ESPECIAL-Cómo EEUU empeoró sus
problemas con Putin
Reuters - miércoles, 23 de
abril de 2014
En septiembre del 2001, cuando
Estados Unidos estaba conmocionado por los ataques terroristas contra las
Torres Gemelas y el Pentágono, Vladimir Putin apoyó la inminente invasión de
Washington a Afganistán, algo que habría sido inconcebible durante la Guerra
Fría.
Putin accedió a que aviones
estadounidenses con ayuda humanitaria volaran por el espacio aéreo ruso. Dijo
que el Ejército estadounidense podía usar las bases aéreas situadas en ex repúblicas
soviéticas en Asia Central y ordenó a sus generales que informaran a sus pares
estadounidenses de la fallida ocupación rusa de Afganistán en la década de
1980.
Durante la visita de Putin a la
granja en Texas del presidente George W. Bush dos meses después, el entonces
líder estadounidense, hablando en una escuela secundaria, describió al
mandatario ruso como "un nuevo estilo de líder, un reformista (...) un
hombre que hará una gran diferencia en lograr un mundo más pacífico al trabajar
de cerca con Estados Unidos".
Por un momento, pareció que la
desconfianza y la antipatía de la Guerra Fría desaparecían.
Pero sólo semanas después, Bush
anunció que Estados Unidos se retiraba del Tratado sobre Misiles Antibalísticos
para poder construir un sistema en Europa del Este con el fin de proteger a los
aliados de la OTAN y a sus bases de un ataque iraní. En un discurso, Putin
advirtió que la decisión socavaría el control de armas y los esfuerzos de no
proliferación.
"Este paso no ha sido una
sorpresa para nosotros", dijo Putin. "Pero creemos que es una
decisión equivocada", agregó.
La secuencia de los eventos en la
relación de Washington con Putin refleja la dinámica que persistió en los
siguientes 14 años y en la actual crisis en Ucrania: las acciones estadounidenses,
algunas intencionales y otras no, generaron una reacción exagerada de un
ofendido Putin.
Con la concentración de miles de
soldados rusos en la frontera con Ucrania, Putin ha frustrado lo que según el
Kremlin es un complot estadounidense para rodear a Rusia de vecinos hostiles.
Expertos dicen que también está promoviendo el "putinismo" -una forma
conservadora y ultranacionalista de capitalismo estatal- como una alternativa
global a la democracia occidental.
¿SIN PRESTAR ATENCION?
Es también una dinámica que,
según algunos actuales y ex funcionarios estadounidenses, refleja el hecho de
que Washington no reconoce que, si bien la Unión Soviética desapareció como un
enemigo ideológico, Rusia continúa siendo una potencia que demanda el mismo
nivel de atención de política exterior que China y otros países, una relación
que no debería ser un medio para un fin, sino un fin en sí mismo.
"No creo que le estemos
prestando atención realmente", dijo James F. Collins, quien fue embajador
estadounidense en Moscú a finales de la década de 1990. La relación bilateral
"no era vista como algo grande".
Putin nunca iba a ser un socio
fácil. Es un nacionalista ruso con tendencias autoritarias que, como sus
predecesores durante siglos, abriga una profunda desconfianza hacia Occidente,
según funcionarios estadounidenses de alto nivel.
Formó gran parte de su visión del
mundo como funcionario de la KGB en el ocaso de la Guerra Fría y como cuadro
gubernamental en la caótica Rusia post soviética de la década de 1990, que Putin
y muchos otros rusos ven como un período en el que Estados Unidos se aprovechó
reiteradamente de su debilidad.
Desde que se convirtió en
presidente en el 2000, Putin hizo de la restauración de la fuerza de Rusia -y
su tradicional esfera de influencia- su meta central.
También cimentó su poder
aplastando sistemáticamente las discrepancias y usando los suministros
energéticos como una palanca económica con sus vecinos. Ayudado por los altos
precios del crudo y el poder de veto de Rusia en el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, Putin perfeccionó el arte de fastidiar a presidentes
estadounidenses, a veces obstaculizando las políticas de Washington.
Funcionarios de los gobiernos de
los presidentes Bush y Barack Obama dijeron que sus colegas inicialmente
sobreestimaron las potenciales áreas de cooperación con Putin. Así, a través de
una mezcla de exceso de confianza, desinterés y torpeza ocasional, Washington
contribuyó a una profunda espiral descendente de las relaciones con Moscú.
