La marca emocional es lo de hoy
Forbes - viernes, 30 de
mayo de 2014
¿Alguna vez te has preguntado qué
emociones despierta tu empresa o marca? Saberlo es importante en esta época en
que la información y la hiperconectividad cambian de manera radical los hábitos
de consumo.
A dos semanas del inicio del
Mundial de Futbol de Brasil se despidió un mítico guerrero del combinado
mexicano en el legendario Estadio Azteca, Cuauhtémoc Blanco, una persona que a
lo largo de su carrera despertó un sinnúmero de emociones en la cancha –amor,
odio, pasión, entrega, liderazgo–, un jugador que no podría ser indiferente a
los amantes del futbol, una leyenda, un futbolista, una marca…
Y tú ¿alguna vez te has
preguntado qué emociones despierta tu empresa o marca? Si bien esta pregunta
puede tener infinidad de respuestas, la verdad es que también existen los casos
en que responder no es tan claro y mucho menos contundente.
Es justo aquí donde entra la
importancia de hacer uso del emotional marketing, pues a pesar de que el
consumidor moderno (buyer person) es una persona informada, exigente y cada vez
más empoderada, siempre agradece que haya marcas “humanizadas”, es decir, que
sean capaces de sentir y de hacer sentir distintas emociones a la hora
interactuar con sus clientes, sobre todo en una época en que la información e
hiperconectividad están cambiando de manera radical los hábitos de consumo.
Por un lado tenemos casos como
Coca-Cola, que hasta ha desarrollado un Instituto de la Felicidad, pues la
filosofía de su marca gira en torno de las decenas de emociones que puede
despertar su publicidad y cada uno de sus mensajes masivos enfocados a la
familia y la convivencia. Por otro lado tenemos los casos en que generar y
construir nuevas experiencias de consumo han repercutido en marcas que no sólo
sean más elegidas sino también cada vez más queridas. Pero ¿dónde está la
diferencia?
Una de las grandes premisas del
marketing emocional es que mientras se desarrolla una campaña de publicidad se
hace lo más racional posible, ya que los números suelen ser los que mandan,
pero las emociones no son racionales y por eso los resultados también van más
allá de los ceros, ya que esta herramienta del marketing busca empatía,
conversación y hacer sentir bien a las audiencias aludidas.
Para vender es importante detectar
una necesidad o, en su defecto crearla, además de entender qué motiva a las
personas a realizar la compra. También es clave tener muy claros los problemas,
situaciones y los retos a los que se enfrenta el buyer person en su vida diaria
y proporcionarle información de valor durante el ciclo de compra:
Descubrimiento, Consideración y Decisión.
Pensemos, por ejemplo, en todos
los productos que hoy parecen indispensables en nuestra casa u oficina, y que
hace 15 años no existían. Mientras, para seducir los sentidos de un consumidor
ávido de sensaciones y sentimientos positivos respecto a una marca (pensemos en
la devoción que expresamos a nuestras marcas favoritas) hay que detectar esas
emociones, esas sutiles señales y hasta esas áreas de oportunidad para explotar
un insight que está ahí aunque no siempre se deje ver.
En efecto, ya no hablamos de
necesidades sino de emociones y deseos. Pasar del mundo racional al terreno
emocional es un reto para todos los que buscan una conexión más íntima con sus
audiencias, y hacerlo no es nada del otro mundo, pero sí exige poner especial
atención a esos pequeños detalles que pueden hacer que una persona vea una
marca, la huela, la sienta y la reconozca por algo que va más allá de un simple
empaque.
La miopía del marketing, el gran
obstáculo
Una de las teorías que más ha
tomado fuerza en el marketing moderno es la que se refiere a la miopía del
marketing, sobre lo cual el economista alemán Theodore Levitt afirma que un
negocio no debe estar enfocado en vender más, sino en ganar más clientes, es
decir, estamos tratando con consumidores, cuando lo ideal sería ver que estamos
haciéndolo con personas (no olvidemos el concepto de humanizar una marca).
Y esto se traduce en uno de los
hábitos más arraigados en el mercado y que no dejan ver lo que hay más allá del
producto. Concentrarnos en las cualidades y beneficios de lo que estamos
vendiendo nos impide ver que en esos items no hay emociones: que si una llanta
rinde cinco años o que si un shampoo elimina la caspa o que si un refresco
tiene menos azúcar, en los tres casos hablamos de propiedades racionales y cero
emociones.
En este sentido, el emotional
marketing no está peleado con las propiedades verdaderas de
productos-servicios. Al contrario, busca ratificarlos ponderando las emociones
que provoca: una llanta que dura cinco años debe hacer sentir seguridad a
quienes la eligen, mientras que el shampoo que elimina la caspa despierta
emociones relacionadas con el bienestar, la salud y hasta la autoestima de
quienes tendrán un cabello mejor cuidado, o en el caso del refresco con menos
azúcar, su mensaje puede posicionarse explotando una emoción de sentirse
“ligero” y también de salud.
El emotional marketing supone ser
el gran aliado para marcar la diferencia entre quienes están preocupados por
vender y los que buscan satisfacer a las personas. Vender está bien, pero no es
suficiente, ya que en la medida en que una persona no sólo compra un producto
por sus atributos tangibles, sino por la relación que ha construido con determinada
marca, hará que ésta sea la mayor beneficiada a la hora de medir el impacto y
las repercusiones que ha tenido, provocar sentimientos y emociones favorables
alrededor de sus audiencias.
Así que el reto está en generar
nuevas ideas alrededor de una emoción, ya que los sentimientos siempre han
estado ahí y siempre estarán. Los escenarios son los que cambian, los
pretextos, las razones. Las circunstancias son las grandes aliadas para
explotar la ternura, la pasión, la felicidad, la ansiedad o cualquier emoción
que busque despertar en las personas. Una telenovela, por ejemplo, será exitosa
en la medida en que desarrolle personajes y escenarios en los que la audiencia
se identifique, sin importar si se trata de la adaptación de una historia antes
contada.
Y qué mejor que utilizar el
storytelling, una tendencia de marketing que se ha posicionado en virtud de que
las personas gustan de escuchar cuentos, leer relatos o ver historias de vida
que bien podrían ser el pretexto perfecto para que una marca se sume a este
mensaje y lo haga suyo, de tal manera que construya una comunidad, una
reputación y un lazo mucho más íntimo con quienes hoy por hoy están hablándole
de tú a las marcas y quieren expresar y escuchar los mensajes en un diálogo de
ida y vuelta.
Como diría el pintor holandés
Vincent van Gogh: “No olvidemos que las pequeñas emociones son los capitanes de
nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta.” Conectar a través
del marketing emocional con la mente y el corazón de sus audiencias hará la
diferencia entre satisfacer una necesidad con sus productos-servicios o formar
parte del resto de su vida.
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