Cómo ocurrió el desastre de
Hillsborough
AFP - viernes, 11 de abril
de 2014
Se recordará como la peor
tragedia del deporte inglés, pero el sábado 15 de abril de 1989 amaneció como
un día perfecto para un partido de fútbol.
Un cielo azul, inusualmente
despejado, dio la bienvenida a los aficionados del Liverpool y el Nottingham
Forest que habían viajado a la antigua ciudad industrial de Sheffield, en el
norte de Inglaterra, para las semifinales de la Copa. El partido se disputaba
en el vetusto estadio de Hillsborough, campo del Sheffield Wednesday.
En el aire reinaba un sentimiento
de 'deja vu', porque ambos equipos se habían encontrado un año antes en el
mismo estadio y en la misma fase de la competición.
"Oh, no, ese estadio otra
vez, no", dijo a su familia Martin Kevin Traynor, de 16 años. Su hermano
Christopher, de 26, le dijo: "no te preocupes, iré contigo". Ambos
murieron en Hillsborough. Pese a que iban a ser más, a los aficionados del
Liverpool se les asignó la tribuna Leppings Lane, más pequeña que la Spion Kop,
donde iban a estar los del Nottingham Forest.
La tribuna de Leppings Lane
estaba dividida en sectores y a las dos y media los sectores tres y cuatro,
justo detrás del arco defendido por Grobbelaar, ya estaban llenos de hinchas.
"Mirando alrededor, podía ver a hinchas más mayores y curtidos que yo que
empezaban a ponerse nerviosos", dijo a The Observer el aficionado del
Liverpool y superviviente Adrian Tempany.
Unas obras en la carretera
retrasaron a los hinchas que venían de Liverpool y, con el inicio del partido
cerca, miles de personas se encontraban atascadas frente a los accesos,
empujando para entrar.
Cuando parecía que la gente podía
acabar haciéndose daño, el inspector jefe David Duckenfield tomó la fatídica
decisión de ordenar que se abriera la puerta C para aliviar la presión de
quienes esperaban fuera. Los hinchas corrieron hacia la ya abarrotada tribuna,
concretamente a sus dos sectores más llenos. El resultado fue catastrófico.
Muchos espectadores de los
sectores 3 y 4 murieron aplastados contra la verja que en aquella época
separaban las gradas del terreno de juego. Estaban tan oprimidos que apenas
podían mover las cejas para expresar su terror. "A pasos de mí, había
gente muerta de pie", narró Tempany. "Lo único que me consolaba era
que las miles de personas que seguían vivas empezaban a pedir ayuda, gritando:
'¡aquí hay muertos¡".
Camillas improvisadas
Una víctima murió siete días más
tarde. La 96ª falleció en marzo de 1993 sin haber podido salir de casa.
Ignorando aparentemente la
tragedia que se estaba gestando, la policía permitió que el partido empezara
puntual, a las tres de la tarde.
"A los cuatro minutos,
disparé un balón al larguero", recordaba el atacante del Liverpool Peter
Beardsley. "Por supuesto, entonces me supo mal. Pero visto ahora, estuvo
bien no marcar porque la gente que estaba fuera oyó el rugido del público
cuando le di al travesaño e intentaron entrar con más fuerza".
Pronto, sin embargo, empezó a
notarse que algo iba terriblemente mal, porque los hinchas trataban
desesperadamente de escalar la verja de la tribuna e incluso de trepar a la
tribuna superior. A las 15H06, el árbitro detuvo el partido. Finalmente, la
policía abrió una puerta que daba acceso al terreno desde las gradas.
Unos espectadores sin aliento
salieron buscando aire sobre el césped antes de volver a echar una mano a los
heridos, alineándolos sobre el terreno de juego en camillas improvisadas,
hechas con las vallas publicitarias.
La policía, cuya responsabilidad
en el desastre es objeto ahora, 25 años después, de dos investigaciones por
sospechas de que trató de encubrir su actuación negligente en el desastre, sólo
permitió que una ambulancia entrara en el terreno de juego.
El legado del informe que el juez
Peter Taylor publicó en 1990 son estos estadios británicos con asientos para
todos los espectadores que son la envidia del mundo del fútbol, pero para
aquellos afectados por la tragedia, las heridas aún no se han cerrado.
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