Llega la ciudad móvil
EFE - marzo de 2014
Técnicamente, se trata de un PFC o Proyecto de
Fin de Carrera, que se denomina VLS (siglas en inglés de Very Large Structure,
o Estructura Muy Grande) y se define como "una Plataforma Probeta para la
Gestión y la Coreografía Territorial", según sus autores, el grupo de arquitectos, diseñadores,
constructores y pensadores Zuloark (www.zuloark.com) .
Según Zuloark, el VLS es una megaestructura
habitable con alto grado de independencia, en simbiosis con el medio físico por
el que circula y capaz de gestionarlo físicamente a su paso. En él se puede
almacenar carga, construir y testear prototipos y diseñar, implementar y
monitorizar diferentes políticas territoriales, "para actualizar y dirigir
los cambios de paradigmas en el siglo XXI".
En un lenguaje menos técnico, el VLS es
básicamente una gigantesca grúa de pórtico, una plataforma que funciona como un
‘banco de pruebas’ o mesa de ensayo, una probeta donde testar las piezas que
ella misma es capaz de producir y construir,
y que puede implementar la arquitectura y la infraestructura sobre el
territorio que recorre, es decir por donde 'camina'.
Así lo explica a Efe el arquitecto Manuel
Domínguez, de Zuloark y autor de este proyecto abierto desarrollado bajo
licencia Creative Commons BY-SA, previsto originalmente para funcionar en los
campos de Castilla y León (norte de España) y en cuyo diseño gráfico han
participado Estudio Poliedro (www.poliedroestudio.com) y decenas de
profesionales.
Según Domínguez, "el proyecto está diseñado
para moverse y viajar por el territorio y superar pequeñas pendientes en la
meseta española castellanoleonesa, mediante 36 orugas gigantes impulsadas por
los motores eléctricos, similares a los utilizados en las grandes cruceros de
mar y en los buques transatlánticos, como el ‘Queen Mary 2’ o el ‘USS
Zumwalt’".
LA PLATAFORMA POR DENTRO.
Sus dos soportes estructurales, o
"patas", alojan, según este arquitecto, toda la infraestructura vertical de la
megaestructura para mover las diferentes mercancías, materiales y energías a
través de su "cuerpo".
Añade que esta estructura está hecha con
elementos reutilizados de estructuras ‘offshore’, o sea construcciones situadas
en el mar a cierta distancia de la costa, como las plataformas petrolíferas o
de extracción de gas, o las turbinas de energía eólica.
"La primera planta es de gestión, almacén de
carga y montaje de piezas y prototipos, y su funcionamiento se basa en la
logística empleada en los puertos industriales y zonas francas.
La segunda
se dedica a la circulación y distribución de las instalaciones y sus equipos,
que confluyen en puertos que las derivan y las recogen", explica
Domínguez.
Agrega que “esta tecnología está basada en las
megaestructuras, como supercargueros, o en la ingeniería y maquinaria empleada
en la minería a cielo abierto en Alemania, e incluso, en España".
Según el arquitecto de Zuloark, la última planta
de la VLS es una parrilla estructural preparada para recibir tipologías
arquitectónicas y cargas cambiantes y “sobre ella se testearán los prototipos
construidos en la primera planta y podrán “enchufarse” a las instalaciones que
quedan debajo y, una vez testados, se
descolgarán mediante un sistema de grúas sobre el territorio o se envian por
piezas”.
Según este experto, en el nivel primero se
recibirán, almacenarán y enviarán cargas, que podrán ser los víveres y otros
consumibles que necesita una ciudad, y también materiales de construcción y
módulos prefabricados.
"Con estos elementos se podrán construir
prototipos arquitectónicos, de ingeniería o de infraestructura, que se
testearán sobre el nivel tercero de la propia plataforma y que se conectarán al
nivel segundo para funcionar. Una vez testeados y aprobados estarán listos para
ser almacenados o implementados sobre el territorio", añade el arquitecto.
UNA MÁQUINA DIGNA DE JULIO VERNE.
“La VLS es un ejercicio teórico sin límites
previos. El punto de partida es una ciudad móvil capaz de gestionar el
territorio por el que camina llevado hasta sus últimas consecuencias: ¿Cómo se
construye? ¿Cuánta energía consume y cómo la obtiene? ¿Cuánto pesa? ¿El terreno
lo soportaría? ¿Cuál es su impacto visual? ¿Cómo modificar las carreteras, vías
de tren y redes de alta tensión para que pueda circular?”, señala.
Este profesional señala que la plataforma
"es un gestor territorial" y su diseño podría adaptarse "a
cualquier entorno". También cree que “sus políticas son implementables,
sus prototipos son construibles y que, en un futuro, podría plantearse y
construirse una versión más pequeña, por ejemplo en un desierto, un océano, o
incluso en la colonización de otro planeta”.
"Que algún día se construya y opere en
algunas lunas u otros mundos como Marte, no es una cuestión técnica, sino más
bien económica, ya que toda la tecnología usada en la VLS está disponible hoy,
y en el caso de las orugas (‘crawlers’) que usaba la NASA para llevar el
transbordador espacial hasta la zona de lanzamiento, es tecnología disponible
desde la década de 1960", indica el experto.
"En
su diseño actual la VLS está adaptada para recorrer y gestionar mesetas, puede
enviar y recibir carga a cualquier parte del mundo, como si fuera un puerto
franco móvil, y en América la propuesta
ha despertado enorme interés por su radicalidad y profusión, al igual
que en otras zonas del planeta", señala.
Según Domínguez, Zuloark ha creado una máquina
que, por sus dimensiones, podrá albergar sistemas y medios capaces de gestionar
íntegramente el territorio por el que se mueve.
“Se moverá porque no pertenece a ningún sitio
porque, al igual que el territorio, cambia y muta, se adapta y, sin embargo,
quiere ser simbiótica con los ecosistemas por los que discurre, sirviéndose de
ellos, pero implementando programas que permitan cambiar y restituir modelos
obsoletos que aún perduran y son deficitarios en todos los niveles”, concluye
el arquitecto.
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