CAUSA COMUN
La camaradería entre Putin y Bush
tras el 2001 colapsó por un asunto estratégico: la relación de Rusia con sus
vecinos. En noviembre del 2002, Bush respaldó la invitación de la OTAN a siete
naciones -incluyendo a las ex repúblicas soviéticas de Estonia, Letonia y
Lituania- para que iniciaran negociaciones destinadas a integrarse a la alianza
occidental.
En el 2004, siempre con el
respaldo de Bush, los siete países de Europa Oriental se sumaron a la OTAN.
Putin y otros funcionarios rusos
se preguntaron por qué la OTAN seguía expandiéndose cuando el enemigo contra el
cual fue creada, la Unión Soviética, había dejado de existir. Más tarde
cuestionaron qué función podría tener la alianza frente a otros peligros, como
el terrorismo y la proliferación nuclear.
"Esta expansión puramente
mecánica no nos deja enfrentar las actuales amenazas", dijo Putin, y
"no nos permite evitar cosas como los ataques terroristas en Madrid ni
restaurar la estabilidad en Afganistán".
Thomas E. Graham, quien se
desempeñó como director para Rusia en el Consejo de Seguridad Nacional de
Estados Unidos, dijo que se debería haber hecho un esfuerzo adicional para
crear una estructura de seguridad europea post soviética que reemplazara a la
OTAN y que incluyera a Rusia.
"Lo que deberíamos haber
hecho y lo que deberíamos estar haciendo en este momento (...) es crear una
estructura de seguridad basada en tres pilares: Estados Unidos, una Europa más
o menos unificada y Rusia".
Graham dijo que, por ejemplo,
esfuerzos por poner a prueba las intenciones de Rusia a inicios de la década
del 2000 en Afganistán, habrían sido una forma poco riesgosa de medir la
honestidad de Putin.
"Nunca pusimos a prueba a
Putin", agregó Graham. "Nuestra política nunca tanteó a Putin para
saber si estaba realmente comprometido con un tipo diferente de relación".
Pero el entonces vicepresidente
Dick Cheney, el senador John McCain y otros políticos conservadores y
demócratas de línea dura aún eran cautos en lo que se refería a Rusia y
buscaban la expansión de la OTAN.
Argumentaron que Moscú no debería
contar con poder de veto para determinar quién podía ingresar a la alianza
militar y que ningún presidente estadounidense debería rechazar las demandas de
naciones de Europa del Este que buscaban escapar del dominio ruso.
DEMOCRACIA A SU DEBIDO MOMENTO
Otra disputa fundamental entre
Bush y Putin se relacionó con la democracia. Lo que Bush y otros funcionarios
estadounidenses vieron como la democracia extendiéndose por el ex bloque
soviético fue considerado por Putin como un cambio a regímenes favorables a
Estados Unidos.
La invasión estadounidense a Irak
en el 2003, que ocurrió sin autorización de Naciones Unidas y pese a las
objeciones de Francia, Alemania y Rusia, fue un punto de quiebre para Putin.
El mandatario ruso dijo que la
guerra dejaba en ridículo las afirmaciones de Estados Unidos de que promueve la
democracia y respeta la ley internacional.
Putin también era profundamente
escéptico de los esfuerzos de Estados Unidos por alentar la democracia en el ex
bloque soviético, donde el Departamento de Estado y grupos estadounidenses sin
fines de lucro ofrecieron capacitación y fondos a agrupaciones civiles locales.
En discursos públicos, acusó a
Washington de intervenir en la región.
A fines del 2003, protestas
callejeras en la ex república soviética de Georgia, en un movimiento conocido
como la Revolución de las Rosas, impulsaron la elección de un líder pro
occidental. Cuatro meses más tarde, manifestantes en Ucrania llevaron a otro
líder amigo de Occidente al poder, en un episodio llamado la Revolución
Naranja.
Putin vio ambos episodios como
bofetadas y conspiraciones alentadas por Estados Unidos, fraguadas justo
después de haber ayudado a la intervención en Afganistán, según altos
funcionarios estadounidenses.
En el 2006, la confrontación
entre Bush y Putin por la democracia se intensificó. En una rueda de prensa
durante la primera cumbre del G-8 organizada por Rusia, ambos presidentes
tuvieron un intercambio desagradable.
