Brasil 2014, ¿un
"Maracanazo" económico?
Forbes - lunes, 19 de mayo
de 2014
El episodio más trágico en la
brillante historia de Brasil en las copas del mundo se escribió el 16 de julio
de 1950 en el estadio Maracaná de Río de Janeiro.
173,850 espectadores estaban
listos para ver a la selección brasileña coronarse como campeona del mundo por
primera vez, nadie esperaba lo contrario. Debido al sistema de competición de
ese entonces, a la escuadra carioca le bastaba con un empate en la final para
ganar el torneo. Su rival, Uruguay, jugaba con todos los factores en contra.
Brasil se adelantó en el marcador
con un gol al minuto 47, pero Juan Alberto Schiaffino y Alcides Ghiggia
anotaron en los minutos 66 y 79 y la escuadra ‘charrúa’ levantó su segunda copa
Jules Rimet. Aunque actualmente Brasil es pentacampeona del mundo, esa derrota,
conocida por todos como el ‘Maracanazo’, dejó marcada de por vida al país.
64 años después, vuelve la Copa
del Mundo a Brasil y la final volverá a ser en el estadio Maracaná. Aunque
nadie espera que se repita la historia, un Maracanazo podría volver a ocurrir,
pero esta vez fuera de la cancha.
Si la experiencia en eventos
deportivos pasados dice que los efectos económicos en los países que los
organizan son marginales, inclusive en Brasil podrían ser menores y, además, se
corre el riesgo de que el descontento social se reactive si el torneo fracasa a
nivel organizacional.
Costo muy alto, beneficio mínimo
Históricamente, los eventos
deportivos como la Copa del Mundo o los Juegos Olímpicos tienen un impacto
económico moderado en los países y ciudades que son sede. En muchas ocasiones,
dejan una gran deuda a los países. El caso más célebre es el de Montreal,
Canadá, que organizó los juegos olímpicos de 1976. La ciudad contrajo una deuda
de 2,800 millones de dólares de esa época (cerca de 10,000 mdd de 2009) que
tardó 30 años en pagar.
Con los campeonatos mundiales de
futbol, la historia es similar. De acuerdo con el estudio “Impactos económicos
de las copas mundiales de Francia 1998 y Alemania 2006”, de los académicos
Swantje Allmers y Wolfang Maening, que estos dos etnos no tuvieron un impacto
positivo en turismo, empleos o ingresos.
El Mundial de Sudáfrica hace
cuatro años tampoco tuvo el efecto esperado. En un estudio de la Universidad de
Hamburgo, Alemania, se midieron el número de reservaciones en los hoteles y las
llegadas de turistas durante el campeonato. El número no rebasó las 90,000
personas, cuando inicialmente se esperaban hasta 320,000.
“Los largos vuelos no parecen
haber sido el principal obstáculo. Más bien, la política de precios en el turismo
parece haber jugado un papel importante”, indica el estudio hecho por Stan Du
Plessis y Wolgang Maening. Como ejemplo, dice que en junio de 2010 un vuelo de
Frankfurt a Johannesburgo costaba hasta 480 euros, 50% más que cuando no había
Mundial.
Un vuelo desde la Ciudad de
México a Sao Paulo en los días previos al inicio de la Copa del Mundo puede
costar hasta 50,000 pesos. Mientras que los paquetes con vuelo, traslados y
hospedaje para ver los tres partidos de México en la primera ronda van desde
los 225,000 hasta 350,000 pesos.
Impacto menor que en otros
Mundiales
Si en las últimas ediciones de la
Copa del Mundo el impacto ha sido mínimo para los organizadores en relación a
los costos, en el caso de Brasil el resultado podría ser peor incluso.
Un reporte de Ernst&Young
Terco y la Fundación Getulio Vargas estima que la organización del Mundial ha
tenido un impacto económico de 142,000 millones de reales (64,000 millones de
dólares), entre 2010 y 2014, pero en su mayoría se deben a inversión indirecta
y sólo 10,161 mdd habrían sido destinados para asegurar la infraestructura
adecuada para el evento.
“En el caso de Brasil, el impacto
económico a medio y largo plazo de la Copa del Mundo de 2014 podría ser incluso
menor, teniendo en cuenta la gran extensión geográfica del país y el hecho de
que la inversión se limita a ciertas ciudades y estados”, indica UBS en un
reporte.
El estudio del banco de inversión
suizo firmado por los economistas Guilherme Loureiro y Thiago Carlos estiman
que la Copa del Mundo en Brasil puede afectar temporalmente algunos indicadores
económicos, como la producción industrial, balanza de pagos y la inflación.
Mientras que los beneficios económicos podrían ser incluso menores si se
comparan con los de otros países anfitriones en el pasado.
Maracanazo en las calles, ¿y en
las urnas?
Pese a que la FIFA quería que los
12 estadios sede del Mundial estuvieran listos para diciembre de 2014, aún
quedan tres recintos sin terminar. Las obras en aeropuertos y caminos también
dejan incertidumbre sobre el éxito del evento.
Pero si los beneficios económicos
serán mínimos para el país, los costos sociales y políticos pueden ser mucho
mayores.
Una encuesta del instituto
Datafolha publicada el 10 de abril muestra que menos de la mitad de los
brasileños (48%) apoyan la organización del Mundial. El descontento social
alcanzó su punto más alto el año pasado mediante protestas y disturbios en las
principales ciudades del país mientras se jugaba la Copa Confederaciones.
“Si la organización de la Copa
Mundial demuestra ser un fracaso, podría empañar la imagen del gobierno y
servir de catalizador para un renacimiento de las protestas sociales”.
UBS recuerda que de marzo a julio
del año pasado, la población que consideraba de excelente a buena la gestión de
Dilma Rousseff como presidenta de Brasil bajó de 65% a 30%.
Nadie espera que se repita un
Maracanazo en la cancha, pero existe el riesgo de que sí ocurra en las calles,
y en las urnas.
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