El capital no tiene nacionalidad
Forbes - jueves, 1 de mayo
de 2014
Antes, la producción de un bien
sólo dependía de un país. Ahora, es obra
y gracia de muchas naciones. México
participa en este nuevo sistema con 650,000 mdd. ¿Pero tiene la capacidad para
multiplicar esta cantidad?
El Maserati Quattroporte es un
“juguetito” que vale 140,000 dólares y sólo requiere de 4.9 segundos para
alcanzar los 100 kilómetros por hora. Esta joya, que se fabrica en la Officine
Automobilistiche Grugliasco, una planta de 103 mil metros cuadrados ubicada muy
cerca de Turín, cuenta con una autoparte clave para su funcionamiento: unos
frenos mexicanos, enviados desde San Martín Texmelucan, Puebla, y fabricados
por SanLuis Rassini.
Esta alianza es la muestra más
clara de las Cadenas Globales de Valor(CGV), que juegan un papel preponderante
en la capacidad de las economías para convertirse en competidores exitosos a
nivel global. Este nuevo esquema de producción y comercio tiene el potencial de
renovar y fortalecer las ventajas competitivas de las empresas participantes,
algo que resulta vital en un entorno donde dichas ventajas son cada día más
efímeras.
Hoy, los productos que utilizamos
a diario son fabricados en etapas que involucran a varios países y son
comercializados a nivel mundial. Este
modelo de producción, compartido entre países y regiones a lo largo del
planeta, brinda una inmejorable oportunidad para elevar el crecimiento
económico de las naciones; además, crea nuevos empleos, atrae inversión,
disemina tecnología e, incluso, dota de capacidades y habilidades innovadoras a
la mano de obra.
En las CGV participan países
desarrollados (a través de grandes empresas trasnacionales como generadoras y
desarrolladoras de productos innovadores), pero también países en desarrollo
(con empresas que participan en diversas etapas de la manufactura de un
producto final). La industria automotriz es considerada una de las más globales
y es la que mejor ejemplifica la operación de una CGV.
Para economías en desarrollo,
como México, la participación dentro de las CGV es vital debido a los
beneficios potenciales de este modelo. Según la OMC, el ingreso per cápita de los
países en desarrollo que más han elevado su participación dentro de las CGV ha
aumentado 2%, en promedio.
Las fábricas del mundo
Las CGV más exitosas a nivel
mundial se aglutinan en torno a las grandes “fábricas del mundo”; regiones de
un gran dinamismo económico y comercial como son Norteamérica (Estados Unidos),
Asia (Japón y China) y Europa.
Para los países que desean
participar dentro de una CGV, la cercanía geográfica con la “fábrica” regional
ofrece una ventaja potencial que se traduce en bajos costos de transporte,
menores tiempos de entrega y reducidas barreras comerciales y de inversión
derivadas de acuerdos regionales.
Al mismo tiempo, la cercanía
geográfica facilita una respuesta rápida a los cambios en la demanda ya que la
coordinación de operaciones entre plantas o empresas involucradas en el
proceso de producción puede ser inmediata.
La proximidad geográfica es una
ventaja inicial para participar en una CGV, pero no es la única. Aunque para el
país receptor hay otras características que cumplir como la estabilidad y
crecimiento de su economía, infraestructura disponible, habilidades y costos de
la mano de obra, condiciones regulatorias, ambiente de negocios y, desde luego,
condiciones ad hoc a la naturaleza del producto o del sector de la cadena de
valor (insumos, infraestructura y servicios logísticos y de distribución,
propiedad intelectual, entre otros). Y finalmente la mano de obra, que es un factor esencial,
ya que eleva la probabilidad de ubicarse en segmentos de mayor valor agregado a
lo largo de la cadena de valor.
¿Y México?
México tiene de manera natural un
estrecho vínculo comercial y de producción con Estados Unidos, que se favorece
no sólo por la proximidad geográfica, sino por disponer de una estructura de
producción manufacturera consolidada, costos laborales competitivos, mano de
obra calificada en sectores clave y un acuerdo comercial que garantiza y da
certidumbre de inversión y flujos de comercio entre ambos países.
Para México, los beneficios
principales de su integración a las CGV incluyen el acceso a tecnología de
punta, transmisión de mejores prácticas internacionales, consolidación de inversiones
con efecto spillover hacia otras industrias y, en el panorama más ambicioso, la
modernización de la estructura productiva de sectores completos. Se calcula
que, el valor de la participación de México en las CGV, en términos de comercio
internacional tan sólo de manufacturas, asciende a casi 650,000 millones de
dólares (mdd).