Bush dijo que Estados Unidos
estaba promoviendo la libertad en Irak, cuando se vivían los peores días de
violencia sectaria, y Putin se burló abiertamente de él.
"Ciertamente no querríamos
tener la misma clase de democracia que tienen en Irak", dijo Putin con una
sonrisa, mientras la audiencia estallaba en risas. "Lo digo
honestamente", agregó.
Bush trató de salir dignamente de
la situación. "Sólo espera", respondió, en referencia a Irak.
¿BREVE PARADA EN MOSCU?
Graham sostiene que el Gobierno
de Bush emitió pequeños pero contundentes mensajes para señalar que otros
países, particularmente Irak, eran más importantes que las relaciones
bilaterales con Moscú.
Por ejemplo, la Casa Blanca le
pidió en el 2006 al Kremlin permiso para que Bush hiciera una parada de
reabastecimiento de combustible en Moscú durante su camino a una cumbre del
Asia Pacífico. Sin embargo, dejó en claro que Bush no quería reunirse con
Putin, a quien vería durante el encuentro.
Luego de que diplomáticos rusos
se quejaron, Graham fue enviado a Moscú para determinar si Putin realmente
quería reunirse con Bush y para dejar en claro que, de haber un encuentro, éste
no tendría mayor importancia.
Al final, los dos presidentes se
reunieron y acordaron pedirle a sus subordinados trabajar en un paquete de no
proliferación de armas.
"Cuando el equipo ruso vino
a Washington en diciembre del 2006, en un grupo de muy alto nivel, no teníamos
nada que ofrecer", dijo Graham. "No teníamos tiempo para pensar sobre
eso. Seguíamos enfocados en Irak", agregó.
Graham consideró que el enfoque
del Gobierno de Bush fue un desaire para Moscú.
"Nos perdimos algunas
oportunidades en los años iniciales del Gobierno de Bush para poner esto en un
carril diferente", comentó. "Y posteriormente, algunas de nuestras
acciones, de forma intencional o no, enviaron un mensaje claro a Moscú de que
no nos importaba".
TRES TRENES DESCARRILADOS
La relación de Bush con Putin
siguió empeorando en el 2008.
En febrero, Kosovo declaró
unilateralmente su independencia de Serbia con el apoyo de Estados Unidos, una
decisión que Rusia, antiguo socio de Serbia, había intentado bloquear
diplomáticamente por más de una década.
En abril, Bush obtuvo el apoyo en
una cumbre de la OTAN en Bucarest para instalar un sistema de defensa
antimisiles en Europa del Este.
Bush pidió a la OTAN ofrecer a
Ucrania y Georgia un plan de medidas para convertirse en miembros, un proceso
formal que los pondría en camino a unirse a la alianza. Francia y Alemania
bloquearon la medida y advirtieron que una mayor expansión de la OTAN desataría
una postura más agresiva de Rusia.
Finalmente, la alianza emitió una
declaración en la que dijo que ambos países "se convertirán en miembros de
la OTAN". Ese compromiso arriesgó lo peor de ambos mundos: antagonizar a
Moscú sin darle a Kiev y a Tiflis una estrategia clara para ingresar a la
alianza.
El funcionario estadounidense
dijo que estas medidas representaban "tres trenes descarrilados"
desde el punto de vista de Putin, exacerbando el sentido de victimización del
líder ruso.
"Hacer esas tres cosas
relativamente cerca -la independencia de Kosovo, los misiles de defensa y las
decisiones de expandir la OTAN- alimentaron su percepción de que querían sacar
ventaja de Rusia", declaró.
En agosto del 2008, Putin
contraatacó. Luego de que Georgia lanzó una ofensiva para recuperar el control
de la región separatista prorrusa de Osetia del Sur, Putin inició una operación
militar que expandía el control ruso sobre esa región y una segunda zona
separatista, Abjasia.
El Gobierno de Bush, atado de
manos y pies por los despliegues en Irak y Afganistán, protestó públicamente,
pero no quiso intervenir militarmente en Georgia. Putin emergió como el claro
ganador y logró su objetivo de hacerle frente a Occidente.
UN SOLO GRAN ASUNTO
Tras ganar las elecciones
presidenciales del 2008, Barack Obama llevó a cabo una exhaustiva revisión de
la política sobre Rusia. Su principal arquitecto fue Michael McFaul, un
profesor de la Universidad de Stanford y defensor de una mayor democracia en Rusia,
quien asumió el cargo en el Consejo de Seguridad Nacional que anteriormente
tenía Thomas Graham.
