La historia del hombre que está
listo para invertir en la lucha final contra el cáncer
Infobae - jueves, 29 de
mayo de 2014
Joseph Jimenez, el CEO del
laboratorio Novartis, tomó una decisión que ya no tiene vuelta atrás: destinará
miles de millones de la compañía que dirige en pos de lograr la cura del
cáncer. Así lo sentenció en la revista Forbes.
Es por eso que Jimenez decidió
focalizar los esfuerzos de la farmacéutica de origen suizo en una misión simple
en cuanto a la enunciación del tema pero titánica y trascendente en términos
científicos: la cura del cáncer.
La historia de la niña
norteamericana Emily Whitehead disparó y aceleró las decisiones. Cuando a sus
cinco años en 2010 fue diagnosticada con un terrible cáncer llamado leucemia
linfoblástica aguda y progresivamente inmune a la quimioterapia, cambió el
paradigma de cómo financiar la investigación sobre cáncer conocida hasta hoy.
Las investigaciones avanzadas y
con evidencia científica basadas en terapias genéticas pero aún en fase
experimental se están desarrollando en la Universidad de Pennsylvania, Estados
Unidos, en el equipo liderado por el oncólogo Carl June. Los cientificos hasta
ahora han logrado curar el cáncer en 25 niños y 5 adultos, todos padecientes
del mismo tipo de cáncer de Emily. Estos pacientes que hoy exhiben una remisión
total de la enfermedad representan un verdadero punto de inflexión en el
tratamiento contra el cáncer .
Y será la firma Novartis la que
se asociará con la Universidad de Pennsylvania para invertir y volver accesible
el tratamiento al mayor número de personas. La técnica experimental se llama
Chimeric Antigen Receptor T-Cell, mejor conocida por sus siglas CART. Dice
Jimenez a Forbes: "Se trata de una verdadera revolución. Esto abrirá las
puertas para terapias genéticas basadas en todo tipo de enfermedad y va a
demostrar también que es económicamente viable". De qué se trata CART
Chimeric Antigen Receptor T-Cell
o CART son las siglas del esperanzador tratamiento que podría acabar con el
cáncer. La leucemia linfoblástica aguda de Emily es un tipo de cáncer infantil
común en el que la quimioterapia no siempre tiene los efectos esperados. Por
suerte, la historia de esta niña estadounidense sigue escribiéndose hoy. Emily
está viva y dio el puntapié inicial para probar la técnica.
Desesperados, los padres de Emily
decidieron probar en 2012 con el nuevo tratamiento sobre el que el doctor Carl
June, de la Universidad de Pennsylvania, llevaba varios años trabajando aunque
aún no había experimentado con humanos. El CART se vale de la tecnología para
extraer al enfermo las células inmunes (células T) y modificarlas. De esta
manera, se crean una especie de "células asesinas", especialmente entrenadas
para acabar con las células cancerosas, capaces de reproducirse hasta no dejar
en el cuerpo del paciente rastro alguno de cáncer.
Aunque a la pequeña Emily el
nuevo tratamiento casi le cuesta la vida por los efectos colaterales, funcionó.
A los siete meses, el cáncer había desaparecido de su cuerpo.
Tras los buenos resultados
obtenidos, el doctor June recibió muchas llamadas de las big pharma donde le
ofrecían suculentas ofertas por su investigación. Finalmente llegó a un acuerdo
con el laboratorio Novartis.
La multinacional de origen suizo
invirtió u$s9,9 mil millones de dólares para que el doctor Carl June y su
equipo se dediquen a la investigación y desarrollen el tratamiento teniendo en
cuenta que el tiempo juega en su contra.
"Los recursos no serán un
problema", asegura Joseph Jimenez en Forbes. "Quiero saber qué
necesitan para ejecutar sus investigaciones y ensayos y llevar cuanto antes al
mercado el tratamiento porque estamos hablando de pacientes que están a punto
de morir. No podemos dejar que los recursos se interpongan en el camino",
asegura.
La historia de Emily cambia el
paradigma
Nada se avizoraba como positivo
en el avance de la leucemia de Emily, ya cumplidos los 6 años. Sólo un
experimento alocado jamás probado en niños podía pensarse como posible para
salvar su vida: pasar toda su sangre por una máquina para remover sus glóbulos
blancos y volverlos a colocar en su cuerpo. Los científicos de la Universidad
de Pennsylvania usaron un virus de HIV modificado para que reprograme
genéticamente sus glóbulos blancos y así puedan atacar su cáncer. Pero no
alcanzó. Durante días Emily estuvo hospitalizada, con fiebre muy alta y
alucinaciones. Los médicos tenían pocas esperanzas de que sobreviviera.
A continuación probaron en Emily
una droga de la artritis reumatoidea que despejó su sistema inmune sin proteger
el cancer. Emily se despertó en su cumpleaños número 7 lentamente recuperada.
Una semana después chequearon su médula ósea, y el cáncer había desaparecido.
Dos años después de aquel momento
crucial en la vida de Emily, su padre Tom Whitehead explica: Ella hoy toma
lecciones de piano y vive la vida de un chica normal. Su oncólogo personal
Stephan Grupp declaró que en 20 años de oncólogo nunca había visto una
recuperación igual.
Mirá la historia de Emily y su
familia:
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Sin el dramatismo de la historia
de una niña, técnicamente el primer paciente curado con células CARTS fue
Douglas Olson, cuando a sus 50 años le diagnosticaron una leucemia linfocítica
crónica. Luego del tratamiento con células CART, Olson se curó.
La cura más cerca
Novartis prevé para 2016 haber
finalizado con los ensayos clínicos y haber puesto en marcha una planta de
fabricación para crear tratamientos individualizados para cada paciente y así
encontrar la manera de disminuir los efectos secundarios que casi mataron a
Emily. Luego toca la presentación oficial a la FDA (Food and Drug
Administration) de los Estados Unidos para lograr el patentamiento y
convertirlo en una medicina accesible para el mayor número de personas.
Sin duda, el CART es un
tratamiento revolucionario y en él hay puestas miles de esperanzas. Pero
también es verdad que detrás se esconde una "guerra económica" entre
los laboratorios en la que Novartis está jugando sus cartas. La compañía
comercializa también Gleevec o Glivec (cuya droga es imatinib), un medicamento
anticancerígeno de 2.000 euros por paciente al mes cuya patente finaliza en
julio de 2015.
Sin embargo, aunque la
multinacional suiza cuenta con el equipo pionero de investigación del CART, no
son los únicos que trabajan en perfeccionar la técnica. El centro MD Anderson,
Kite Pharma o Juno Therapeutics compiten fuertemente con Novartis.
Esta situación de tironeo entre
gigantes de la ciencia evidencia que los esfuerzos para desarrollar nuevas
curas para tratar el cáncer están en la economía, no en la ciencia.
"La estructura de precios de
la oncología necesita ser replanteada porque se ha alcanzado un nivel que no va
a ser sostenible a largo plazo", reconoce Jimenez en Forbes. Ahora, toca
esperar y comprobar si los tratamientos acaban siendo accesibles a todo el
mundo.
Gigantes de la medicina
Para Forbes, Novartis es la
tercera megafarmacéutica en el ranking de las 2.000 compañías globales más
importantes.
Igualmente todo alrededor del
cáncer tiene mejor escenario que un tiempo atrás: junto al estallido de
posibilidades que ofrece la secuenciación de ADN que pueden desbloquear el
código genético se han generado drogas con resultados impresionantes en casos
de cáncer de pulmón, melanoma y otros tumores mortales, en algunos casos
haciéndolos desaparecer por completo. Sólo el año pasado la FDA aprobó nueve
drogas "target" específicas contra el cáncer.
Y claro que el negocio crece
también. Según el portal especializado IMS Health, sólo en 2012 se gastaron en
el mundo en drogas oncológicas alrededor de u$s91 mil millones de dólares, el
triple de lo que se gastó en 2003.
Estrategia antifusión
Hoy, las drogas contra el cáncer
representan u$s11,2 mil millones de dólares de los u$s58 mil millones que a
Novartis le ingresan por ventas de medicamentos.
Jimenez dice que quiere redoblar
la apuesta en el negocio del cáncer y por eso conoce bien a sus adversarios. La
competencia de Jimenez incluye una de las mejores startups científicas del
mundo establecida en Seatlle: Juno Therapeutics, que cuenta con el
financiamiento del magnate y dueño del diario Washington Post y creador de
Amazon, Jeff Bezos.
Agrega Jimenez a Forbes:
"Nadie se asocia con estas tecnologías si no cree que realmente está ante
un hito en la historia de la humanidad: cambiar el tratamiento del cáncer por
los próximos 20 ó 30 años". Agrega Jiménez a Forbes: "Nadie se asocia
con estas tecnologías si no cree que realmente está ante un hito en la historia
de humanidad: se podrá cambiar la historia del tratamiento del cancer por los
próximos 20 o 30 años".
