Antártida: la última frontera
también para la ciencia
AFP - miércoles, 2 de abril
de 2014
¿Qué tienen en común un alga
altamente tóxica y una gramínea resistente al frío? Las dos son estudiadas por
científicos brasileños en la Antártida, que esperan desarrollar a partir de
ellas un potente insecticida y una variedad de caña de azúcar resistente a las
heladas.
Científicos de todo el mundo
viajan regularmente a la Antártida para recolectar material y llevar a cabo
experimentos sobre los efectos del cambio climático, el agujero en la capa de
ozono, la composición química de la atmósfera, la evolución de la biodiversidad
o sobre astronomía.
En febrero, un grupo de cuatro
científicos brasileños viajó a Half Moon Island, donde se encuentra la base
argentina Teniente Cámara, para estudiar durante dos meses las comunidades
vegetales en zonas de deshielo, como la gramínea Deschampsia antarctica, resistente
al frío, y el alga Prasiola crispa, de alta toxicidad.
"Por ahora, hacemos ciencia
básica. Pero tenemos que hacer esto para después encontrar una aplicación
práctica" a los hallazgos, explica el coordinador del grupo, el biólogo
Antonio Batista Pereira, de 65 años -28 de éstos dedicados a investigaciones en
el continente blanco-.
La vegetación antártica es
sometida a un fuerte estrés, con mucho frío y viento, alta luminosidad en
verano y oscuridad en invierno, lo cual provoca procesos metabólicos
secundarios importantes que se pueden usar en la biotecnología, explica a un
grupo de periodistas, en una pausa del trabajo.
Batista, investigador de la
Universidad Federal del Pampa (Unipampa, en el sur de Brasil), indicó que
desarrollar productos basados en estas sustancias puede llevar 20 años, ya que
se requieren muchos estudios y pruebas.
En laboratorio, el extracto del
alga tóxica demostró ser un potente insecticida. En cuanto a la gramínea, los
científicos necesitarán aislar las proteínas que evitan su congelamiento, las
cuales podrán servir para desarrollar tecnologías de preservación de material
vivo, como el semen, y cultivos, como la caña de azúcar, resistentes a las
heladas que castigan y causan grandes pérdidas económicas en el sur de Brasil.
- Riqueza amenazada -
Los estudios del equipo del
profesor Batista demuestran el potencial genético de las especies antárticas,
una riqueza que puede estar amenazada por el cambio climático.
"En nuestras últimas
expediciones, algunas enfermedades han aparecido con mucha frecuencia en las
plantas antárticas. Todavía no sabemos si es por el cambio climático o no, pero
han sido frecuentes las enfermedades y la mortandad en musgos y en la gramínea
Deschampsia", advirtió el biólogo Jair Putzke, experto en identificación
de plantas antárticas y compañero de investigación de Batista desde 1986.
"Si las plantas están
muriendo, el impacto de esta mortandad en las comunidades antárticas es
fenomenal. Plantas que son infectadas con alguna enfermedad pueden disminuir la
población de otros grupos que dependen de ellas en otras zonas de la
Antártida", advirtió Putzke, profesor de la Universidad de Santa Cruz del
Sur (Río Grande del Sur).
Según el científico, la causa de
esta mortandad sería la proliferación de hongos y, aunque no sea posible decir
claramente que la causa es el calentamiento global, ya se sabe que la
temperatura del agua en la región antártica subió tres grados por encima del
promedio en los últimos 15 años.
- "La nueva América" -
Batista asegura que así como
América fue en su momento la última frontera para los europeos, ése es hoy el
caso de la Antártida.
"Estar en la Antártida es
una cuestión de soberanía nacional. ¿Si regresáramos a los años 1500, ¿cuánto
dinero los europeos gastaron para llegar a América? ¿Qué representó [esta
inversión]? La Antártida está en el mismo nivel", afirma.
Para Batista, Brasil necesita
invertir más en las investigaciones en la Antártida, especialmente en
biotecnología, en el ámbito de su programa científico.
Este programa, conocido como
Proantar, fue creado siete años después de que Brasil ingresara como miembro
pleno del Tratado Antártico en 1975.
El año pasado, el gobierno liberó
13,8 millones de reales (unos USD 5,9 millones) para financiar 20 proyectos
científicos inscritos en el Proantar hasta 2015.
La cifra, levemente superior a la
financiación del periodo anterior, se usará para pagar becas, equipos,
materiales, gastos diarios y pasajes de científicos en los próximos dos años.
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