Durante una entrevista reciente,
McFaul dijo que cuando el nuevo equipo de seguridad nacional de Obama revisó
los objetivos principales de política exterior del Gobierno, encontraron que
pocos involucraban a Rusia.
Sólo uno tenía que ver con
relaciones bilaterales con Moscú: un tratado de reducción de armas nucleares.
El resultado, dijo McFaul, era
que las relaciones con Moscú eran vistas como importantes en términos de lograr
otras metas de política exterior y no significativas en términos de Rusia en sí
misma.
"Por lo tanto, ese fue
nuestro enfoque", manifestó.
La nueva estrategia de Obama
respecto a Rusia fue llamada "reinicio". En julio del 2009, viajó a
Moscú para empezar a implementarla.
Durante una entrevista con
Associated Press pocos días antes de abandonar Washington, Obama criticó a
Putin, quien se había convertido en el primer ministro de Rusia en el 2008 tras
cumplir con el límite constitucional de dos mandatos como presidente.
Obama dijo que Estados Unidos
desarrollaba una "muy buena relación" con el hombre que Putin nombró
como su sucesor en la presidencia, Dmitry Medvedev, y acusó a Putin de emplear
"enfoques parecidos a los de la Guerra Fría" en sus relaciones con
Washington.
"Creo que Putin tiene un pie
en las formas antiguas de hacer negocios y otro en las nuevas", sostuvo el
presidente demócrata.
En Moscú, Obama pasó cinco horas
reunido con Medvedev y apenas una hora con Putin, quien era ampliamente
considerado como el verdadero líder del país. Tras reunirse, Putin dijo que las
relaciones entre Estados Unidos y Rusia habían pasado por varias etapas.
"Hubo periodos en los que
nuestras relaciones florecieron bastante y también hubo periodos, podríamos
decir, de un ánimo gris entre nuestros países y de estancamiento", dijo,
con Obama sentado a cierta distancia.
Al comienzo, la idea del
"reinicio" funcionó bastante bien. Durante la visita de Obama, Moscú
aceptó expandir la capacidad de Washington para enviar suministros militares a
Afganistán a través de Rusia.
En abril del 2010, Estados Unidos
y Rusia firmaron un nuevo tratado START, reduciendo aún más los arsenales
nucleares de ambos países. Posteriormente ese año, Rusia apoyó nuevas sanciones
económicas de Naciones Unidas contra Irán y bloqueó la venta de sofisticados
sistemas de misiles antiaéreos S-300, de fabricación rusa, a Teherán.
Los expertos dicen que la luna de
miel de dos años fue el resultado del compromiso del Gobierno de Obama con
Rusia en temas en los que ambos países compartían intereses, como la reducción
de armas nucleares, el combate al terrorismo y la no proliferación.
Los asuntos esenciales que
desataron las marcadas tensiones durante el Gobierno de Bush -la democracia y
la influencia sobre los países vecinos de Rusia- quedaron desatendidos.
UNA RELACION HECHA PEDAZOS
En el 2011, Putin acusó a la
secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, de organizar en secreto
manifestaciones callejeras, luego de las disputadas elecciones parlamentarias
de Rusia.
Putin dijo que Clinton alentó a
"mercenarios" enemigos del Kremlin y que gobiernos extranjeros
entregaron "cientos de millones" de dólares a grupos rusos de
oposición.
"Ella fijó el tono de
algunos activistas de oposición, les dio una señal, ellos la escucharon y
comenzaron a trabajar", dijo Putin.
McFaul consideró las
declaraciones como una gigantesca exageración. El Gobierno estadounidense y
grupos sin fines de lucro del país habían entregado decenas de millones de
dólares en apoyo a grupos civiles en Rusia y países del antiguo bloque
soviético desde 1989, dijo.
Putin fue elegido para un tercer
mandato como presidente en el 2012 e inició una feroz represión contra el
disenso y una recentralización del poder. McFaul, quien entonces era el
embajador de Estados Unidos en Moscú, criticó públicamente las medidas en
discursos y actualizaciones de su cuenta en Twitter.
Durante la entrevista, McFaul
culpó a Putin por el colapso de las relaciones. Aseguró que el líder ruso
rechazó reiteradas invitaciones para visitar Washington cuando era primer
ministro y decidió no asistir a una reunión del G-8 en la capital estadounidense
tras recuperar la presidencia.
