerdos y violencia.
Ésta, durante años, fue tierra
vedada. Nadie entraba y, si entraba, era probable que no saliera por sus
propios medios. Pero eso fue antes. Hoy la vida parece sonreírles.
Hoy hay fiesta porque alrededor
de un viejo tanque de agua del barrio San Antonio, se inauguró una Unidad de
Vida Articulada (UVA), el último de los emprendimientos que el alcalde Aníbal
Gaviria Correa puso en marcha para completar el proceso de reconstrucción
ciudadana que, desde hace doce años, avanza. Otras 19 UVA se están construyendo
en barrios tan o más complejos que éste.
Tres alcaldes diferentes tuvo la
comuna durante ese tiempo. Tres alcaldes de distinto color político y el plan
sigue incólume. El que llega al poder sigue la obra de su antecesor. A nadie se
le ocurriría lo contrario.
La UVA de Santo Domingo es una
obra sencilla. Terrazas y espacio verde, donde antes había un paredón y un
alambrado. Un auditorio abierto, para que lo utilice la comunidad. Un centro de
atención ciudadana para que los más chicos tengan un lugar de contención
mientras sus padres trabajan. Allí van los "pelados" a dibujar, leer,
jugar y tomar la merienda, después de la escuela. Del tanque, de tanto en
tanto, brotan chorros de agua bajo los que los chicos corren, empapados y
felices. De noche, luces verdes, rojas y amarillas, brotan desde los costados y
le dan un toque diferente al hasta ayer inerme tanque.
En 1991 ésta era la ciudad más
insegura del mundo. Hubo durante esos doce meses, 380 homicidios por cada
100.000 habitantes. El año pasado, según cifras oficiales de la Secretaría de
Seguridad de la Alcaidía de Medellín, la tasa fue de 38 homicidios cada 100.000
habitantes. Y, según afirma el titular de esa secretaría, Iván Sánchez Hoyos,
de mantenerse la tendencia, este año cerrarán la estadística con una tasa de 29
homicidios cada 100.000 habitantes. Medellín sigue siendo extremadamente
peligrosa. Pero demostró que, con seriedad, trabajo y coherencia, del fondo del
mar, también se puede salir.
¿Qué ocurrió aquí? "Creamos
identidad ciudadana", dice Gaviria. "La fórmula es varios buenos
gobiernos, sucesivos y sintonizados. Nuestro objetivo es hacer una ciudad
inclusiva. Bajar la pobreza es fácil, lo difícil es disminuir la
desigualdad", cuenta.
Y para disminuir la desigualdad,
el plan apoyado por todo el arco político, por el fuerte empresariado
industrial local y, sobre todo, por la población, se hicieron obras. Nada
milagroso, nada sorprendente, pero si muy efectivas. Para llegar a la
periferia, trenes suburbanos (el Metro, le dicen aquí). Para trepar las
montañas que rodean el valle del río Medellín, teleféricos, que suben hasta los
puntos más peligrosos de la ciudad. Y si por encima de los teleféricos aún
sigue la montaña, escaleras mecánicas para reemplazar las de cemento.
Hay que generar inclusión, es la
consigna. Y eso significa educación. Escuelas públicas de excelencia llegaron
al corazón de los barrios. Modernas, proyectos arquitectónicos que enorgullecen
a todos. Gaviria dice: "Los jóvenes son los que matan, pero también son
los que mueren. A ellos hay que facilitarles el camino de la educación. Eso
significa que queremos una ciudad con mayor equidad".
Símbolos
Las obras son símbolos. Símbolos
muy fuertes. Frente a una vieja cárcel de mujeres, se levantó un Parque
Biblioteca, en el barrio San Cristóbal. Hoy los muros de la cárcel lucen
grafitos, multicolores.
En el terraplén donde bajaron los
helicópteros del ejército durante la Operación Orión -la lucha final contra las
fuerzas parapoliciales durante el gobierno de Álvaro Uribe- hoy hay una escuela
de última generación.
En las calles de las villas de
Medellín no hay basura. No hay perros abandonados. No hay callejones de tierra.
Todo está pavimentado. No hay grafitis en los trenes. Las estaciones brillan.
No hay papeles tirados. Las cabinas de las tres líneas de teleféricos a los que
se trepó LA NACION estaban impolutas. Ningún asiento dañado. Ninguna pared
escrita.
Todos son conscientes de que hay
derechos y obligaciones. En las villas pagan sus impuestos. Cada casa tiene su
medidor de luz y la paga. Lo mismo pasa con el gas. Eso también forma parte de
la inclusión. Y lo valoran.
Carlos Ruiz tiene 30 años y es
docente en la primaria. En el cable carril lee mientras viaja hacia la escuela
de La Candelaria, donde da clases de ciencias sociales a alumnos de 8 y 9 años.
Lleva doce años en la profesión y también tiene historias para contar. La
Candelaria no es un barrio fácil. Todo lo contrario. Dice que en su escuela no
hay deserción escolar. "Todavía se les puede cantar una canción y ellos
responden. Se les puede leer un cuento y tienen capacidad para soñar. Hacen
vida de chicos, ahora."
Dice Carlos que en la Comuna Uno,
aquélla, la del tanque de agua, la realidad era distinta. Allí los chicos de 8
o 9 años tenían vida de adolescentes, con situaciones complicadas.
Medellín, la de la fama maldita,
avanza, pero no todo es color de rosa. Sánchez Hoyos, secretario de Seguridad,
retoma las estadísticas. "Aquí, hoy, sigue siendo noticia el día en el que
no hay homicidios. Nosotros los contamos. Este año llevamos quince días sin homicidios."
En las barriadas más peligrosas se levantan torres de cemento para la policía,
llamadas Centros de Atención Inmediata (CAI). No tienen ventanas y en los altos
los bloques de cemento tienen agujeros por donde cabe el cañón de un arma larga
para repeler ataques. Casi, como en la edad media.
Medellín vibra. Acaba de ser sede
del Séptimo Foro Mundial de Ciudades, organizado por la Secretaría de Hábitat
de la ONU. El mundo paseó por sus calles. Y esta urbe mostró orgullosa, sus
triunfos y sus deudas. Medellín deja un claro mensaje de esperanza. Se puede
vencer; se puede mejorar. Sólo hace falta convencimiento, decisión y
coherencia. No parece mucho. ¿O sí?
Cómo funciona el Foro Urbano
Mundial
El Foro Urbano Mundial (WUF, sus
siglas en inglés) es un foro técnico no legislativo organizado por el Programa
de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, auspiciado cada dos años en
una ciudad diferente, para examinar las cuestiones más apremiantes a las que se
enfrenta el mundo en el área de los asentamientos humanos, que incluye la
urbanización rápida y su impacto en ciudades, comunidades, economías, cambio
climático y políticas. Se trata de la primera conferencia mundial en ciudades y
ahora se lleva adelante la séptima edición de este foro que se realizó hasta
ayer en Medellín, Colombia. Se estima que más de dos tercios de la población
mundial urbana vive en ciudades, donde la inequidad de ingresos ha ido en
aumento desde los años 80 y, en muchos casos, esta suba ha sido impactante. Uno
de los debates del foro se centra en las inequidades en los espacios urbanos,
con ciudades divididas por fronteras invisibles en forma de exclusión social,
cultural y económica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario