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viernes, 23 de mayo de 2014

mundial

Crisis mundial: el lado oscuro de Brasil 2014  


El Gráfico Diario - ‎viernes‎, ‎23‎ de ‎mayo‎ de ‎2014
Ya está, no hay forma de dar marcha atrás. Ni siquiera hubo intenciones de hacerlo. La decisión política de organizar la Copa del Mundo fue tomada hace muchos años por el ex presidente de Brasil, Lula Da Silva. Y la actual mandataria, que heredó la iniciativa, lo tomó como una cuestión personal. Sabía, Dilma Rousseff, que iba a tener algunos inconvenientes en el camino hacia el 12 de junio, día de la apertura del certamen, pero nunca imaginó que las peleas intestinas partidarias de su país y las quejas razonables de algunos sectores de la sociedad le causarían tantos trastornos. Marchas, huelgas, piquetes, denuncias de corrupción y sospechas de sobornos fueron protagonistas cotidianos de la vida brasileña de los últimos meses. Pero el puntapié inicial del Mundial está a un paso y las sensaciones de alegría y bronca se mezclan de manera constante. Brasil, el país futbolero por naturaleza, el eje fundamental del talento llevado a una cancha de fútbol, será el centro de todas las miradas del planeta, no sólo por la congregación de estrellas en los campos de juego, sino también por las consecuencias que tendrá tanto movimiento social alrededor de una pelota.



Dilma arrancó su mandato hace cuatro años sabiendo que había un mundial en marcha. No fue un problema inicial para ella. Había otras cuestiones sociales y políticas a resolver. Fue andando. Hasta que un día se encontró con el torneo a pocos meses. Las obras ya habían comenzado, las protestas por el gasto de dinero para llegar a tiempo, también. Brasil, sede de la Copa por segunda vez en su tierra (la primera fue en 1950), será el que mayor gasto realice en la celebración de este campeonato. Se estima que de la cuenta corriente del Comité Organizador brasileño saldrá alrededor de 12 mil millones de dólares y sólo para la construcción o remodelación de los estadios la cifra ascenderá a unos 5.300 millones de dólares. Nunca antes se erogaron tantos billetes para las canchas que albergarán los encuentros de la Copa. En Sudáfrica, por ejemplo, en 2010 y para diez estadios, se desembolsaron 1.500 millones de dólares y en Alemania, en 2006, para doce estadios, unos 1.400 millones de dólares. A la hora del inicio del certamen, algunos estadios no estarán al ciento por ciento de su construcción y organización para un Mundial. Por ejemplo, en San Pablo, el Itaqueirao (del club Corinthians, del que es fanático Lula) hecho a nuevo, tendrá un maquillaje para aparentar que su obra ha finalizado, pero no será así. Terminará, por completo, casi al final del certamen. Es precisamente allí, en el barrio de Itaquera, uno de los más poblados de la capital paulista, donde en los últimos días se efectuaron varias manifestaciones contra el Mundial. El líder del Movimiento Sin Tierra, Guilherme Boulos, una agrupación que lucha para que los más humildes tengan una vivienda, advirtió: “Si antes del Mundial no se resuelve el tema de nuestras viviendas, la Copa tendrá problemas”. El MST siempre estuvo enfrentado al gobierno de Dilma y la enemistad subió con el torneo. El MST intenta frenar, también, que Dilma sea reelecta en octubre próximo. Ese mes habrá elecciones presidenciales y Rousseff va por su segundo mandato. Por eso, algunos dirigentes oficialistas estiman que hay expresiones contra la Copa que tienen como finalidad opacar la figura de la presidenta, quien lidera las encuestas para seguir como primera mandataria.

Mientras estas discusiones suceden a diario, varios medios brasileños destacaron que en los últimos días, en San Pablo, hubo un incremento de la explotación sexual de menores, sobre todo en los barrios aledaños al estadio donde se realizará la inauguración del Mundial, un tema que preocupa bastante a las autoridades brasileñas.

Las manifestaciones populares, ante todo estudiantiles, por la intención de la suba del boleto de ómnibus, comenzaron el año pasado y se realizaron en varias ciudades. Hubo muchas quejas porque parte de ese dinero del incremento del pasaje iría para solventar algunos gastos de construcción de rutas. Las expresiones populares pedían que ese dinero se destinara a la educación o la salud. Pero también hubo otras expresiones, como la de los acuartelamientos de las policías de Bahía y de Pernambuco (ambas sedes de la Copa) que tuvieron una intencionalidad más política. De esa manera se dejó a esos dos centros importantes de la organización del Mundial sin protección ciudadana. Dilma optó por enviar allí a parte de las fuerzas armadas, pese a que en un principio se negó, para evitar robos y saqueos, algo que sucedió por dos días en ambas localidades. También Río de Janeiro fue un epicentro de quejas populares. Es que los cariocas, por ejemplo, cuestionaban los gastos que demandaron para poner en condiciones al templo del fútbol. En el Maracaná se gastaron 500 millones de dólares para su remodelación completa, estadio donde se disputará la final del mundo.