La historia de Jimenez
Jimenez viene del ámbito del
marketing antes de llegar a número 1 en Novartis en 2007. Pasó por Clorox y
manejó el negocio en los Estados Unidos del ketchup más famoso del mundo:
Heinz.
Pero sentado en el board del
laboratorio AstraZeneca, entendió que se pueden vender productos que salven la
vida de la gente. Fue originalmente contratado para desarrollar las divisiones
Triaminic y Theraflu de Novartis pero rápidamente fue promovido para
desarrollar el área de medicamentos primero hasta terminar como CEO.
Su predecesor en el cargo, Daniel
Vasella, fue quien vio en Jimenez alguien que podía pilotear un momento difícil
de las farmacéuticas transnacionales: problemas en las fábricas, costos,
reducción y cierre temporal de algunas divisiones. Apoyándose en el negocio
fuerte de Novartis, los medicamentos genéricos, el segundo más importante del
mundo, y en la división Alcon (especializada en visión) Jiménez mantuvo las
ventas y ganancias de alrededor de u$s58 mil millones y u$s9 mil millones
respectivamente. Y así pudo soñar en ir por más.
Novartis también se benefició de
la participación del 33% en Roche, su rival, con u$s31 mil millones por las
ventas de medicamentos oncológicos.
Las acciones de Novartis
sufrieron además un alza: han superado de lejos al índice de S&P 500 en
cinco años. Un rendimiento total de 176% frente al 139% anterior.
Pero el negocio de Jimenez no
sólo son los números, también quiere proteger el legado de la compañía.
Glivec: la droga que abrió el
camino
Vasella –el CEO anterior– desoyó
a su equipo de marketing y escuchó en cambio a un médico oncólogo del estado de
Oregon llamado Brian Druker quien le imploraba que apoye el desarrollo de una
droga contra el cáncer que llamó: Gleevec o Glivec. La droga lleva cura a
pacientes con cáncer y leucemias y estableció el primer escenario para llegar
hoy a CART.
La historia con Glivec (Gleevec
su nombre en inglés) cambió a Novartis para siempre y ayudó a que luego Jimenez
a partir de esa experiencia estableciera un principio en toda la compañía:
"Mantener alejada a la gente de comercial sobre las decisiones estratégicas
que miran hacia el futuro".
Glivec cambió literalmente la
arquitectura de la compañía suiza en Basilea y sus sucursales alrededor.
Novartis mudó sus equipos de investigación a la Universidad de Cambrigde y al
prestigioso MIT. La patente de Gleevec para Novartis expirará en julio de 2015.
La fuerte autocritica que le
quedó a Novartis fue porque se había perdido el tren de las llamadas
"terapias genéticas" en la que Bristol Myers Squibb fue pionera.
Y es la historia de la droga
oncológica Gleevec lo que atrapó a June para decidirse por Novartis como
partner para su laboratorio en Penn. Novartis ya había pisado fuerte en la
historia de los cánceres de sangre. Pero comercializar las "células
asesinas CARTS " de June nunca se habia hecho en la historia de la
medicina hasta ahora.
Las células CARTS matan no sólo a
las células cancerígenas sino también a las de tipo B, los mismos glóbulos
blancos que se enferman en el desarrollo de la leucemia. Los pacientes están
sometidos a recibir una inyección de una proteína que las celulas B producen,
llamada gammaglobulina, por el resto de sus vidas. Si el tratamiento se
convierte en popular, puede que no haya suficiente gammaglobulina para todos.
El primer desafío es pensar cómo
fabricar y distribuir tratamientos a medida de cada paciente que sufra del
mismo mal que Emily.
Novartis piensa solucionar estas
"idas y vueltas" con una asociación con la empresa biotecnológica
Dendreon. Además hay un dato a favor en esta historia: las células T pueden
frizarse para ser trasladadas.
¿Sirve la terapia CART para todos
los cánceres?
Drogas target como Glivec son más
efectivas contra cánceres en sangre que contra los más sólidos, como de pulmón
o cáncer de mama (que construyen barreras para protegerse de ellos mismos).
CARTS sirve para leucemias como la de Emily y otras crónicas.
Pero como explica Charles
Sawyers, ex presidente de la American Cancer Society: "Hay muchas
preguntas sobre diversos cánceres que en los próximos tiempos la Universidad de
Pennsylvania y Novartis podrán contestar".
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