En la misma línea que
funcionarios del Gobierno de Bush, McFaul dijo que era políticamente imposible
que un presidente estadounidense negociara una cooperación con Rusia respecto,
por ejemplo, a Irán, a cambio del silencio estadounidense sobre la democracia
en Rusia y la presión de Moscú sobre sus vecinos.
"No lo haremos si eso
significa negociar sociedades o intereses de nuestros socios o aliados en la
región", dijo McFaul. "Y no lo haremos si significa negociar nuestro
discurso sobre la democracia y los derechos humanos", agregó.
Andrew Weiss, un experto en Rusia
del Fondo Carnegie para la paz internacional, dijo que las diferencias por los
asuntos sobre la democracia acabaron con cualquier esperanza de un nuevo acercamiento
entre ambas potencias, como ocurrió durante el Gobierno de Bush.
"Esa batalla básicamente
contamina la relación", dijo Weiss.
En el 2013, las relaciones ruso
estadounidenses se hundieron.
En junio, Putin le otorgó asilo
al hombre responsable de las filtraciones de las actividades de la Agencia de
Seguridad Nacional, Edward Snowden.
A su vez, Obama canceló una
reunión con Putin en Moscú fijada para el otoño boreal. Fue la primera vez en
50 años que se suspendió una cumbre de Estados Unidos con el Kremlin.
El otoño pasado, manifestantes en
Kiev comenzaron a exigir que Ucrania se acercara a la Unión Europea. En ese
entonces, la Casa Blanca tenía un profundo escepticismo frente a Putin y le
prestaba poca atención al ex bloque soviético, según Weiss.
Funcionarios de la Casa Blanca
llegaron a considera a Rusia como un punto muerto de su política exterior y no
una fuente de posibles avances.
En un acto de deferencia con
funcionarios europeos, el Gobierno de Obama apoyó un plan que habría acercado a
Ucrania a la UE, alejándola de un bloque económico prorruso creado por Putin.
Críticos dijeron que fue un error hacer que Ucrania tomara partido.
Jack F. Matlock, quien fue
embajador estadounidense en Moscú de 1987 a 1991, dijo que los reclamos de
Putin por años dejaban en claro que creía que Occidente lo estaba rodeando de
vecinos hostiles. Y por siglos, los líderes rusos han considerado que una
Ucrania amistosa es vital para la defensa de Moscú.
"La verdadera línea roja
siempre ha sido Ucrania", dijo Matlock. "Cuando empiezas a
presionarlos en el área más sensible, innecesariamente, sobre su seguridad, vas
a obtener una reacción que los vuelve mucho menos cooperadores".
¿UNA RUSIA DOCIL?
Expertos estadounidenses dijeron
que era vital para la Casa Blanca establecer una nueva estrategia de largo
plazo respecto a Rusia, que no culpe de la actual crisis sólo a Putin.
Matthew Rojansky, un experto en
Rusia del Wilson Center, argumentó que satanizar a Putin era un reflejo del
continuo fracaso de funcionarios estadounidenses en reconocer el poder, interés
e importancia de Rusia.
"Putin es un reflejo de
Rusia", dijo Rojansky. "Esta extraña noción de que Putin se irá y de
pronto habrá una Rusia dócil es falsa", agregó.
Un funcionario estadounidense que
solicitó el anonimato dijo que falta una estrategia de largo plazo que explote
las múltiples ventajas que Estados Unidos y Europa poseen sobre la Rusia de
Putin.
"Preferiría jugar nuestras
cartas en vez de las suyas en el largo plazo", dijo el funcionario.
"Porque él tiene, creo, varias desventajas estratégicas bastante serias:
una economía unidimensional, un sistema político y una elite política bastante
corroídos por la corrupción", explicó.
Matlock, el ex embajador
estadounidense, dijo que era vital para Washington y Moscú poner fin a un
patrón destructivo de acciones desatinadas de Estados Unidos seguidas por una
sobrerreacción de Rusia.
"Varios de los problemas en
nuestra relación diría que se relacionan en realidad con lo que calificaría de
acciones estadounidenses poco consideradas", dijo Matlock. "Varias de
ellas no tenían la intención de dañar a Rusia (...) Pero la interpretación rusa
a menudo exageró el grado de hostilidad y sobrerreaccionó".
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