La presidenta brasileña, además de tener que enfrentar las protestas sociales, tuvo un frente de batalla con la Confederación Brasileña de Fútbol y con la FIFA. Hace unos días, en una cena que organizó la presidencia con periodistas deportivos de su país, admitió que chocó varias veces con el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, y con el secretario de la entidad Jérome Valcke. No fue casual: ambos dirigentes defendieron el negocio del fútbol y la presidenta intentó no dar el brazo a torcer en algunas de sus decisiones. Por ejemplo, la lucha entre las dos partes por habilitar la venta de cerveza de uno de los sponsors de la FIFA en los estadios, duró varios meses. Pero esa lucha no era causal. Rousseff, en 2012, mantuvo una disputa con el ex presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Ricardo Teixeira, un hombre de estrecha relación con Blatter y Valcke. Teixeira debió enfrentar una denuncia de corrupción que elevó a la Justicia, entre otros, el ex futbolista y actual diputado Romario. Se lo acusaba de haber recibido un supuesto soborno por unos 800 mil dólares para la organización de un amistoso de Brasil. Finalmente Teixeira renunció y se fue a vivir a Boca Raton, Estados Unidos. En su lugar asumió el vice de la CBF, José María Marín, un dirigente vinculado a la dictadura militar, acusado de colaboracionista desde su banca de diputado y desde su paso fugaz por la intendencia de San Pablo, en la década del ’70. Fue quien señaló como comunistas a algunos periodistas de TV Cultura. Uno de ellos, Vladimir Herzog, fue asesinado en 1975.

Marín, con la salida de Teixeira, quedó como titular del Comité Organizador y “nunca” se reunió con Dilma. La presidenta “nunca” deseó estar junto a Marín en reuniones de la organización, ya que lo detesta. Blatter, en cambio, es muy amigo de Marín y suele visitarlo cada vez que pisa Brasil.

Así las cosas a pocos días de mover el balón. Faltan pocas horas para el encuentro más importante del fútbol a nivel mundial. Ya están todas las delegaciones conformadas y a medida que pasan las horas ya irán llegando a tierra brasileña. Los organizadores, incluida Dilma, creen que con el inicio de los partidos (serán 64 en total) el clima irá cambiando y la fiesta se instalará en todo su territorio. Esto, claro, si el conjunto que conduce Luis Felipe Scolari suma victorias y escala posiciones para llegar al último choque del certamen. Y eso que el entrenador sumó varias quejas debido a que dejó afuera de la lista de 23 a estrellas como Robinho, Kaká y Ronaldinho. Felipao, quien es investigado en Portugal, donde dirigió a la selección lusa entre 2003 y 2008, por presunta evasión impositiva por unos 7 millones de euros, estima que sus jugadores podrán alcanzar la gloria, pese a las críticas.

Brasil será el eje del mundo durante 30 días. La Copa está en marcha y las sensaciones cambiarán, quizá con los resultados. Hay una cuestión política que saltó a la luz con la organización del certamen. Dilma lo sabe y deberá responder con la fortaleza que la caracteriza. No es una cuestión deportiva. Más allá de quién será el campeón, Rousseff va por la reelección y si gana tendrá que responder con hechos tantas demandas. Para entonces, la Copa será un recuerdo.

Por un puñado de pesos


Julio Grondona, el presidente de la AFA, sabe que tiene algunas posibilidades de conseguir dinero extra para darles a los clubes. Mientras Alejandro Sabella prepara el equipo para el Mundial, el jefe de la AFA intenta ultimar detalles para elaborar un proyecto para que se legitime la creación del “Prode bancado”, o mejor dicho las apuestas online en el fútbol doméstico. Por eso algunos abogados recuperaron la ley en la cual se creó en la década del ’70 el Prode original y observan si existe algún artilugio que permita crear una alternativa al viejo sistema de apuestas futbolísticas. Hay muchos interesados en ingresar en este jugoso mercado, ya que, de concretarse, en el primer año podría ayudar a las entidades con unos 400 millones de pesos, cifra que se incrementaría con el paso del tiempo. Los estudios previos hablan de que en el negocio ingresarían sólo empresas nacionales y que en un primer momento las puestas serían muy similares al Prode original. Esto quiere decir que no habría muchas opciones, como ser minutos en los que se convierta un gol o jugador que anote el primer tanto del encuentro. Pero todo está en estudio, aunque la idea es arrancar el próximo certamen con la posibilidad de jugarse unos pesos a través de la Web.

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