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miércoles, 2 de abril de 2014

peruano

Un peruano en el Schalke

blogs.elpais.com
Cuando le echa ganas, Jefferson Farfán es capaz de decidir con una acción individual, con un pase certero, el resultado de un partido. Lo ha demostrado en numerosas ocasiones en el curso de los casi seis años que lleva jugando en el Schalke 04. Otras veces olvida que ha recibido de su entrenador instrucciones para presionar al adversario en el arranque de su juego, o bien, cuando los suyos pierden el balón en ataque y se han de replegar a toda prisa, a él le da por tomarse un pequeño descanso y caminar.

Caminar acaso no sea la palabra exacta. Digamos que, corto de resuello conforme transcurren los minutos, Farfán deambula sobre el césped con ese trotecillo blando que parece un correr pero no lo es. En la debacle reciente de su equipo contra el Real Madrid, descontando el primer cuarto de hora de partido, estuvo sin estar, aunque no se notó demasiado su pasividad por cuanto fue similar a la de sus compañeros.

Las cualidades de Farfán como futbolista están fuera de duda. Es especialista en el juego ofensivo por la banda derecha. Lo predispone a ello su gran velocidad. De él se ha escrito que es uno de los pocos jugadores de la Bundesliga cuya rapidez no disminuye cuando corre empujando el balón con los pies. Causan asimismo admiración su pericia para driblar y sus centros. No mete muchos goles, pero los propicia a menudo con sus pases. Es, además, un excelente lanzador de penaltis y tiros libres. Por todo ello la afición blanquiazul lo adora. Aún lo adoraría más si no fuera por cierto
s rasgos caprichosos de divo que tiene. Cada dos por tres protagoniza algún episodio de indisciplina.
El último de ellos ha saltado estos días a las páginas de la prensa deportiva alemana. De vuelta a la competición nacional, tras la humillante derrota en el partido de ida de la Liga de Campeones contra el Real Madrid, al Schalke le tocó enfrentarse al Bayern Múnich en el Allianz Arena, el rival menos idóneo para tratar de recuperar la moral perdida. El Schalke recibió el segundo varapalo de la semana: 5-1. Molestaron en Gelsenkirchen las risas y compadreo de Farfán sobre el campo, al final del partido, con su compatriota Pizarro y el brasileño Rafinha, jugadores del Bayern.

Farfán terminó aquel encuentro con una rodilla lastimada. La lesión, no especialmente grave, lo mantuvo apartado de los entrenamientos y le impidió participar en el siguiente compromiso de su equipo. Le entró entretanto antojo de marcharse a Milán de compras. Lo consultó con el médico; este le dijo que por favor no, que la rodilla y tal. A lo cual respondió Farfán que contaba con el permiso del presidente.
Y se largó a Milán y dejó plantado al fisioterapeuta y dónde está Farfán y le preguntaron al presidente cómo es que le había dado permiso para largarse a Italia estando lesionado y el presidente dijo: conmigo no ha hablado, yo no sé nada, y era mentira que el jugador había hablado con él y a su vuelta Farfán le contó al entrenador que todo había sido una broma. El club ha decidido imponerle una multa de no menos de cinco cifras. Y no lo suspenden porque lo necesitan. El Schalke tiene muchas posibilidades de clasificarse para la próxima edición de la Liga de Campeones.

La hinchada, ¿lo perdonará? Hasta la fecha ha perdonado a Farfán lo que no ha consentido a otros jugadores, tal vez porque el peruano ha mostrado de costumbre un rendimiente aceptable sobre el terreno de juego y ha cometido sus actos más graves de indisciplina fuera del estadio.
No ha habido año en que no haya prolongado por su cuenta las vacaciones. Se han llegado a cruzar apuestas sobre la fecha de su impredecible regreso del Perú, donde, por cierto, también son conocidas sus escapadas. La Foquita, como lo llaman sus paisanos, llegó a ser excluido temporalmente de la selección peruana de fútbol por irse de farra y emborracharse durante una concentración.


Todo hace pensar que se acaban sus días en el Schalke; que esta vez, al contrario de otras anteriores, va en serio que se va. Él mismo ha dicho ante micrófonos que ya no tiene ganas de seguir en el equipo. Lo ata al Schalke un contrato hasta 2016 y una cláusula de rescisión de 14 millones. Corren rumores de que ya lo está esperando el Galatasaray.

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