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martes, 15 de abril de 2014

plan

BAHÍA DE “COCHINITOS”

newsweek.m
Un francmasón ligado al Departamento de Estado fue parte de un extraño e inepto plan para derrocar al régimen cubano.

Es una improbable “historia de tres ciudades” que comienza en Damasco, serpentea por Washington, D.C., y termina trágicamente en una cárcel de La Habana. Sus personajes clave parecen extraídos de un thriller de espionaje de la Guerra Fría: espías aficionados atrapados en otra inepta trama para derrocar al régimen cubano.  

A fines de noviembre de 2010, un hombre de negocios de Washington, D.C. llamado Akram Elias viajó a Damasco con una discreta propuesta para pulir la imagen del régimen sirio en Washington. “Fue grandioso verle a usted esta mañana”, escribió Elias, un estadounidense libanés, a Bouthaina Shabaan, portavoz de toda la vida del presidente Bashar al-Assad, en un correo electrónico obtenido por WikiLeaks. Apenas seis meses antes, el gobierno de Obama había castigado a Siria con sanciones por apoyar a grupos terroristas y por tratar de desarrollar armas de destrucción masiva.

Elias entregó a los sirios una “estrategia de comunicaciones” de una página a los sirios, inspirada directamente en el cuaderno de estrategias del cabildero estándar para clientes con graves problemas de imagen en el sector oficial de Washington. La idea, por supuesto, era suavizar la imagen del régimen en Washington, y quizás incluso convencer a funcionarios de levantar las sanciones. Precio: US$22 000 al mes más gastos, lo cual es común para una campaña de relaciones públicas para un régimen de tipo dictatorial.

Sin embargo, lo raro acerca de este plan era que, de acuerdo con el sitio web de Capital Communications Group, empresa de la cual es propietario,  mientras Elias cortejaba a Damasco, también tenía contratos de relaciones públicas con 18 organismos de seguridad nacional del gobierno de Obama, entre ellos, el Departamento de Justicia, el Departamento de Estado, la Administración para el Control de Fármacos y el Departamento de Seguridad Interior. Pero era también un jugador clave en una larga campaña de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) para socavar a otro régimen totalitario, en este caso, Cuba.

¿Por qué Elias? ¿Por qué Cuba? Porque, en otro extraño giro, Elias tenía un alto rango en la francmasonería, la antigua y secreta organización protestante que cuenta con una larga historia en Cuba, cuando los ideólogos derechistas de la USAID decidieron emprender nuevamente el derrocamiento del régimen comunista. Los francmasones son descendientes de los gremios medievales que construyeron las catedrales de Europa, y su presencia en Cuba se remonta a 1763, con el arribo de colonos ingleses e irlandeses. A finales de ese siglo, su número se incrementó con la llegada de hacendados franceses que huían de la revolución haitiana. Un siglo después, contaban entre sus miembros a revolucionarios cubanos como José Martí. Y en la década de 1950, de acuerdo con la tradición, otro revolucionario, Fidel Castro, adquirió simpatía por los francmasones cuando le dieron refugio en una logia masónica.

Los francmasones sobrevivieron a la revolución de Castro, pero este los mantuvo bajo un estricto control. A pesar de ello, el número de miembros se mantuvo estable, y con la retirada gradual de Castro del poder a partir de 2001, los francmasones empezaron a florecer. Actualmente, afirman tener casi 30 000 miembros en Cuba.

Elias emigró de Líbano a Estados Unidos cuando era adolescente en la década de 1970. En 1996, de acuerdo con diversas publicaciones masónicas, se hizo miembro de la hermandad y rápidamente obtuvo el liderazgo de su logia en el Distrito de Columbia. En 2002, recorrió toda Cuba, en el primero de varios viajes que realizó cuando el régimen relajó sus controles económicos y políticos.

La USAID debe haber visto una oportunidad. Desde que fue inventada por el gobierno de Kennedy como un organismo de ayuda humanitaria en 1961, el famoso logotipo de las manos unidas de la USAID siempre ha tenido un componente menos amable, con el mandato de ayudar a las personas a “luchar por vivir en un país libre y democrático”. Durante la Guerra de Vietnam, sus proyectos de contrainsurgencia estaban tan entrelazados con los de la CIA que ambos se convirtieron en sinónimos.

Y ahora se trata de Cuba. Durante el gobierno de George W. Bush, el costo de los programas “democráticos” cubanos apoyados por la USAID pasó de US$3.5 millones a US$45 millones. Aunque el congreso redujo drásticamente sus presupuestos en más de la mitad cuando Barack Obama entró en funciones y los repartió entre otros organismos, mencionando como causa una “mala gestión”, se proyectó un presupuesto de entre US$60 millones y US$70 millones, de acuerdo con el Miami Herald.   

En diciembre de 2009, Akram Elias estaba en La Habana para reunirse con Alan Gross, un subcontratista de USAID de 63 años, originario de Maryland. Gross fue arrestado la noche del 3 de diciembre de 2009, tras proporcionar equipo avanzado de comunicaciones e internet a la diminuta comunidad judía de Cuba. Actualmente, purga una sentencia de 15 años en Cuba bajo cargos de subversión.

De acuerdo con un documento presentado en 2011 por autoridades cubanas al dictar sentencia, en noviembre de 2009 en Washington, Gross recibió una llamada de Elias, “Un antiguo miembro de alto rango de la logia masónica de Washington que es famoso por su característica oposición al sistema político cubano”. Elias expresó su interés en el “programa de democracia de Cuba” que Gross dirigía para DAI Inc., una empresa contratista de USAID con sede en Chevy Chase, Md. Acordaron tomar un café al día siguiente.