Los casos de éxito
México es un competidor global en
el sector manufacturero, ubicándose entre los diez principales hubs de
producción en el mundo. En 2013, las exportaciones mexicanas de productos
manufactureros ascendieron a 314,574 mdd, lo que representó 82% del total
exportado por el país.
Las exportaciones mexicanas de
“Productos metálicos, maquinaria y equipo” representan 75% del total de las
manufacturas exportadas, y son una buena aproximación del valor de la
participación de México en las CGV.
Con un valor de 234,000 mdd,
dentro de este rubro, los productos más comercializados son los automotrices y
los aparatos y equipos eléctrico-electrónicos, cuyo comercio conjunto sumó
168,000 mdd en 2013 y registró un crecimiento anual de 7%.
Más allá de los números, los
ejemplos del liderazgo de México en las CGV automotriz de Norteamérica son
varios. La planta de Volkswagen ubicada en Puebla se convirtió en 2013 en la de
mayor producción regional con una salida anual de 516,000 automóviles, lo que
la ubica como una de las más grandes del mundo y que supera a las grandes
plantas de Toyota, Honda y Nissan ubicadas en Estados Unidos.
Con 50 años de operación, esta
planta ha colocado en el mercado más de 10 millones de automóviles y seguirá
por esta línea ya que para este año se han anunciado inversiones por 4,000 mdd
en el periodo 2014-2018.
Otro caso de éxito que muestra de
ello es la consolidación de la inversión de la automotriz Nissan lograda en
Aguascalientes, localidad que ha favorecido la instalación de una nueva planta
armadora con una inversión de 2,000 mdd. Así, México tiene la segunda planta
armadora de Nissan más grande fuera de Japón con una producción que alcanza las
850 mil unidades anuales.
Mazda en Guanajuato, es una
muestra más, con una inversión superior a los 500 mdd y una producción anual
esperada de 230 mil vehículos.
La sofisticada participación de
México en eslabones altamente especializados y de gran valor agregado no se
limita a la red global de producción de autos. En 2013, la producción del
sector eléctrico mexicano sumó 70,000 mdd. Según datos de ProMéxico, nueve de
las diez principales empresas globales de manufactura de electrónicos tienen
operaciones en el país, entre ellas, Samsung, LG, Toshiba, Foxconn, Flextronics
e Intel. Las inversiones en este sector alcanzan los 13,800 mdd.
El lazo con el gobierno
Para maximizar los beneficios de
la integración a redes de producción internacionales también se requiere de
instrumentos de carácter público. Es necesario contar con una política
industrial que fomente la incorporación de más empresas a esquemas de producción
competitivos internacionalmente y que, además, favorezca el avance de las
empresas que ya participan en las cgv, hacia actividades de mayor valor
agregado.
Un buen ejemplo es la integración
de empresas mexicanas a la CGV de la industria aeroespacial. Gracias a
condiciones locales muy favorables, estados como Baja California, Sonora,
Chihuahua, Nuevo León y Querétaro han logrado atraer importantes empresas
aeroespaciales de la talla de Labinal, Bombardier y Embraer, que manufacturan
arneses, componentes para cabinas y fuselajes para aeronaves.
Actualmente, las exportaciones de
empresas mexicanas en el sector aeroespacial superan los 5,000 mdd y la
inversión acumulada a 2013 alcanza los 1,000 mdd, de acuerdo con estimaciones
de la Secretaría de Economía. Entre los factores que han contribuido al éxito
mexicano dentro de la CGV aeroespacial se encuentran sus ventajas logísticas,
en capital humano (existen centros de investigación con estudios en aeronáutica
en cada uno de los estados participantes), en costos y, adicionalmente,
México es uno de los pocos países que cuenta con un acuerdo bilateral de
reconocimiento mutuo de los sistemas de certificación aeronáutica-basa, con la
Federal Aviation Administration.
Oportunidad a la vista
Las CGV crean continuamente
nuevas oportunidades y retos para empresas y gobiernos. Actualmente, este
modelo afecta las decisiones de muchas empresas en todo el mundo, con
implicaciones directas sobre el crecimiento, la inversión, el empleo y
capacidad de innovación de países enteros.
Hasta hoy, la estrategia de
México para insertarse en las CGV ha sido efectiva al beneficiar a industrias y
regiones que han sido capaces de aprovechar sus ventajas naturales y
desarrollar capacidades competitivas para estas cadenas.
Sin embargo, es importante
preguntarse: ¿Esta estrategia es sostenible en el largo plazo? ¿Podemos
aprovechar mejor las ventajas de este modelo? México es sin duda un líder
dentro de las CGV; el reto que enfrenta es convertirse en punto focal de más
industrias de alto valor agregado a nivel mundial.
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