¿Por qué los bancos contratan a
neurólogos?
El Cronista - jueves, 22 de
mayo de 2014
Cada día David Amodio observa de
manera continuada prejuicios: no insultos ni menosprecios físicos, sino
imágenes en ordenadores en las que se refleja el comportamiento cerebral de
personas a las que se les muestran fotos de individuos que no conocen de otros
grupos raciales. Amodio es profesor de la Universidad de Nueva York y un
pionero en el campo de la neurología social, un campo que explora las
reacciones neuronales que influyen en conductas como la motivación, los
prejuicios y la cooperación. “Esta ciencia nos dice lo que pueden hacer los
seres humanos y cuáles son sus limitaciones”, dice.
Hay expertos en dirección de
empresas que creen que la neurología social es útil para los negocios. Bancos,
compañías de tecnología de la información y otras empresas contrataron a
expertos para que hablen a sus empleados de las implicaciones de esta ciencia
para el mundo laboral.
En un experimento realizado por
Amodio, voluntarios llevaron sensores en la cabeza para analizar su reacción
ante otras personas. Los que tenían pocos prejuicios mostraban una mayor actividad
eléctrica en zonas del cerebro relacionadas con el autocontrol, lo que indica
que hacían un gran esfuerzo para responder imparcialmente.
Aunque de forma instintiva no
confiamos en las personas diferentes, la neocorteza cerebral tiene mecanismos
para regular nuestro comportamiento. Estos experimentos pueden ser útiles para
las empresas. Dado que los prejuicios son innatos, hacer que los jefes los
detecten en sus empleados puede ser más eficaz que repetirles constantemente
que no tengan prejuicios.
Esta táctica podría haber ayudado
a Zillah Byng-Maddick, directora financiera de Future Publishing, quien
entrevistó a una persona muy cualificada pero obesa para un puesto, y no pudo
evitar la idea de que las personas con sobrepeso son vagas. Amodio dice que
“intentar suprimir un prejuicio es siempre contraproducente porque pensas más
en él”.
Matthew Lieberman, profesor de la
Universidad de California en Los Ángeles, señala que al cerebro le afecta más
un daño social (como una exclusión o una injusticia) que un daño físico. Pero
muchas empresas no prestan atención a esto. Contratan directivos que carecen de
don de gentes y creen que el dinero motivará a los empleados mucho más que
recompensas sociales como alabanzas, que según Lieberman son más gratificantes
para el cerebro.
Pero no todos los expertos tienen
la misma fe en la utilidad de la neurología social para las empresas. En primer
lugar dicen que la mayoría de regiones cerebrales realizan múltiples funciones,
por lo que es difícil interpretar la actividad cerebral. Por otra parte, dicen
que esta ciencia tiene límites y no puede observarlo todo, y que datos
preliminares de estudios a pequeña escala a menudo se consideran hechos. Según
Molly Crockett, neurólogo del University College de Londres, los directivos
deben ser conscientes de que hay un mito en la neurología:“Cuanto más
maravilloso parece algo y más quiere creer uno en ello, menos probable es que
sea cierto”.
También hay discrepancias en la
efectividad de los cursos de brain-training en empresas. Algunos creen que
mejoran la inteligencia, pero Paul Howard-Jones, profesor de neurología y
educación de la Universidad de Bristol, señala que “muy pocos han sido
validados a nivel científico”.
No obstante, Zillah Byng-Maddick
sí que confía en la neurología social. Tras competir con un compañero para su
puesto, éste pasó a ser su subordinado y no sabía cómo tratarlo; al final
decidió enseñarle. Cuando este ascendió, él ocupó su puesto. “Si no hubiera
aprendido aspectos de neurología social, no le habría ayudado”.
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