“En esta reunión”, de acuerdo con el documento de imposición de sentencia del tribunal cubano, “Elias dijo que había pensado en instalar el sistema del acusado en las logias masónicas cubanas, y ambos decidieron reunirse en La Habana en diciembre de ese año para analizar este plan con mayor profundidad”. Y lo hicieron, en el Hotel Nacional de Cuba, el 2 de diciembre de ese año. Ambos “procedieron a partir del punto en el que se habían quedado en Washington con la visión de extender el proyecto del primero a las logias masónicas cubanas”. Las cosas salieron tan bien que acordaron reunirse al día siguiente, “pero esta reunión nunca tuvo lugar”, de acuerdo con los cubanos, “debido a que la noche del 3 de diciembre, el acusado ALAN PHILLIP GROSS fue arrestado”. Fue “hallado en posesión de dos dispositivos de almacenamiento de información, uno de marca ‘Micro Center’ y el otro de marca ‘Kingston’, con la mayoría de los documentos relacionados con los proyectos del acusado contra el estado cubano”.

Los agentes de contraespionaje de Cuba no solo tuvieron suerte en este caso, según lo muestra el documento judicial. Habían estado tras Gross y los francmasones durante años. En 2004, Gross entregó “varios artículos, entre ellos, una videocámara”, a José Manuel Collera Vento, el principal francmasón de la isla, señalaron los fiscales. Los cubanos dijeron que la cámara provenía de Marc Wachtenheim, él trabajó para la Pan American Development Foundation, otra empresa contratista de USAID y que se ubicaba a una calle de la Casa Blanca de Bush. De hecho, los agentes cubanos de contraespionaje parecían conocer todo lo que los estadounidenses habían estado haciendo.

Al menos una razón para lo anterior resultó evidente el Día de los Inocentes de 2011, cuando se reveló que José Manuel Collera Vento, Gran Maestro de la Gran Logia Francmasónica de Cuba, era un doble agente. “Por sus acciones subversivas, el 1 de abril de 2011, Collera recibió la más alta distinción de la Asamblea Popular de Cuba: el Escudo Pinareño “, anunció tristemente el Masonic Times al día siguiente, añadiendo que “actualmente, parece ser solo una marioneta de un régimen totalitario”.

De acuerdo con los expertos en el régimen, un año antes del arresto de Gross, los cubanos ya tenían acceso a internet y al correo electrónico hacia el mundo exterior, aunque las conexiones eran muy lentas. Y un año después de su arresto, la USAID puso en peligro incluso esas débiles libertades al poner en marcha una red cubana supuestamente independiente al estilo de Twitter, llamada ZunZuneo, a través de una red de compañías fachada y servidores extranjeros, un programa de acción encubierto en todo, menos en el nombre. 

¿A quién engañaban? Ciertamente, no a los agentes cubanos de contraespionaje, que durante décadas han reventado operaciones de la CIA como si fueran nueces.

Ni tampoco al senador de Vermont Patrick Leahy, presidente del panel que supervisa a la USAID, quien dijo que toda la historia de ZunZuneo “era tonta, tonta, tonta” cuando Associated Press la reveló la semana pasada.

Y tal vez el hecho de ser “tonta” no era tan malo, dado el programa de los creadores detrás de estos ridículos planes. “No se trata de eficacia”, explica Fulton Armstrong, un antiguo experto en América Latina que trabajó para la CIA y el Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca. “Saben que no van a derrocar al régimen. Saben que sus activos en la Isla son principalmente oportunistas… Y que el gobierno cubano ha demostrado que muchas de las personas de la ‘oposición’ que reciben nuestra ayuda en realidad son sus agentes”. 

La misión diplomática estadounidense en Cuba sabía que Collera Vento era un doble agente mucho antes de que Elias se reuniera con él, de acuerdo con cables obtenido por WikiLeaks. Aparentemente, nunca se lo dijeron a la USAID. (Elias no respondió a los mensajes de correo electrónico y llamadas telefónicas pidiendo su comentario, y un portavoz de la USAID dice acerca de él que “Actualmente no tenemos ningún registro de que esta persona sea un contratista de USAID”.)

“Pero los patrocinadores del programa también saben”, declaró Armstrong a Newsweek, “que bloquear la política en el modo de cambio de régimen, lograr que los operadores clandestinos incompetentes y los miembros de la ‘oposición’ estén en la cárcel, y en general, tratar de provocar al gobierno cubano mantiene de su lado a los poderosos políticos cubano-estadounidenses de Washington”.

Leahy dijo que la USAID “absolutamente no” le había informado sobre su aplicación clandestina del Twitter cubano, aunque es presidente del panel del senado que aprueba el presupuesto del organismo. “Si se me hubiera informado”, declaró a MSNBC, “Habría dicho, ‘¿en qué están pensando, por el amor de Dios?’”.


El martes, Leahy recibió exactamente la misma pregunta por parte de Rajiv Shah, el administrador de la USAID, en una audiencia de su Subcomité de Asignaciones sobre las Operaciones en el Extranjero y Programas Relacionados. Como presidente, Leahy puede preguntar lo que quiera, durante tanto tiempo como lo desee. Podría pensar en preguntarle a alguien por qué Akram Elias trabaja todavía con el Departamento de Estado. Se dice que está preparándose para iniciar un programa piloto para estudiantes universitarios de otros países a través de Global Ties US, un contratista del Departamento de Estado.  

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