Mujeres sudamericanas abandonan
las tribunas y se abren paso en el fútbol
Reuters - mayo de 2014
Después de mucho tiempo como
espectadoras, más y más mujeres en Sudamérica se están calzando los botines
para saltar a las canchas de fútbol y ganar terreno en el deporte más amado de
la región.
El machismo está perdiendo fuerza
en grandes partes de la región, mientras las mujeres avanzan en la política y
en el mundo corporativo. Y a medida que evoluciona Sudamérica, también lo hace
el fútbol.
"Yo era la única mujer del
barrio. Era casi una deshonra que una mujer jugara fútbol", dijo Daniela
Pardo, de 25 años y capitana de la selección femenina de Chile.
"Ahora se ve como algo que
le sirve a las mujeres para independizarse. En mi comuna soy un ejemplo para
las jóvenes", agregó la mediocampista que nació en una zona pobre de la
capital chilena, durante un descanso.
Las mujeres sudamericanas están
jugando mucho más y mejor, allanando el camino para convertirse en una fuerza a
tener en cuenta en el escenario del fútbol mundial.
La evidencia es más anecdótica
que estadística. Funcionarios de la FIFA dijeron a Reuters que, aunque no hay
cifras actualizadas, el fútbol femenino está floreciendo en la región en la
cuenta regresiva para el Mundial de Brasil.
El fenómeno es parte de un auge
mundial. Hoy, un estimado de 29 millones de mujeres y niñas juegan a nivel
global. Pero es especialmente sobresaliente para Sudamérica, una región
venerada por su juego de pelota y tristemente célebre por su machismo.
Brasil encendió originalmente la
chispa, pero ahora equipos de mujeres en Argentina, Chile, Colombia y Venezuela
comienzan a hacer sudar a la potencia del fútbol.
"Este fútbol se ha
disparado. Es una goma (obsesión), una pasión, una fiebre", dijo Felipe
Taborda, director técnico de la selección femenina colombiana, quien estima que
hasta un 70 por ciento más de mujeres están jugando en su país frente al 2007.
UNA REVOLUCION SILENCIOSA
En una escuela de fútbol en
Santiago durante una fría mañana de domingo, decenas de niñas de cinco años o
más practicaban gambetas, mientras sus cabellos con cola de caballo se
balancean.
Javiera Paves, una sonriente niña
de 10 años que estaba entrenando, dijo que tenía sólo dos cuando comenzó a
practicar pases con su padre entrenador de fútbol y aseguró que le gustaría
ganar la Copa del Mundo para Chile.
Y con más equipos escolares,
ligas y superestrellas de cosecha propia como la delantera brasileña Marta,
chicas como Javiera están pensando a lo grande.
"Ver la Copa del Mundo en
Brasil y vivirla con una gran emoción, incluso desde las gradas, animará a
todas a ir en busca del mismo sueño en el futuro", dijo Marta, premiada
cinco veces como jugadora del año, en un reciente video de la FIFA.
Los hombres de Sudamérica se han
coronado campeones de la Copa Mundial en nueve ocasiones, pero las mujeres de
la región aún tienen que levantar el codiciado trofeo.
Estados Unidos, Alemania, Japón y
países escandinavos generalmente logran las preciadas medallas.
Los equipos de la región están
entrenando duro para dar la sorpresa en la Copa América de septiembre en
Ecuador, donde estarán en juego dos pases y medio para la Copa Mundial Femenina
2015 en Canadá.
"Ojalá se pueda llegar a
clasificar y ¿por qué no ganar?", dijo Yusmery 'Miku' Ascanio, volante
venezolana de 23 años, que como muchos de sus compatriotas creció con un bate
de béisbol antes de abandonarlo por el fútbol.
NIVELANDO LA CANCHA
Sin embargo, el fútbol sigue
siendo una prioridad lejana para muchas mujeres, en una región todavía azotada
por altos índices de violencia doméstica y sexual.
Y aunque las barreras
sociológicas del fútbol están retrocediendo, las deportistas advierten que los
obstáculos económicos siguen en pie.
"El fútbol femenino se juega
por pasión más que por fama o por dinero", apuntó Ascanio.
Las selecciones nacionales y los
clubes en general no pagan a sus jugadoras, lo que suele obligarlas a trabajar
de tiempo completo y les deja poco tiempo para practicar con la pelota.
Los medios de comunicación rara
vez cubren los partidos y los estadios están a menudo incómodamente vacíos. Eso
a su vez desincentiva a los potenciales patrocinadores, alimentando un círculo
vicioso.
"Acá en Sudamérica hay muy
buenas jugadoras y no se les conoce", dijo Estefanía Banini, una argentina
de 23 años apodada "la Messi femenina" debido a sus hábiles fintas y
su envidiable cuenta goleadora.
"Para mí, se para el mundo
con el mundial masculino. Me encantaría que tuviera el mismo apoyo (el
femenino)", agregó minutos antes de marcar cinco goles para Colo-Colo de
Chile, considerado uno de los mejores clubes femeninos de la región junto con
el Santos y San José de Brasil.
Lo rescatable de estos
obstáculos, según los entrenadores, es que las mujeres que persisten están
totalmente entregadas al juego.
"Dejamos todo por esto, a
veces a cambio de nada. Yo dejé muchas cosas por el fútbol por las que nunca me
arrepiento", dijo la capitana chilena Pardo, que estudia diseño gráfico en
la mañana, trabaja en un club de fútbol de hombres en la tarde y corre para
alcanzar el entrenamiento en la noche.
"Me apasiona. Siento cosas
cuando le pego a la pelota (...) Que la gente crea en nosotras", dijo,
antes de salir corriendo a la cancha.
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