Nadie quiere a la plata… ¡a por
ella!
Forbes - lunes, 5 de mayo
de 2014
En pocas palabras, el mercado
alcista mayor de la plata no ha terminado. Los inversionistas que hoy se van
regresarán corriendo mañana a comprar a precios que hoy nos parecerían
ridículos.
Nadie quiere a la plata. En los
mercados es normal que estas cosas ocurran, y más, cuando se supone que las
noticias económico-financieras en Estados Unidos son positivas, la Reserva
Federal (Fed) continúa recortando sus estímulos monetarios y las presiones
inflacionarias oficiales siguen sin aparecer.
Llama la atención por ejemplo,
que el mismo portal de Bloomberg insinúe en una nota reciente que la cotización
de la plata seguirá sufriendo a pesar de que “fabricantes de todo desde joyería
hasta paneles solares están comprando la mayor cantidad de plata en nueve
años”, y de que las ventas de monedas
“American Eagle” (1 oz.) por parte de la Casa de Moneda de Estados
Unidos, alcanzaran niveles récord durante el primer cuatrimestre de 2014.
En otras palabras, para el
“mainstream media” –siempre tan amigos del poder, que el uso de la plata física
vaya en aumento como “materia prima” es secundario, pues la aversión de los
inversionistas hacia un activo que “pierde valor”, es mayor y la condena al
rincón de los olvidados. Ni hablar de la plata como lo que es: un metal
precioso monetario.
Deberían saber lo que el propio
gurú de la plata, David Morgan, comenta al respecto: “el uso industrial de la
plata era de 35% hace 10 años y ahora es de más de 50%, y esto ocurrió mientras
más plata ha sido extraída de la tierra año con año desde principios de siglo a
la fecha”. Esto significa que la cantidad de metal disponible para inversión
tiende a reducirse conforme aumentan los usos en la industria.
Está claro que sí, un amplio
sector de inversores se alejan de la plata justo por encontrarse en un mercado bajista
desde abril de 2011, tras alcanzar su máximo de más de 30 años en 48.70 dólares
la onza troy (London Fix). Pero también es cierto que otro grupo de inversores,
sin duda minoritario, está haciendo su agosto comprando todo lo que puede a
precios de ganga como posición y apuesta de largo plazo.
Estos inversores de “manos
fuertes”, son los mismos que acumulan oro a tasas elevadas y que no se desharán
de él ni siquiera a precios más altos. El oro y la plata son parte
indispensable de sus portafolios como seguro, protección y como riqueza
propiamente dicha. Saben muy bien que el descenso de los “precios aparentes” de
los metales preciosos en divisa fíat (dinero de papel, dólares, pesos, euros,
libras, etc.) es una excelente oportunidad de hacerse de más bienes valiosos
por menos billetes, y actúan en consecuencia.
En pocas palabras, el mercado
alcista mayor de la plata no ha terminado. Los inversionistas que hoy se van
regresarán corriendo mañana a comprar a precios que hoy nos parecerían
ridículos, peleándose por una proporción de metal cada día más pequeña para
propósitos de inversión. Demasiado tarde. Así fue, es y seguirá siendo el
mercado.
Desde el punto de vista del
inversionista contrario, tanto pesimismo presente es una señal clara de que la
hora de la plata en particular, ha llegado. Algunos analistas lo hemos estado
insistiendo, como comentamos la semana pasada en el artículo “Plata ¿el activo
más subvaluado del mundo?”
Cabe añadir que de la dupla de
metales monetarios, la plata ha sido la más ninguneada y es la que desde
cualquier medición, está más infravalorada. A precios actuales se encuentra más
de 60 por ciento por debajo de su máximo histórico vigente desde 1980, mientras
que el oro está poco más de 33 por ciento abajo de su récord marcado apenas en
septiembre de 2011.
Las dos emociones que mueven el
mercado –miedo y codicia, tan difíciles de dominar como son, seguirán dejando
víctimas por un lado y vencedores por el otro, y nada se puede hacer para
evitarlo.
Muy pocos son los que, sin perder
de vista el contexto global, se percatan de que pese a los discursos, nada se
ha corregido de fondo en la economía ni en el sistema monetario global. El
pecado original del dinero fíat y su “cimiento” en deudas exponenciales, es
insostenible en sí mismo y, como todas las ocasiones en que se ha intentado en
la historia de la humanidad, fracasará una vez más. Nada aprendimos.
Es mentira entonces que la Fed
subirá las tasas de interés en 2015, o 2016 o 2017, y que dejará de imprimir
dólares este año. La mera expectativa es la que está usando como arma contra el
oro (y la plata) y como “estímulo” económico, pero en el fondo solo pretenden
ganar tiempo y ampliar el plazo en el cual casi la totalidad de la deuda
estadounidense será monetizada. Llegarán hasta las últimas consecuencias en
esta empresa.
Cuando el mercado repudie al
dólar –algo que no es cuestión de si ocurrirá o no sino solo de cuándo, las
manos fuertes tenedoras de metales monetarios (personas y países enteros) serán
empoderadas y el mundo ya no será como el que conocemos.
Al final, como los monarcas
monetarios que son, oro y plata serán aclamados. Por eso, mientras unos los dan
por muertos, es hora de voltear a mirarlos con buenos ojos. Después de todo,
seguir a la masa nunca ha entregado buenos resultados.
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