Estados Unidos, titiritero de
Ucrania
Forbes - miércoles, 5 de
marzo de 2014
El propósito real de Putin va
mucho más allá de defender compatriotas, pero nunca lo hará público: defenderse
de la artera intrusión de Estados Unidos en su vecindario.
Estados Unidos apoya de forma
abierta al nuevo gobierno anti-ruso de Ucrania, y el bloque de países
opositores, encabezado por Rusia y China, lo saben muy bien. En palabras
pronunciadas este martes por el presidente Vladimir Putin, el país que gobierna
Barack Obama experimenta con otras naciones “como si fueran ratas, sin entender
las consecuencias de lo que hacen”. Y tiene razón.
Esto que no es ninguna novedad,
viene al caso de nuevo con la reciente escalada de tensiones bélicas entre las
dos naciones vecinas, que alguna vez formaron parte de la Unión Soviética.
Putin se defiende de las acusaciones occidentales de “clara violación” de la
soberanía e integridad ucranianas por la invasión militar de Crimea,
respondiendo que muchas de las intervenciones militares estadounidenses han
sido ilegítimas, como las de Afganistán, Irak y Libia en años recientes.
Putin lamenta que los
experimentos americanos hayan conducido ahora a una farsa en la que no se
respeta ninguna Constitución en Ucrania, aludiendo desde luego a la salida
forzada del poder del presidente Víctor Yanukóvich, contra quien se perpetró un
“golpe de Estado” con la complacencia de los aliados de la OTAN. La importancia
geoestratégica de Ucrania, es muy elevada.
No por nada para Rusia,
Yanukóvich continúa siendo el presidente legal, y su sucesor, Oleksandr
Turchynov, un presidente ilegítimo. En este sentido, la actuación rusa en
Crimea respondió, según Putin, a una “solicitud oficial” realizada por el
propio Yanukóvich.
Asimismo, advirtió a los poderes
occidentales que quieren imponer sanciones para aislar a Rusia, que son ellos
quienes deberían pensar en las consecuencias, pues “el daño sería mutuo”.
Seguro que no es coincidencia que ayer mismo sus Fuerzas Estratégicas probaran
un Misil Balístico Intercontinental desde una región cercana al mar Caspio y
que impactó su objetivo en Kazajistán.
No hay duda. El gobierno de Moscú
no dará un paso atrás en sus intenciones declaradas de actuar conforme a sus
intereses, y en defender a ciudadanos rusos y rusohablantes, sobre todo, en la
parte oriental ucraniana. Cabe recordar que el nuevo gobierno de Kiev, ha
prohibido el uso de ese idioma como oficial, lo que ha causado irritación entre
los habitantes orientales.
Desde luego, el propósito real de
Putin va mucho más allá de defender compatriotas, pero nunca lo hará público:
defenderse de la artera intrusión de Estados Unidos en su vecindario.
La visita del secretario de
Estado, John Kerry a Kiev, y el anuncio de un paquete de ayuda financiera por
mil millones de dólares, son la prueba clara del respaldo de Obama al nuevo
gobierno ucraniano, que aborrece todo lo que huela a Rusia.
EE.UU. es pues, el titiritero que
mueve los hilos de la nueva administración en Ucrania, calla frente a la
violencia de grupos ultranacionalistas de ese país –que quizá financia, y que
avanza así en su meta final de largo plazo: debilitar a Rusia, que junto con
China, constituyen los dos últimos grandes bastiones de resistencia contra la
hegemonía estadounidense.
Con esto en mente, se puede
entender mejor la complejidad de los alcances de este conflicto, que podría
terminar con la división de Ucrania en dos partes. Ninguno de los bandos, el
estadounidense y el ruso, se rendirá.
Desde luego, si bien puede
explicarse el actuar de los rusos, lo cierto es que nada justifica la invasión
de un país soberano.
Esta es una reacción tardía que
trata de corregir un problema que Putin debió atender de forma preventiva. Al
no hacerlo, permitió que los occidentales penetraran en su zona de influencia y
será muy difícil que ahora lo puedan cambiar. Intentarlo por la fuerza no solo
no tendría los resultados esperados, sino que el costo material y humano sería
demasiado elevado. Los radicales ucranios ultranacionalistas, con el apoyo de
Obama, han ganado un poder que no soltarán.
A Rusia entonces no le queda más
que recurrir a la Inteligencia, para evitar futuras incursiones auspiciadas por
Washington que terminen por acorralarla, y en el peor de los casos, por
someterla.
De igual modo, debería prepararse
–también como China, para contraatacar a Estados Unidos en su talón de Aquiles:
el dólar. Y es que por ahora, una amenaza rusa de suspender o disminuir sus
exportaciones de petróleo y gas para afectar a Europa y EE.UU., solo agravaría
las tensiones en su perjuicio, por lo que las opciones se reducen. La vía
armada, parece descartada pese a los discursos.
Del otro lado, Washington no
disparará el primer tiro ante el riesgo real de un colapso general en Wall
Street, en medio del agotamiento de la supuesta “recuperación” económica.
Entonces, dado que un
enfrentamiento militar EE.UU. – Rusia a través de Ucrania estaría descartado
por ahora, la única opción real para los rusos es acumular oro a tasas más
elevadas de las que mantiene en la actualidad. Cabe recordar que hoy día todo
el oro que extrae se queda dentro de sus fronteras, pero es insuficiente.
Se necesita mucho más oro que
tendrán que importar, para aumentar su poder e influencia en el nuevo sistema
que resurgirá entre las cenizas, luego del inevitable colapso del actual basado
en deudas exponenciales y dinero fíat (papel).
Ese derrumbe obligará a un
replanteamiento de fuerzas en todo el orbe, y al inicio de una nueva era, en la
que la transferencia de riqueza que está ocurriendo de Occidente hacia Oriente,
supondrá para Rusia y China la gran oportunidad de afianzarse como súper
potencias.
Toca a Rusia analizar lo que le
conviene pero el tiempo se le acaba. No responder pronto podría poner en riesgo
su propia seguridad nacional, y la colocaría en peligro de caer en manos del
“Gran Titiritero”.
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